En la teología judía, el Espíritu Santo es mentado como «Ruaj Hakodesh», expresión que puede traducirse como el «aliento de Dios» o «Espíritu de Dios». Dicho Espíritu para el judaismo es una personificación del poder creador y vital divino a través del cual Dios participa en la creación y opera sobre ella. También guiaba a los reyes e inspiraba a los profetas.
Después de hablar esa voz, el Espíritu entró en mí y pude escucharle. (Ez 2,2)
En el Salmo 51, David se lamenta de que puede perder el favor de Dios a causa de sus pecados e implora que no se le retire el Espíritu.