LOS HIJOS DE LUTERO EN MÉXICO (VI

Tobi

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21 Noviembre 2000
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Leopoldo Cervantes-OrtiZ


Protestantismo mexicano y tradición hispánica
LOS HIJOS DE LUTERO EN MÉXICO (VI)



Resulta difícil hablar de la convivencia, en el mismo corazón, de la tradición hispánica con la tradición protestante.(1) Pero los lazos no son tan lejanos como parecen. John A. Mackay, en El otro Cristo español (1932),(2) planteaba que en la época que comenzó el movimiento de la Reforma en Europa, en España también había inquietudes relacionadas con el despertar de la fe cristiana más auténtica.

Algunos casos, como el de San Juan de la Cruz y otros reformadores españoles, le sirven a él para demostrar la existencia de otras corrientes cristianas de renovación en el seno mismo de la Contrarreforma. El “otro Cristo”, el de la fe cristiana renovada se quedó en España y no llegó a las costas americanas con los conquistadores.

LA ESPAÑA PROTESTANTE
Un factor relevante de acercamiento entre ambas tradiciones lo constituye la traducción de la Biblia de Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, cuyas dos primeras ediciones (1569 y 1602), aparecidas en el exilio, fueron contemporáneas de varias de las cumbres literarias del Siglo de Oro español, como Don Quijote de la Mancha . De modo que la lectura de dicha traducción ha conectado a los evangélicos de tradición hispánica en línea directa con nuestro tronco cultural común y con la tradición religiosa disidente en el interior de la misma, en la que sobresalen personajes tan importantes como Juan de Valdés, reformador español cuya vida y obra también deberían ser más conocidas por los protestantes hispanoamericanos, dada la altura de su pensamiento y el reconocimiento del que ha sido objeto.(3)

Ante tales evidencias, la idea de la supuesta extranjería del protestantismo en estas tierras se desvanece. Por lo tanto, resulta muy necesario apropiarse críticamente de ambas tradiciones para encarnarlas adecuadamente en el tiempo que nos toca vivir, sin rubores de ninguna especie. El lugar histórico que han tenido dichas tendencias religiosas y espirituales se ha manifestado en España mediante autores tan relevantes como José María Blanco Crespo [White] (1775-1841),(4) Antonio Machado (5) y Miguel de Unamuno, (6) y en Hispanoamérica y, particularmente en México, ha dado grandes frutos por medio de autores de la talla de Moisés Sáenz, Alberto Rembao,(7) Gonzalo Báez-Camargo (8) y, recientemente, Carlos Monsiváis. Del segundo de ellos vale la pena destacar su Discurso a la nación evangélica ,(9) en el que exhorta a los cristianos evangélicos de nuestro continente a asumir su tarea transformadora con la firme convicción de quienes saben qué clase de valores desean transmitir a la sociedad en la que viven, con un sólido pulso histórico. Dice, por ejemplo: “El protestantismo religioso es ya en la América Latina hecho consumado [...], institución indestructible, e incontrastable. Todo ello aparte de su verdad o de su mentira. Como realidad social, asimismo, el protestantismo cultural, dentro y fuera de la comunidad evangélica, no sólo mantiene sus fueros, sino que los extiende”.(10)

PROTESTANTISMO LATINOAMERICANO DE TRADICIÓN HISPÁNICA
A los protestantes hispanoamericanos se les podrían aplicar muy bien las observaciones de Octavio Paz acerca de la apropiación de la tradición cultural hispánica, mestiza o indígena cuando señala que “la cultura no es una herencia sino una elección, una fidelidad y una disciplina. Rigor y pasión”.(11) Efectivamente, mientras se sigan negando los elementos de nuestra identidad cultural y religiosa, continuará la automarginación de la vida nacional y de la posibilidad de aportar lo específicamente protestante a la sociedad mexicana. El desafío implica la necesidad de desarrollar ampliamente lo que se podría denominar “las aportaciones de una cultura evangélica específicamente protestante”.

Un intento interesante por acercar las tradiciones protestante e hispánica (o latina) lo ha llevado a cabo Rubén Ruiz Guerra, quien en un trabajo al respecto cita al metodista cubano Luis Alonso en una alocución previa al Congreso Evangélico de La Habana de 1929:

La reforma religiosa tiene que generarse y no trasplantarse. Es una creación y no una adaptación... Si el protestantismo en América Latina no ha tenido aún un desarrollo más vigoroso y no ha alcanzado a las masas populares con mayor extensión es, acaso, entre otras razones, por el exotismo... América Latina será salvada con el esfuerzo de los latinoamericanos... La Iglesia evangélica no tendrá un papel trascendente hasta que se haya latinizado.(12)

Y agrega: "Se requería, para esto, encontrar las características de lo latinoamericano con el fin de imprimirlas al protestantismo".(13) Dicho congreso protestante, el primero en ser dirigido por hispanomericanos, significó la búsqueda de una efectiva contextualización cultural de la fe evangélica en el continente. El presidente del congreso, Gonzalo Báez Camargo, planteó la problemática de la identidad de manera directa: "¿Es que nuestro protestantismo no se adapta al temperamento de nuestros pueblos, no satisface sus aspiraciones religiosas, no responde a sus necesidades espirituales, en una palabra, no echa raíces, no prende, no se identifica?".(14)

Además, en aquella ocasión se expresó muy claramente el gran temor de que los protestantes siguieran siendo vistos como vanguardias religiosas del imperialismo norteamericano. Este peligro hizo que los intelectuales protestantes del momento volvieran su mirada a las raíces endógenas, propias de las luchas por el cambio religioso y político social que habían contribuido, directa o indirectamente, al surgimiento de las comunidades. Bastian, en su esquema de análisis, identifica al liberalismo como la fuerza ideológica motriz del protestantismo latinoamericano,(15) sobre cuyas afinidades Míguez Bonino ha escrito líneas tan lúcidas como las siguientes:

El protestantismo [...] reclama y acepta el papel que las élites latinoamericanas le reconocen y asignan en la transición de la sociedad tradicional a la moderna. Lo jugará de diversas maneras. En alianza con liberales y particularmente con masones, luchará por la libertad religiosa y distintas secularizaciones (cementerios, escuelas, registro civil) necesarias para su propia supervivencia y expansión. En sus servicios educacionales, algunas de las iglesias (que algunas vez he llamado "misiones civilizadoras") intentan proveer un servicio de formación de élites ilustradas. Pero lo más importante es que ofrecen a las nacientes masas desarraigadas —sea por las migraciones a las primeras manifestaciones industriales o a los inmigrantes que en esta época ingresan en números crecientes a algunos países latinoamericanos— que comienzan a cortar el cordón umbilical con una estructura social y cultural que pretendía ser eterna, un nuevo estilo de vida, una religión para vivir en el nuevo mundo que se inicia.(16)

En el caso de México, Bastian rastrea el movimiento que intentó organizar una especie de Iglesia Católica Apostólica Mexicana , dirigido en primera instancia por los “padres constitucionalistas”, que se constituyó en 1859 y que fue apoyado por el gobierno liberal aun cuando no tuvo el éxito esperado. En 1867, al final de la aventura de Maximiliano, el padre Manuel Aguas lo reinició y el movimiento fue conocido como Iglesia de Jesús, el cual se vinculó con otros grupos de laicos reformistas y, finalmente, con las misiones episcopales.(17)

Desde principios de la década de los setenta, otros autores, responsables de llevar a cabo una renovación en la reflexión teológica, se han empeñado, desde dentro del protestantismo latinoamericano, en clarificar su presencia y su identidad en el contexto religioso y sociocultural del continente. Entre ellos hay que mencionar los esfuerzos de: Julio de Santa Ana, metodista uruguayo, con su libro de 1970 Protestantismo, cultura y sociedad en América Latina, una serie de ensayos que rastrean la historia de las ideas protestantes y su efecto en la vida social y política; Rubem Alves, presbiteriano brasileño (y uno de los iniciadores de lo que más tarde se conocería como teología de la liberación ), cuyos ensayos (de finales de los sesenta y principios de la década siguiente) y libros (en particular, Protestantismo y represión, de 1979 y sobre todo Dogmatismo y tolerancia, de 1982) han llevado a cabo una fuerte autocrítica de las mentalidades protestantes; Orlando Costas, bautista puertorriqueño ya fallecido, quien con una recopilación de trabajos ( El protestantismo en América Latina hoy. Ensayos del camino, de 1975) abrió el camino para posteriores reflexiones; José Míguez Bonino, metodista argentino reconocido como una de las voces teológicas más sólidas del continente, quien en su ensayo ya citado ("Historia y misión") expone como pocos la relación protestantismo-liberalismo. Más tarde, en Rostros del protestantismo latinoamericano (1995, conferencias presentadas en 1993) ha reunido sus observaciones con una amplia visión de conjunto; Samuel Escobar, bautista peruano a quien se mencionó líneas arriba; y Pablo Deiros, bautista argentino que acometió, en 1992, la tarea de escribir una Historia del cristianismo en América Latina, con desiguales resultados, pero intentando una nueva revisión crítica, fruto de los trabajos de sus antecesores.


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(1) Sobre este tema se puede consultar en internet la página del Centro de Estudios de la Reforma, una institución protestante española: www.interbook.net/personal/cer . También hay información al respecto en el sitio denominado Imagen y Comunicación Protestante de España: www.icp-e.org. Debo este último dato a Israel Flores Olmos.
(2) Reedición: México, cupsa , 1989.
(3) Cf. José C. Nieto, Juan de Valdés y los orígenes de la Reforma en España e Italia . México, FCE. Del mismo autor hay que mencionar su libro sobre San Juan de la Cruz, publicado por la misma editorial.
(4) Sobre este autor, quien vivió en Inglaterra a causa de la intolerancia religiosa, cuya obra es prácticamente desconocida en América Latina, se pueden consultar en internet: www.interbook.net/personal/cer/Enciclo/Blanco.htm, y www.icp-e.org/hemeroteca/e010227.htm.
(5) Cf. J.I. González Faus, La teología de Antonio Machado.
(6) Cf. E. Moros Ruano, “Kierkegaard y Unamuno: dos experiencias de fe sui géneris”, ponencia presentada en el coloquio internacional Historia del protestantismo en España y Portugal, Madrid, abril del 2000, presidido por el profesor de la Universidad de Estrasburgo, Francia, Jean-Pierre Bastian, www.interbook.net/personal/cer/ Biblio/Actas/Ehpe/CI20.htm. Moros es un pastor presbiteriano venezolano que trabaja actualmente como misionero y director del Seminario Evangélico Unido de Teología ( seut ) en España. También pueden consultarse: N.R. Orringer, Unamuno y los protestantes liberales (1912). Madrid, Gredos, 1985, y R. Segarra, La fe de Unamuno. Un camino entre la niebla. Terrassa, clie , 1998.
(7) Cf. A. Echegollen, “Alberto Rembao y la cultura del Evangelio”, en Signos de Vida, revista del Consejo Latinoamericano de Iglesias, segunda época, núm. 11, marzo de 1999, pp. 36-39. Originalmente apareció en la revista Lectura Alternad, un esfuerzo editorial protestante que intentó rescatar la tradición del acercamiento entre fe y cultura.
(8) Cf. el libro colectivo de homenaje ... México, Casa Unida de Publicaciones, 199; y J.-P. Bastian, entrevista con G. Báez-Camargo. México, Casa Unida de Publicaciones, 1999.
(9) Buenos Aires-México, Casa Unida de Publicaciones-La Aurora, 1949.
(10) Ibid , p. 87.
(11) In/mediaciones , Barcelona, Seix Barral, 1979, p. 32.
(12) Rubén Ruiz Guerra, "Formación de una conciencia de latinicidad [ sic ]. El caso protestante", en Tomás Gutiérrez, comp., Protestantismo y cultura en América Latina. Aportes y proyecciones . Quito, Clai-Cehila, 1994, p. 142.
(13) Ibid , p. 143.
(14) Gonzalo Báez Camargo, Hacia la renovación religiosa en Hispanoamérica . México, Casa Unida de Publicaciones, 1930, p. 144, cit. por J.-P. Bastian, Protestantismos y modernidad... , p. 164.
(15) J.-P. Bastian, Protestantismo y modernidad... , p. 165.
(16) J. Míguez Bonino, "Historia y misión", en P. Richard, ed., Raíces de la teología latinoamericana. San José, dei, 1985, pp. 246-247.
(17) Véase J.-P. Bastian, Los disidentes. Sociedades protestantes y revolución en México, 1872-1911. México, El Colegio de México- fce , 1989, pp. 32-48.



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1 México: la irreversible pluralidad religiosa
2 El protestantismo en México: nombres propios
3 El protestantismo en México: Carlos Monsiváis
4 El protestantismo en México: ¿letargo?
5 Protestantismo, protestantismos, identidad

Leopoldo Cervantes-Ortiz es critor, médico, teólogo y poeta mexicano. Jornadas: 450 Años de la Biblia de Lutero 29 de octubre de 2004.