Dedico ésta aportación a la forista Rosa del Valle, mi amada.
LOS MUERTOS ESTÁN EN LOS SEPULCROS
La doctrina de un "pastor evangélico"
Tengo delante de mi un folleto de estudio "bíblico", titulado "¿Dónde están los muertos?".
Dicho folleto está escrito por un "pastor evangélico" de La Línea, Cádiz, llamado J. Candeas.
El "pastor" J. Candeas escribe lo siguiente en su folleto:
"La Bíblia enseña que el alma tiene un lugar en el más allá. Si esta alma es creyente irá a un lugar de felicidad. Si no lo es, irá a otro de sufrimiento. Y esta felicidad, o sufrimiento, es un estado del alma eterno. ¿Por qué? porque el alma es inmortal, no muere nunca.
Cuando la Bíblia habla de la creación del hombre nos dice que éste fue creado de modo directo por Dios, y a imagen y semejanza Suya. Por eso puso dentro de su cuerpo "Aliento de vida", esto es, el alma inmortal, hecha a la imagen y semejanza divina... Y porque esta alma ha sido hecha a imagen semejanza Suya, por eso pervive más allá de la tumba, y ella, cuando ha salido de su "cáscara" o "habitación", esto es; de su cuerpo al morir, tiene preparado en el más allá un lugar para recibirle.
...los hombres de Dios, en tiempos antiguos, ya tenían una idea clara respecto al lugar de los muertos: ellos creían que sus almas perduraban después de la tumba. Usaban una frase común al decir "Que fue unido a su pueblo". Y esta unión se efectuaba en un lugar concreto al que llamaban SHEOL. Veamos unos ejemplos: Cuando Jacob recibió la noticia falsa de la muerte de su hijo José, se llenó de una pena intensa que no persistía con el paso del tiempo. Cuando sus hijos quisieron consolarle, él los rechazó, diciendo: "descenderé enlutado a mi hijo hasta el Sheol." (Gen.37:34-35). Y estas palabras no se referían al sepulcro, puesto que a Jacob le habían dicho que José fue devorado por una fiera. El se refería al lugar de los muertos, en el más allá, llamado Sheol adonde iban todas las almas después de la muerte. Y, por eso también, a la hora de pedirle a Dios la resurrección de un niño muerto, el profeta Elías le suplica: "Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él." (1Re. 17:21-22). Queda claro que en el Antiguo Testamento, pues, que los hombres ya creían entonces en la pervivencia del alma después de la muerte del cuerpo, y que éstas iban a un lugar en el más allá llamado Sheol.
Valera, al traducir la Bíblia, no podía comprender cómo era posible que creyentes e inconversos al morir, fueran al mismo lugar en el más allá. Y es que él no entendió que en el Sheol del Antiguo testamento, Hades en el nuevo, morada de las almas, existían dos departamentos completamente distintos y separados por una frontera, o límite, que nadie podía traspasar. En uno de estos departamentos están los no creyentes. En el otro departamento, llamado seno de Abraham y Paraíso, estaban los creyentes en Jesucristo. Los primeros están en continuo sufrimiento. Los segundos estaban en plena felicidad. Jesucristo mismo nos revela esta verdad contando la historia de un hombre rico que vivió para sí, sin tener en cuenta para nada a Dios, y de otro hombre muy pobre y enfermo, llamado Lázaro y que, en medio de su enfermedad y pobreza, vivió como creyente. Del estado de sus almas en el más allá nos cuenta lo siguiente".
A continuación, el Sr. Candeas cita las palabras de Jesús, registradas en Lucas 16:19-31, es decir, la parábola del rico y Lázaro, la cual estudiaremos más adelante.
El Sr. Candeas dice en su folleto que cuando Jesús murió, su espíritu descendió al Hades, y se llevó al cielo las almas de los justos que allí estaban.
A continuación, ese "pastor" y "maestro" de la Bíblia dice que toda la Palabra de Dios enseña que, cuando un creyente parte de este mundo, va a la presencia del Señor, al cielo. Para apoyar esa doctrina, él cita los tres textos clásicos: 2Co.5:8, Fil.1:23 y Lc.23:43.
En tono burlesco, ese "pastor" dice que los muertos no "duermen la siesta", sino que están despiertos en el más allá. Si no han sido "creyentes" (es decir, sino han creído lo que enseña el "pastor" J. Candeas) sufrirán para siempre en el infierno, asándose sin que jamás sean destruidos en el fuego. Esta es la doctrina del "pastor" J. Candeas, la cual es idéntica a la doctrina enseñada por el romanismo papista.
LA DOCTRINA DE LA PALABRA DE DIOS
A continuación estudiaremos las Sagradas Escrituras, para comprobar sin son ciertas o falsas las doctrinas enseñadas por el mencionado "pastor evangélico" y por el romanismo papista.
Haremos como los nobles judíos de Berea, los cuales investigaban las Sagradas Escrituras,
para comprobar la doctrina del apóstol Pablo (Hch.17:10-11).
Para empezar, responderé a la pregunta que ese "pastor" pone por título en su folleto de estudio "bíblico". El dice: "¿Dónde están los muertos?", y yo le respondo: los muertos están en los sepulcros, tal como dijo el Señor Jesús:
"Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn.5:28-29).
Esas palabras de Jesús son casi idénticas a las pronunciadas por el ángel:
"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dn.12:2).
Por consiguiente, la palabra de Dios, dice lo siguiente sobre los muertos:
1º Los muertos están en los sepulcros.
En otras palabras, ellos no están vivos en ningún "más allá" que no existe.
2º Los muertos duermen en el polvo de la tierra. En otras palabras, ¡ellos no están despiertos en ningún "más alla"! La Bíblia jamás habla de ese "más allá".
3º Todos los muertos, justos e injustos, despertarán cuando resuciten.
La doctrina de que el alma no muere, que es inmortal, ¡es una vulgar mentira satánica!
La Bíblia dice multitud de veces que el alma es mortal. Por ejemplo, Ádán era un alma viviente, un ser viviente (Gen.2:7). Esa alma pecó y murió, tal como dijo el Señor (Gen.2:17,5:5).
El Señor dijo, por dos veces: "El alma que peque, esa morirá" (Eze.18:4,20). Si el alma fuera inmortal, entonces el Señor sería un mentiroso al decir que muere.
Jesús dijo que su alma estaba triste hasta la muerte (Mt.26:38).
Jesús dio su alma (vida) en rescate de muchos. Si el alma fuera inmortal, ¡él jamás habría muerto, y no existiría la redención por su sangre!
El alma es el ser humano mortal.
Fue el diablo quien engañó a Eva, diciendo que, si pecaban, no morirían, es decir, serían inmortales (Gen.3:4).
La doctrina de la inmortalidad del alma la originó Satanás. Esta mentira diabólica se propagó por el mundo, y hoy la enseñan miles de falsos profetas de la cristiandad (Mt.7:15,24:11).
El "pastor" J. Candeas, se burla de la palabra de Dios.
El Señor dice claramente en su palabra que los muertos duermen, sin embargo, dicho "pastor"dice burlonamente que ellos no duermen "la siesta", sino que están despiertos en el más allá.
¡Qué falta de respeto a la palabra de Dios!
Esos pastores de pacotilla enseñan que solo duerme el cuerpo en el sepulcro, no el alma. Sin embargo, Jesús dijo claramente "Lázaro duerme" (Jn.11:11), entonces fue al sepulcro y le despertó o resucitó.
El Señor no dijo que solo durmiera el cuerpo, ¡sino Lázaro! El resucitó a Lázaro, no solo su cuerpo.
Lázaro estuvo cuatro días muerto. Si el alma sobreviviera a la muerte y fuera a un "más allá", no hay duda de que Lázaro hubiera contado tan maravillosa experiencia, quedando registrado su testimonio en el Evangelio.
Sin embargo, ¡Lázaro no contóabsolutamente nada!
Lázaro nunca estuvo en un maravilloso "más allá", ni mucho menos en el cielo, por la sencilla razón de que él dejó de existir cuando murió, tal como dice Gen.3:19.
Los testimonios actuales de gente que dicen haber fallecido, salido del cuerpo, y viajado al más allá, no son más que manipulaciones satánicas, ¡sin base bíblica!.
Muchos enseñan que el alma no resucita, porque no muere, sin embargo, la palabra de Dios dice que el alma muere, por tanto, resucita. Por eso es que, en Ap.20:4, leemos que Juan vio las almas de los verdaderos mártires cristianos resucitadas: "Volvieron a vivir (resucitaron) y reinaron con Cristo mil años".
Observe bien, si los muertos volverán a vivir cuando resuciten, significa que ellos no están ahora vivos en ningún lugar.
Si los muertos estuvieran vivos en un "más allá", la palabra de Dios jamás diría que volverán a vivir.
Observe que Jesús dijo bien claro que los muertos vivirán, ¡en tiempo futuro! (Jn.11:25), por lo tanto, si vivirán¸significa que ahora no están vivos en ningún lugar.
El Señor dice claramente que, cuando morimos, volvemos al polvo de la tierra (Gen.3:19), es decir, dejamos de existir, ya que volvemos a la misma condición de inexistencia que Adán
tenía antes de que el Señor lo creara del polvo de la tierra.
Por consiguiente, el Señor dice, de forma clara, que cuando morimos, dejamos de existir.
Ahora bien, algunos que se creen "evangelistas" dicen: " Si dejamos de existir cuando morimos, ¿por qué dice la Bíblia que los muertos duermen? Si los muertos duermen, entonces no han dejado de existir".
Ese argumento se lo escuché hace unos meses a un famoso "evangelista" español, el cual pretendía hacer creer a los telespectadores que el alma no muere, sino que sigue viva en el cielo o en el infierno.
A dicho "evangelista" le digo lo siguiente:
En primer lugar, como ya hemos visto, el Señor dice en su palabra que, cuando morimos volvemos al polvo de la tierra, es decir, dejamos de existir.
En segundo lugar, suponiendo que los muertos siguieran vivos en un "más allá", estos estarían dormidos, ¡no despiertos!, ya que la Bíblia dice que ellos duermen (Dn.12:2,Jn.11:11,Hch.7:60,1Co.11:30,15:20,1Ts.4:13-14,5:10), y, como ya hemos visto, es la persona quien duerme en el sepulcro, no solamente su cuerpo.
La explicación es muy sencilla.
La palabra de Dios lo que hace es utilizar el símil de la dormición para enseñar que los muertos resucitarán con toda certeza.
Cuando dormimos, despertamos después. De igual forma, cuando alguien muere, que tenga la seguridad de que Dios le despertará el día de la resurrección.
Es interesante saber que, para Dios, los muertos no duermen, sino que viven (Lc.20:38), ¿por qué? Por la sencilla razón de que Dios ve el futuro, y, por tanto, él ve a todos los muertos resucitados y vivos (Lc.20:35-37).
EL ALIENTO DE VIDA (O ESPÍRITU DE VIDA) NO ES EL ALMA.
El Señor insufló en la nariz de Adán el aliento de vida, y entonces Adán se convirtió en un alma viviente (Gen.2:7).
Por consiguiente, una cosa es el espíritu (aliento) de vida, y otra muy diferente el alma. Esto lo sabía muy bien el apóstol Pablo. El diferenció el alma y el espíritu (1Ts.5:23).
El texto hebreo lo diferencia claramente. la palabra traducida por "espíritu" es ruaj, y la palabra tra ducida por "alma" es nefesh.
El texto griego del Nuevo Testamento, también diferencia claramente el alma y el espíritu. La palabra griega traducida por "alma" es psijé, y la palabra traducida por "espíritu" es pneuna.
Ahora bien, ¿qué es el espíritu?
El espíritu es la energía que el Señor introdujo en el cuerpo de Adán, la cual hizo que él viviera.
Esto mismo es lo que enseñó el Señor, cuando dijo: "El espíritu es lo que da la vida" (Jn.6:63).
El espíritu no es la persona (el alma), sino la energía que da la vida a la persona. Sería algo así como la energía eléctrica que hace funcionar los aparatos eléctricos. Cuando no hay energía, el aparato no funciona. De igual forma, el cuerpo sin el espíritu está muerto, inactivo (Stg.2:26).
Cuando morimos, el cuerpo vuelve al polvo de la tierra, y esa energía o espíritu vuelve al Señor que la dio (Ecle.12:7). Entonces el alma muere (Eze.18:4,20), y dejamos de existir. ¡En ningún caso es el alma lo que vuelve al Señor, sino el espíritu!
Observe que el espíritu no desciende al Hades o Sheol, sino que vuelve al Señor que lo dio.
Por tanto, los que enseñan que en el Hades hay espíritus, ¡están mintiendo! La Bíblia no dice por ninguna parte que en el Sheol (Hades) existan espíritus.
Lo que fue creado a imagen y semejanza de los Dioses (Elohim) fue el cuerpo de Adán, no
su espíritu o energía vital.
Adán tenía un parecido físico con los Dioses (Elohim), exactamente de la misma forma que
Set, hijo de Adán, fue engendrado por su padre a su imagen y semejanza (Gen.5:3), es decir, Set tenía un parecido físico con su padre Adán, por tanto, Adán (no Eva) tenía un parecido físico con los Dioses.
Los santos del Antiguo Testamento jamás enseñaron la inmortalidad del alma. Para ellos, la muerte era el fin de todo, pero esperaban que un día resucitarían del polvo de la tierra (Is. 26:19,Dn.12:2,Os.6:2).
Los patriarcas sabían que los muertos descendían al Sheol (Gen.37:34-35), es decir, al reino de los muertos, en el interior de la tierra. ¡Dicho lugar no estaba en un "más allá", sino en la tierra!
En el Antiguo Testamento no se dice por ninguna parte que el Sheol se encuentre en un "más allá".
El Sheol siempre está en el interior de la tierra¸ donde van a parar los muertos que son sepultados.
En la rebelión de Coré la tierra se abrió y los rebeldes, juntamente con sus casas, fueron tragados y sepultados en el Sheol (Núm.16:31-33).
La Bíblia no dice por ninguna parte que en el Sheol existan personas vivas. Ahí solo moran los cadáveres de los fallecidos.
Los llamados "evangélicos" siempre citan el texto de Isaias 14:9-11, para enseñar que en el Sheol están vivos los muertos, pero ellos ignoran que dicho pasaje es una prosopopeya, es decir, se hace hablar a cosas o personas muertas como si estuvieran vivas. Veamos.
En Isaias 14:8 leemos que "los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros".
Los cipreses y lo cedros del Líbano son árboles, sin embargo, Isaías los hace hablar, es decir, está utilizando una prosopopeya. De la misma forma, en los vrs.9-11, Isaías hace hablar a los muertos que están sepultados (en el Sheol), como si estuvieran vivos. Estos muertos están hablando al rey de Babilonia, diciendole que también él ha descendido como ellos al Sheol, es decir, que ha muerto, por eso es que dice "gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán" (v.11). ¡Ninguna persona viva habita en el Sheol!, ni mucho menos sus espíritus, ya que éste regresa a Dios cuando morimos (Ecle.12:7).
El Sheol no es un sepulcro individual, sino el reino de los muertos, siendo el sepulcro el símbolo físico. El sepulcro es la puerta por la que se entra al reino de los muertos, el Sheol (Hades).
Jesús dijo que esas "puertas" del Hades no prevalecerán contra su Iglesia (Mt.16:18), En otras palabras, los sepulcros no podrán contener para siempre a los muertos en Cristo, ya que estos resucitarán y vencerán a la muerte y el Hades (1Co.15:51-55).
Cuando el profeta Elías rogó a Yáohu que hiciera volver el alma del niño (1Re.17:21-22), sencillamente estaba pidiendo que la vida (nefesh) volviera al cuerpo del niño. El texto no dice por ninguna parte que el alma del niño fuera inmortal y estuviera viva en el Sheol.
¡Ningún patriarca o profeta del Antiguo Testamento creyó jamás en la supervivencia del alma después de la muerte!
La doctrina satánica de la inmortalidad del alma, se introdujo en el judaísmo cuando éste se contaminó con la filosofía diabólica de los griegos, los cuales sí que enseñaban la inmortalidad del alma. Esa corrupción del judaísmo aún existe en la actualidad, y se puede ver incluso en las congregaciones judío-mesiánicas, las cuales también enseñan esa doctrina falsa.
La teoría de los dos departamentos en el Hades, no es más que una repugnante doctrina de demonios (1Tm.4:1).
La Bíblia jamás enseña por ninguna parte que el Hades esté dividido en dos departamentos
Para comprobar la falsedad de esa patraña iglesiera, estudiaremos el relato del rico y Lázaro.
LA PARÁBOLA DEL RICO Y LÁZARO
Dicho relato, se encuentra registrado en Lc.16:19-31, y, sin duda, se trata de una parábola, no de una historia real, ya que es la última de una serie de cinco parábolas seguidas (Lc.15:316:8).
Abraham, el rico y Lázaro eran personajes reales que existieron, sin embargo, habían muerto.
Por tanto, los tres estaban muertos, no vivos.
La razón por la que en dicha parábola aparecen vivos, es muy sencilla. Jesús estaba utilizando una figura literaria, muy común en la Bíblia: la prosopopeya, es decir, Jesús hizo hablar a tres personas muertas, como si estuvieran vivas. La misma figura vemos en Gen.4:10, Is.14:8-11, Ap.6:9-10.
Jesús no dijo por ninguna parte que el Hades estuviera dividido en dos departamentos, ¡eso es una gran patraña!
La gran sima, mencionada en la parábola, no dividía el Hades, sino que separaba el lugar donde estaban Abraham y Lázaro, del Hades, donde estaba el rico.
Observe que solo el rico estaba en el Hades.
El texto no dice por ninguna parte que Lázaro estuviera también en el Hades.
Lázaro estaba en el seno de Abraham, es decir, recostado en el pecho de Abraham, de la misma forma que Juan estaba, en la última cena, recostado cerca del seno o pecho de Jesús (Jn.13:23-25).
Repito, solo el rico estaba en el Hades, es decir, en el reino de los muertos. ¡Abraham y Lázaro estaban en el reino de Dios!
Abraham, el rico y Lázaro no eran espíritus, ya que el texto menciona el seno o pecho de Abraham, los ojos y la lengua del rico, y el dedo de Lázaro.
Por tanto, los tres tenían un cuerpo de carne y huesos, y un espíritu no tiene carne ni huesos (Lc.24:30).
Por lo tanto, Jesús no estaba enseñando lo que sucede con el espíritu cuando morimos. Lo que estaba enseñando, es lo que sucederá cuando el reino de Dios llegue a la tierra. Entonces los justos, como Lázaro, estarán con Abraham en el reino de Dios
sin embargo, los incrédulos, como el rico, estarán en el reino de los muertos, atormentados por el fuego que les destruirá en cuerpo y alma (Mt.10:28).
Que ésta es la única interpretación verdadera, está corroborado por otras palabras de Jesús.
El dijo que, cuando el reino de Dios esté en la tierra, los impíos llorarán y crujirán de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, sin embargo, ellos estarán excluidos (Lc.13:28).
En otra ocasión, él dijo que, en ese horno de fuego, llorarán y crujirán de dientes (Mt.13:41,42).
Observe que él no dijo que llorarán y crujirán de dientes por la eternidad. Ese fuego los quemará como cizaña, serán destruidos (aniquilados) para siempre, y reducidos a cenizas (Malq.4:1-3). La diabólica doctrina de los sufrimientos eternos, enseñada por los falsos profetas, es una blasfemia indescriptible, un insulto a la justicia y misericordia de
Dios, ya que el salario del pecado es la muerte, ¡no la vida eterna en un sufrimiento eterno!.
La palabra de Dios enseña, de forma clara, que solo los justos vivirán para siempre (Mt.25:46), ¡solo ellos serán inmortales! Los condenados jamás serán inmortales, ni vivirán para siempre, sino que irán al castigo eterno (Mt.25:46), que consistirá en la destrucción eterna en el fuego, ¡no un sufrimiento eterno!
Cuando Jesús murió, su espíritu fue recibido por el Padre, ¡no fue al Hades! (Mt.24:46) Fue el alma (la vida) del Señor la que estuvo en el reino de los muertos (el Hades), y volvió a vivir cuando resucitó (Hch.2:31-32).
Cuando un verdadero cristiano muere, el Señor recibe su espíritu, y entonces duerme(Hch.7:59-60), para despertar el día de la venida del Señor (1Ts.4:14-17).
Por tanto, ¡cuando el cristiano muere, no parte con el Señor!, él reposa en el polvo de la tierra, hasta que el Señor venga, ¡entonces los cristianos estarán con el Señor! (1Ts.4:17).
Respecto al ladrón arrepentido, éste no fue al Paraíso cuando murió, por la sencilla razón de
que el Paraíso está en el tercer cielo (2Co.12:1-4), donde mora Dios.
Jesús, después de resucitar, dijo claramente que aún no había subido al Padre (Jn.20:17).
Por consiguiente, él no fue al Paraíso o tercer cielo cuando murió, sino cuando ascendió.
Lo que hizo Jesús es asegurarle al ladrón arrepentido ese día que estaría con él en el Paraíso, ¡en tiempo futuro!
Respecto a los textos de 2Co.5:8 y Fil.1:23, en ellos Pablo dice sencillamente que quería librarse de este cuerpo mortal, y estar con el Señor. El deseaba morir (partir), para estar con el Señor, porque sabía que el siguiente evento después de la muerte, es la resurrección.
La resurrección es un despertar, y sucede después de dormirnos, no en el momento de dormirnos.
De la misma forma, el verdadero cristiano va con el Señor después de la muerte, no
cuando muere. ¡No es la muerte lo que nos une a Cristo, sino la resurrección!
La muerte es lo contrario de la vida, no es un despertar a la otra vida. Solo despertaremos cuando Dios nos resucite. Esta es la doctrina de la palabra de Dios.
Por consiguiente, la cristiandad apóstata, está predicando un evangelio falso, adulterado, el cual, durante siglos, ha sido creído por miles de millones de personas engañadas e ignorantes.
Ellos no son culpables, los culpables son los líderes eclesiásticos que, durante siglos, han estado engañando y ocultando a millones de personas el verdadero Evangelio del Señor Jesucristo.
Justo José
LOS MUERTOS ESTÁN EN LOS SEPULCROS
La doctrina de un "pastor evangélico"
Tengo delante de mi un folleto de estudio "bíblico", titulado "¿Dónde están los muertos?".
Dicho folleto está escrito por un "pastor evangélico" de La Línea, Cádiz, llamado J. Candeas.
El "pastor" J. Candeas escribe lo siguiente en su folleto:
"La Bíblia enseña que el alma tiene un lugar en el más allá. Si esta alma es creyente irá a un lugar de felicidad. Si no lo es, irá a otro de sufrimiento. Y esta felicidad, o sufrimiento, es un estado del alma eterno. ¿Por qué? porque el alma es inmortal, no muere nunca.
Cuando la Bíblia habla de la creación del hombre nos dice que éste fue creado de modo directo por Dios, y a imagen y semejanza Suya. Por eso puso dentro de su cuerpo "Aliento de vida", esto es, el alma inmortal, hecha a la imagen y semejanza divina... Y porque esta alma ha sido hecha a imagen semejanza Suya, por eso pervive más allá de la tumba, y ella, cuando ha salido de su "cáscara" o "habitación", esto es; de su cuerpo al morir, tiene preparado en el más allá un lugar para recibirle.
...los hombres de Dios, en tiempos antiguos, ya tenían una idea clara respecto al lugar de los muertos: ellos creían que sus almas perduraban después de la tumba. Usaban una frase común al decir "Que fue unido a su pueblo". Y esta unión se efectuaba en un lugar concreto al que llamaban SHEOL. Veamos unos ejemplos: Cuando Jacob recibió la noticia falsa de la muerte de su hijo José, se llenó de una pena intensa que no persistía con el paso del tiempo. Cuando sus hijos quisieron consolarle, él los rechazó, diciendo: "descenderé enlutado a mi hijo hasta el Sheol." (Gen.37:34-35). Y estas palabras no se referían al sepulcro, puesto que a Jacob le habían dicho que José fue devorado por una fiera. El se refería al lugar de los muertos, en el más allá, llamado Sheol adonde iban todas las almas después de la muerte. Y, por eso también, a la hora de pedirle a Dios la resurrección de un niño muerto, el profeta Elías le suplica: "Jehová Dios mío, te ruego que hagas volver el alma de este niño a él." (1Re. 17:21-22). Queda claro que en el Antiguo Testamento, pues, que los hombres ya creían entonces en la pervivencia del alma después de la muerte del cuerpo, y que éstas iban a un lugar en el más allá llamado Sheol.
Valera, al traducir la Bíblia, no podía comprender cómo era posible que creyentes e inconversos al morir, fueran al mismo lugar en el más allá. Y es que él no entendió que en el Sheol del Antiguo testamento, Hades en el nuevo, morada de las almas, existían dos departamentos completamente distintos y separados por una frontera, o límite, que nadie podía traspasar. En uno de estos departamentos están los no creyentes. En el otro departamento, llamado seno de Abraham y Paraíso, estaban los creyentes en Jesucristo. Los primeros están en continuo sufrimiento. Los segundos estaban en plena felicidad. Jesucristo mismo nos revela esta verdad contando la historia de un hombre rico que vivió para sí, sin tener en cuenta para nada a Dios, y de otro hombre muy pobre y enfermo, llamado Lázaro y que, en medio de su enfermedad y pobreza, vivió como creyente. Del estado de sus almas en el más allá nos cuenta lo siguiente".
A continuación, el Sr. Candeas cita las palabras de Jesús, registradas en Lucas 16:19-31, es decir, la parábola del rico y Lázaro, la cual estudiaremos más adelante.
El Sr. Candeas dice en su folleto que cuando Jesús murió, su espíritu descendió al Hades, y se llevó al cielo las almas de los justos que allí estaban.
A continuación, ese "pastor" y "maestro" de la Bíblia dice que toda la Palabra de Dios enseña que, cuando un creyente parte de este mundo, va a la presencia del Señor, al cielo. Para apoyar esa doctrina, él cita los tres textos clásicos: 2Co.5:8, Fil.1:23 y Lc.23:43.
En tono burlesco, ese "pastor" dice que los muertos no "duermen la siesta", sino que están despiertos en el más allá. Si no han sido "creyentes" (es decir, sino han creído lo que enseña el "pastor" J. Candeas) sufrirán para siempre en el infierno, asándose sin que jamás sean destruidos en el fuego. Esta es la doctrina del "pastor" J. Candeas, la cual es idéntica a la doctrina enseñada por el romanismo papista.
LA DOCTRINA DE LA PALABRA DE DIOS
A continuación estudiaremos las Sagradas Escrituras, para comprobar sin son ciertas o falsas las doctrinas enseñadas por el mencionado "pastor evangélico" y por el romanismo papista.
Haremos como los nobles judíos de Berea, los cuales investigaban las Sagradas Escrituras,
para comprobar la doctrina del apóstol Pablo (Hch.17:10-11).
Para empezar, responderé a la pregunta que ese "pastor" pone por título en su folleto de estudio "bíblico". El dice: "¿Dónde están los muertos?", y yo le respondo: los muertos están en los sepulcros, tal como dijo el Señor Jesús:
"Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Jn.5:28-29).
Esas palabras de Jesús son casi idénticas a las pronunciadas por el ángel:
"Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Dn.12:2).
Por consiguiente, la palabra de Dios, dice lo siguiente sobre los muertos:
1º Los muertos están en los sepulcros.
En otras palabras, ellos no están vivos en ningún "más allá" que no existe.
2º Los muertos duermen en el polvo de la tierra. En otras palabras, ¡ellos no están despiertos en ningún "más alla"! La Bíblia jamás habla de ese "más allá".
3º Todos los muertos, justos e injustos, despertarán cuando resuciten.
La doctrina de que el alma no muere, que es inmortal, ¡es una vulgar mentira satánica!
La Bíblia dice multitud de veces que el alma es mortal. Por ejemplo, Ádán era un alma viviente, un ser viviente (Gen.2:7). Esa alma pecó y murió, tal como dijo el Señor (Gen.2:17,5:5).
El Señor dijo, por dos veces: "El alma que peque, esa morirá" (Eze.18:4,20). Si el alma fuera inmortal, entonces el Señor sería un mentiroso al decir que muere.
Jesús dijo que su alma estaba triste hasta la muerte (Mt.26:38).
Jesús dio su alma (vida) en rescate de muchos. Si el alma fuera inmortal, ¡él jamás habría muerto, y no existiría la redención por su sangre!
El alma es el ser humano mortal.
Fue el diablo quien engañó a Eva, diciendo que, si pecaban, no morirían, es decir, serían inmortales (Gen.3:4).
La doctrina de la inmortalidad del alma la originó Satanás. Esta mentira diabólica se propagó por el mundo, y hoy la enseñan miles de falsos profetas de la cristiandad (Mt.7:15,24:11).
El "pastor" J. Candeas, se burla de la palabra de Dios.
El Señor dice claramente en su palabra que los muertos duermen, sin embargo, dicho "pastor"dice burlonamente que ellos no duermen "la siesta", sino que están despiertos en el más allá.
¡Qué falta de respeto a la palabra de Dios!
Esos pastores de pacotilla enseñan que solo duerme el cuerpo en el sepulcro, no el alma. Sin embargo, Jesús dijo claramente "Lázaro duerme" (Jn.11:11), entonces fue al sepulcro y le despertó o resucitó.
El Señor no dijo que solo durmiera el cuerpo, ¡sino Lázaro! El resucitó a Lázaro, no solo su cuerpo.
Lázaro estuvo cuatro días muerto. Si el alma sobreviviera a la muerte y fuera a un "más allá", no hay duda de que Lázaro hubiera contado tan maravillosa experiencia, quedando registrado su testimonio en el Evangelio.
Sin embargo, ¡Lázaro no contóabsolutamente nada!
Lázaro nunca estuvo en un maravilloso "más allá", ni mucho menos en el cielo, por la sencilla razón de que él dejó de existir cuando murió, tal como dice Gen.3:19.
Los testimonios actuales de gente que dicen haber fallecido, salido del cuerpo, y viajado al más allá, no son más que manipulaciones satánicas, ¡sin base bíblica!.
Muchos enseñan que el alma no resucita, porque no muere, sin embargo, la palabra de Dios dice que el alma muere, por tanto, resucita. Por eso es que, en Ap.20:4, leemos que Juan vio las almas de los verdaderos mártires cristianos resucitadas: "Volvieron a vivir (resucitaron) y reinaron con Cristo mil años".
Observe bien, si los muertos volverán a vivir cuando resuciten, significa que ellos no están ahora vivos en ningún lugar.
Si los muertos estuvieran vivos en un "más allá", la palabra de Dios jamás diría que volverán a vivir.
Observe que Jesús dijo bien claro que los muertos vivirán, ¡en tiempo futuro! (Jn.11:25), por lo tanto, si vivirán¸significa que ahora no están vivos en ningún lugar.
El Señor dice claramente que, cuando morimos, volvemos al polvo de la tierra (Gen.3:19), es decir, dejamos de existir, ya que volvemos a la misma condición de inexistencia que Adán
tenía antes de que el Señor lo creara del polvo de la tierra.
Por consiguiente, el Señor dice, de forma clara, que cuando morimos, dejamos de existir.
Ahora bien, algunos que se creen "evangelistas" dicen: " Si dejamos de existir cuando morimos, ¿por qué dice la Bíblia que los muertos duermen? Si los muertos duermen, entonces no han dejado de existir".
Ese argumento se lo escuché hace unos meses a un famoso "evangelista" español, el cual pretendía hacer creer a los telespectadores que el alma no muere, sino que sigue viva en el cielo o en el infierno.
A dicho "evangelista" le digo lo siguiente:
En primer lugar, como ya hemos visto, el Señor dice en su palabra que, cuando morimos volvemos al polvo de la tierra, es decir, dejamos de existir.
En segundo lugar, suponiendo que los muertos siguieran vivos en un "más allá", estos estarían dormidos, ¡no despiertos!, ya que la Bíblia dice que ellos duermen (Dn.12:2,Jn.11:11,Hch.7:60,1Co.11:30,15:20,1Ts.4:13-14,5:10), y, como ya hemos visto, es la persona quien duerme en el sepulcro, no solamente su cuerpo.
La explicación es muy sencilla.
La palabra de Dios lo que hace es utilizar el símil de la dormición para enseñar que los muertos resucitarán con toda certeza.
Cuando dormimos, despertamos después. De igual forma, cuando alguien muere, que tenga la seguridad de que Dios le despertará el día de la resurrección.
Es interesante saber que, para Dios, los muertos no duermen, sino que viven (Lc.20:38), ¿por qué? Por la sencilla razón de que Dios ve el futuro, y, por tanto, él ve a todos los muertos resucitados y vivos (Lc.20:35-37).
EL ALIENTO DE VIDA (O ESPÍRITU DE VIDA) NO ES EL ALMA.
El Señor insufló en la nariz de Adán el aliento de vida, y entonces Adán se convirtió en un alma viviente (Gen.2:7).
Por consiguiente, una cosa es el espíritu (aliento) de vida, y otra muy diferente el alma. Esto lo sabía muy bien el apóstol Pablo. El diferenció el alma y el espíritu (1Ts.5:23).
El texto hebreo lo diferencia claramente. la palabra traducida por "espíritu" es ruaj, y la palabra tra ducida por "alma" es nefesh.
El texto griego del Nuevo Testamento, también diferencia claramente el alma y el espíritu. La palabra griega traducida por "alma" es psijé, y la palabra traducida por "espíritu" es pneuna.
Ahora bien, ¿qué es el espíritu?
El espíritu es la energía que el Señor introdujo en el cuerpo de Adán, la cual hizo que él viviera.
Esto mismo es lo que enseñó el Señor, cuando dijo: "El espíritu es lo que da la vida" (Jn.6:63).
El espíritu no es la persona (el alma), sino la energía que da la vida a la persona. Sería algo así como la energía eléctrica que hace funcionar los aparatos eléctricos. Cuando no hay energía, el aparato no funciona. De igual forma, el cuerpo sin el espíritu está muerto, inactivo (Stg.2:26).
Cuando morimos, el cuerpo vuelve al polvo de la tierra, y esa energía o espíritu vuelve al Señor que la dio (Ecle.12:7). Entonces el alma muere (Eze.18:4,20), y dejamos de existir. ¡En ningún caso es el alma lo que vuelve al Señor, sino el espíritu!
Observe que el espíritu no desciende al Hades o Sheol, sino que vuelve al Señor que lo dio.
Por tanto, los que enseñan que en el Hades hay espíritus, ¡están mintiendo! La Bíblia no dice por ninguna parte que en el Sheol (Hades) existan espíritus.
Lo que fue creado a imagen y semejanza de los Dioses (Elohim) fue el cuerpo de Adán, no
su espíritu o energía vital.
Adán tenía un parecido físico con los Dioses (Elohim), exactamente de la misma forma que
Set, hijo de Adán, fue engendrado por su padre a su imagen y semejanza (Gen.5:3), es decir, Set tenía un parecido físico con su padre Adán, por tanto, Adán (no Eva) tenía un parecido físico con los Dioses.
Los santos del Antiguo Testamento jamás enseñaron la inmortalidad del alma. Para ellos, la muerte era el fin de todo, pero esperaban que un día resucitarían del polvo de la tierra (Is. 26:19,Dn.12:2,Os.6:2).
Los patriarcas sabían que los muertos descendían al Sheol (Gen.37:34-35), es decir, al reino de los muertos, en el interior de la tierra. ¡Dicho lugar no estaba en un "más allá", sino en la tierra!
En el Antiguo Testamento no se dice por ninguna parte que el Sheol se encuentre en un "más allá".
El Sheol siempre está en el interior de la tierra¸ donde van a parar los muertos que son sepultados.
En la rebelión de Coré la tierra se abrió y los rebeldes, juntamente con sus casas, fueron tragados y sepultados en el Sheol (Núm.16:31-33).
La Bíblia no dice por ninguna parte que en el Sheol existan personas vivas. Ahí solo moran los cadáveres de los fallecidos.
Los llamados "evangélicos" siempre citan el texto de Isaias 14:9-11, para enseñar que en el Sheol están vivos los muertos, pero ellos ignoran que dicho pasaje es una prosopopeya, es decir, se hace hablar a cosas o personas muertas como si estuvieran vivas. Veamos.
En Isaias 14:8 leemos que "los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros".
Los cipreses y lo cedros del Líbano son árboles, sin embargo, Isaías los hace hablar, es decir, está utilizando una prosopopeya. De la misma forma, en los vrs.9-11, Isaías hace hablar a los muertos que están sepultados (en el Sheol), como si estuvieran vivos. Estos muertos están hablando al rey de Babilonia, diciendole que también él ha descendido como ellos al Sheol, es decir, que ha muerto, por eso es que dice "gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán" (v.11). ¡Ninguna persona viva habita en el Sheol!, ni mucho menos sus espíritus, ya que éste regresa a Dios cuando morimos (Ecle.12:7).
El Sheol no es un sepulcro individual, sino el reino de los muertos, siendo el sepulcro el símbolo físico. El sepulcro es la puerta por la que se entra al reino de los muertos, el Sheol (Hades).
Jesús dijo que esas "puertas" del Hades no prevalecerán contra su Iglesia (Mt.16:18), En otras palabras, los sepulcros no podrán contener para siempre a los muertos en Cristo, ya que estos resucitarán y vencerán a la muerte y el Hades (1Co.15:51-55).
Cuando el profeta Elías rogó a Yáohu que hiciera volver el alma del niño (1Re.17:21-22), sencillamente estaba pidiendo que la vida (nefesh) volviera al cuerpo del niño. El texto no dice por ninguna parte que el alma del niño fuera inmortal y estuviera viva en el Sheol.
¡Ningún patriarca o profeta del Antiguo Testamento creyó jamás en la supervivencia del alma después de la muerte!
La doctrina satánica de la inmortalidad del alma, se introdujo en el judaísmo cuando éste se contaminó con la filosofía diabólica de los griegos, los cuales sí que enseñaban la inmortalidad del alma. Esa corrupción del judaísmo aún existe en la actualidad, y se puede ver incluso en las congregaciones judío-mesiánicas, las cuales también enseñan esa doctrina falsa.
La teoría de los dos departamentos en el Hades, no es más que una repugnante doctrina de demonios (1Tm.4:1).
La Bíblia jamás enseña por ninguna parte que el Hades esté dividido en dos departamentos
Para comprobar la falsedad de esa patraña iglesiera, estudiaremos el relato del rico y Lázaro.
LA PARÁBOLA DEL RICO Y LÁZARO
Dicho relato, se encuentra registrado en Lc.16:19-31, y, sin duda, se trata de una parábola, no de una historia real, ya que es la última de una serie de cinco parábolas seguidas (Lc.15:316:8).
Abraham, el rico y Lázaro eran personajes reales que existieron, sin embargo, habían muerto.
Por tanto, los tres estaban muertos, no vivos.
La razón por la que en dicha parábola aparecen vivos, es muy sencilla. Jesús estaba utilizando una figura literaria, muy común en la Bíblia: la prosopopeya, es decir, Jesús hizo hablar a tres personas muertas, como si estuvieran vivas. La misma figura vemos en Gen.4:10, Is.14:8-11, Ap.6:9-10.
Jesús no dijo por ninguna parte que el Hades estuviera dividido en dos departamentos, ¡eso es una gran patraña!
La gran sima, mencionada en la parábola, no dividía el Hades, sino que separaba el lugar donde estaban Abraham y Lázaro, del Hades, donde estaba el rico.
Observe que solo el rico estaba en el Hades.
El texto no dice por ninguna parte que Lázaro estuviera también en el Hades.
Lázaro estaba en el seno de Abraham, es decir, recostado en el pecho de Abraham, de la misma forma que Juan estaba, en la última cena, recostado cerca del seno o pecho de Jesús (Jn.13:23-25).
Repito, solo el rico estaba en el Hades, es decir, en el reino de los muertos. ¡Abraham y Lázaro estaban en el reino de Dios!
Abraham, el rico y Lázaro no eran espíritus, ya que el texto menciona el seno o pecho de Abraham, los ojos y la lengua del rico, y el dedo de Lázaro.
Por tanto, los tres tenían un cuerpo de carne y huesos, y un espíritu no tiene carne ni huesos (Lc.24:30).
Por lo tanto, Jesús no estaba enseñando lo que sucede con el espíritu cuando morimos. Lo que estaba enseñando, es lo que sucederá cuando el reino de Dios llegue a la tierra. Entonces los justos, como Lázaro, estarán con Abraham en el reino de Dios
sin embargo, los incrédulos, como el rico, estarán en el reino de los muertos, atormentados por el fuego que les destruirá en cuerpo y alma (Mt.10:28).
Que ésta es la única interpretación verdadera, está corroborado por otras palabras de Jesús.
El dijo que, cuando el reino de Dios esté en la tierra, los impíos llorarán y crujirán de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, sin embargo, ellos estarán excluidos (Lc.13:28).
En otra ocasión, él dijo que, en ese horno de fuego, llorarán y crujirán de dientes (Mt.13:41,42).
Observe que él no dijo que llorarán y crujirán de dientes por la eternidad. Ese fuego los quemará como cizaña, serán destruidos (aniquilados) para siempre, y reducidos a cenizas (Malq.4:1-3). La diabólica doctrina de los sufrimientos eternos, enseñada por los falsos profetas, es una blasfemia indescriptible, un insulto a la justicia y misericordia de
Dios, ya que el salario del pecado es la muerte, ¡no la vida eterna en un sufrimiento eterno!.
La palabra de Dios enseña, de forma clara, que solo los justos vivirán para siempre (Mt.25:46), ¡solo ellos serán inmortales! Los condenados jamás serán inmortales, ni vivirán para siempre, sino que irán al castigo eterno (Mt.25:46), que consistirá en la destrucción eterna en el fuego, ¡no un sufrimiento eterno!
Cuando Jesús murió, su espíritu fue recibido por el Padre, ¡no fue al Hades! (Mt.24:46) Fue el alma (la vida) del Señor la que estuvo en el reino de los muertos (el Hades), y volvió a vivir cuando resucitó (Hch.2:31-32).
Cuando un verdadero cristiano muere, el Señor recibe su espíritu, y entonces duerme(Hch.7:59-60), para despertar el día de la venida del Señor (1Ts.4:14-17).
Por tanto, ¡cuando el cristiano muere, no parte con el Señor!, él reposa en el polvo de la tierra, hasta que el Señor venga, ¡entonces los cristianos estarán con el Señor! (1Ts.4:17).
Respecto al ladrón arrepentido, éste no fue al Paraíso cuando murió, por la sencilla razón de
que el Paraíso está en el tercer cielo (2Co.12:1-4), donde mora Dios.
Jesús, después de resucitar, dijo claramente que aún no había subido al Padre (Jn.20:17).
Por consiguiente, él no fue al Paraíso o tercer cielo cuando murió, sino cuando ascendió.
Lo que hizo Jesús es asegurarle al ladrón arrepentido ese día que estaría con él en el Paraíso, ¡en tiempo futuro!
Respecto a los textos de 2Co.5:8 y Fil.1:23, en ellos Pablo dice sencillamente que quería librarse de este cuerpo mortal, y estar con el Señor. El deseaba morir (partir), para estar con el Señor, porque sabía que el siguiente evento después de la muerte, es la resurrección.
La resurrección es un despertar, y sucede después de dormirnos, no en el momento de dormirnos.
De la misma forma, el verdadero cristiano va con el Señor después de la muerte, no
cuando muere. ¡No es la muerte lo que nos une a Cristo, sino la resurrección!
La muerte es lo contrario de la vida, no es un despertar a la otra vida. Solo despertaremos cuando Dios nos resucite. Esta es la doctrina de la palabra de Dios.
Por consiguiente, la cristiandad apóstata, está predicando un evangelio falso, adulterado, el cual, durante siglos, ha sido creído por miles de millones de personas engañadas e ignorantes.
Ellos no son culpables, los culpables son los líderes eclesiásticos que, durante siglos, han estado engañando y ocultando a millones de personas el verdadero Evangelio del Señor Jesucristo.
Justo José