Los ritos religiosos
NO SATISFACEN
"Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:27,28).
Los dirigentes de las grandes confesiones religiosas se hallan preocupados ante la terrible ola de indiferencia y frialdad religiosa que se manifiesta por doquier, y especialmente entre sus propios feligreses. Las grandes iglesias están perdiendo "interés y actualidad" entre las gentes. Sus programas ya no satisfacen, tienen muy poco atractivo; se han apartado tanto del verdadero Camino, de la Fuente de la Vida, del Cristo genuino, que sus ritos y obligaciones tradicionales para muchos resultan en un conjunto de formas externas que carecen de significado.
La vida moderna con todo su progreso no se ajusta a muchas formas arcaicas de carácter religioso. Estas iglesias enseñaron a sus feligreses lo ficticio y no la realidad de Cristo; al no tener fundamento ni base, muchas personas han sentido un vacío enorme. Aprendieron a cumplir con los ritos rutinarios tradicionalistas y a vivir de acuerdo con todo aquello que satisface la carne. Nunca fueron transformados a una nueva vida, es decir, convertidos a Cristo. Jesús declaró: "Lo que es nacido de la carne, carne es" (Juan 3:6). Todo lo que se realiza según la carne, aun en el terreno religioso, no puede producir frutos espirituales.
Si a las multitudes se les hubiese enseñado el Cristo evangélico, no veríamos estos estados de crisis colectiva y los dirigentes no tendrían motivos para alarmarse.
Todo lo que no sea un verdadero cambio interno en el corazón del ser humano como resultado de su fe en Cristo, fe fundada en la sola Palabra de Dios, no se formarán iglesias vivientes en Cristo por otros medios.
Las almas han de acudir a Cristo, teniendo sed de Él; cuando lleguen a creer en Él, "ríos de agua viva saldrán de su interior". La verdadera Obra del Señor siempre permanece, es renovada, se mantiene fresca, tiene vida nueva, está guiada por el Espíritu Santo.
Vemos que los ritos y las ordenanzas no satisfacen a las gentes y éstas no acuden a las iglesias; sin embargo la voz de Jesús sigue diciendo: "Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba".
¡Aquí sí hay atracción y realidad! ¡Es menester que las almas vivan esta experiencia en Cristo! Creemos que aún muchos religiosos, ya sean ministros protestantes o sacerdotes católicos, deberían "experimentarla" para comunicarla después a sus feligreses. Experiencia que penetra hasta lo más recóndito del corazón; que convierte el alma a Dios. Experiencia espiritual que, por la gracia divina, está todavía al alcance de todos los seres humanos. Es una lástima que muchos no la aprovechen. Empieza mientras estamos en este mundo, y se ensancha y perfecciona allá en la gloria celestial. Jesús dice: "El que cree en Mí, de su interior correrán ríos de agua viva". ¡Es vida vivificadora! Cada creyente en Cristo es un templo del Espíritu Santo; y creyentes verdaderos necesita la iglesia de hoy. Las misas y ritos no salvan ni borran los pecados. La Palabra de Dios nos dice claramente: "Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:11,12). ¡El texto bíblico está bien claro!
Prediquemos el genuino Evangelio de Cristo y no atiborremos a las almas con tantas obligaciones rituales; y siempre acudamos al Señor con amor y fe.
Fco. Fernández Marín
http://www.epos.nl/ecr/
NO SATISFACEN
"Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:27,28).
Los dirigentes de las grandes confesiones religiosas se hallan preocupados ante la terrible ola de indiferencia y frialdad religiosa que se manifiesta por doquier, y especialmente entre sus propios feligreses. Las grandes iglesias están perdiendo "interés y actualidad" entre las gentes. Sus programas ya no satisfacen, tienen muy poco atractivo; se han apartado tanto del verdadero Camino, de la Fuente de la Vida, del Cristo genuino, que sus ritos y obligaciones tradicionales para muchos resultan en un conjunto de formas externas que carecen de significado.
La vida moderna con todo su progreso no se ajusta a muchas formas arcaicas de carácter religioso. Estas iglesias enseñaron a sus feligreses lo ficticio y no la realidad de Cristo; al no tener fundamento ni base, muchas personas han sentido un vacío enorme. Aprendieron a cumplir con los ritos rutinarios tradicionalistas y a vivir de acuerdo con todo aquello que satisface la carne. Nunca fueron transformados a una nueva vida, es decir, convertidos a Cristo. Jesús declaró: "Lo que es nacido de la carne, carne es" (Juan 3:6). Todo lo que se realiza según la carne, aun en el terreno religioso, no puede producir frutos espirituales.
Si a las multitudes se les hubiese enseñado el Cristo evangélico, no veríamos estos estados de crisis colectiva y los dirigentes no tendrían motivos para alarmarse.
Todo lo que no sea un verdadero cambio interno en el corazón del ser humano como resultado de su fe en Cristo, fe fundada en la sola Palabra de Dios, no se formarán iglesias vivientes en Cristo por otros medios.
Las almas han de acudir a Cristo, teniendo sed de Él; cuando lleguen a creer en Él, "ríos de agua viva saldrán de su interior". La verdadera Obra del Señor siempre permanece, es renovada, se mantiene fresca, tiene vida nueva, está guiada por el Espíritu Santo.
Vemos que los ritos y las ordenanzas no satisfacen a las gentes y éstas no acuden a las iglesias; sin embargo la voz de Jesús sigue diciendo: "Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba".
¡Aquí sí hay atracción y realidad! ¡Es menester que las almas vivan esta experiencia en Cristo! Creemos que aún muchos religiosos, ya sean ministros protestantes o sacerdotes católicos, deberían "experimentarla" para comunicarla después a sus feligreses. Experiencia que penetra hasta lo más recóndito del corazón; que convierte el alma a Dios. Experiencia espiritual que, por la gracia divina, está todavía al alcance de todos los seres humanos. Es una lástima que muchos no la aprovechen. Empieza mientras estamos en este mundo, y se ensancha y perfecciona allá en la gloria celestial. Jesús dice: "El que cree en Mí, de su interior correrán ríos de agua viva". ¡Es vida vivificadora! Cada creyente en Cristo es un templo del Espíritu Santo; y creyentes verdaderos necesita la iglesia de hoy. Las misas y ritos no salvan ni borran los pecados. La Palabra de Dios nos dice claramente: "Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:11,12). ¡El texto bíblico está bien claro!
Prediquemos el genuino Evangelio de Cristo y no atiborremos a las almas con tantas obligaciones rituales; y siempre acudamos al Señor con amor y fe.
Fco. Fernández Marín
http://www.epos.nl/ecr/