No quisieron escuchar… y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que el Señor… enviaba por su Espíritu. Zacarías 7:11-12
¿Los postreros días?
Si esta noche, como la mayoría de sus contemporáneos, usted encendiera su televisor para enterarse de lo que sucede en el mundo, ¿qué vería? Pueblos que se desgarran en conflictos internos, manifestaciones que inmovilizan la economía de un país, la corrupción de los hombres elegidos para gobernar a los demás, la incitación al desenfreno en la juventud, el matrimonio burlado…
Desde la prisión en que estaba detenido, el apóstol Pablo escribió a Timoteo: “Debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos”; y a continuación presenta las características de quienes en esos tiempos vivirán en el pecado e irán de mal en peor, sin dejar de cubrirse con un manto religioso (2 Timoteo 3:1-13).
La pregunta que puede formularse toda persona que observa los progresos del mal, aun en los límites de su propia generación, es la siguiente: ¿No hemos llegado a esos tiempos peligrosos de los postreros días?
Éstos preceden a la venida del Señor para buscar a los que le pertenecen. Él puede venir de un momento a otro. Y entonces todos los creyentes fallecidos o aún vivos serán arrebatados en cuerpos gloriosos. En cambio, serán dejados vivos o en sus tumbas todos aquellos que no quisieron aceptar la salvación de Dios.
Si Jesús viniese mientras usted está leyendo esta hojita, ¿sería arrebatado al cielo o dejado en la tierra sobre la cual caerán los juicios?
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)