los deplorables frutos del fundamentalismo religioso

14 Diciembre 2000
516
0
El fundamentalismo religioso en Afganistán:
los talibanes cumplieron su amenaza

Confirman la destrucción de los Budas de Bamiyán


La Unesco aseguró que los talibanes ya destrozaron las dos gigantescas estatuas; califican el hecho de "crimen cultural"

La cadena CNN mostró imágenes del momento en que se hizo estallar las obras
Piden a los gobernantes afganos que cuiden lo que queda del patrimonio preislámico


X01f1.jpg

Una de las estatuas de Buda antes de ser volada por los talibanes afganos


Foto: CNN Exclusive



Temas relacionados

Un argentino reforzará el embargo de armas
Dolor y rechazo en la Argentina

PARIS.- El director de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Koichiro Matsuura, confirmó ayer que el gobierno talibán destruyó las estatuas de Buda de Bamiyán, y definió el hecho como "un crimen contra la cultura".
La confirmación, precisó, le fue comunicada por el enviado especial a Afganistán, Pierre Lafrance.

En tanto, la cadena de televisión CNN mostró la primera imagen de la destrucción de las estatuas, en una fotografía que difundió ayer en exclusiva mundial y que muestra uno de los gigantescos Budas que desaparece en una nube de humo, como consecuencia de la explosión.

El director de la Unesco señaló que las estatuas destruidas, con una antigüedad de 1500 años, no figuraban en la lista del patrimonio cultural mundial, pero habrían merecido ser inscriptas, y dijo que "su destrucción constituye un verdadero crimen cultural".

"Es odioso asistir a esta destrucción, fríamente calculada, de bienes culturales que constituían el patrimonio del pueblo afgano y de toda la humanidad", añadió.


Contra la idolatría

La destrucción de los Budas de Bamiyán había sido ordenada por el mullah Mohammed Omar, máxima autoridad de la milicia integrista talibán, para prevenir un regreso a "la idolatría".

"Este crimen contra la cultura fue cometido mientras en todo el mundo se elevaban voces en contra.
Los talibanes no tuvieron en cuenta ni la movilización internacional sin precedente ni la oposición expresada espontáneamente por las más altas autoridades religiosas del islam", destacó Matsuura.

El máximo representante de la Unesco encargó al enviado especial a Afganistán, Pierre Lafrance, seguir la misión para intentar preservar las otras riquezas del patrimonio preislámico afgano, para lo que mantuvo reuniones con varios dirigentes talibanes.

"Espero, concluyó, que lo que ocurrió no dé a otros fanáticos el pretexto de nuevas destrucciones relativas esta vez a bienes culturales musulmanes.

A la violencia absurda de algunos no debe responder otra violencia igualmente intolerable", dijo Matsuura.

Por su parte, una fuente afgana que pidió el anonimato afirmó que las dos estatuas, de 55 y 36,5 metros de altura respectivamente y de 1500 años, fueron dinamitadas el jueves y el viernes últimos.

"El plan calculado de destrucción fue ejecutado el 8 y el 9 de marzo", precisó la fuente.

"No quedan sino algunos pedazos en la ladera de la montaña", se lamentó.


En tanto, una delegación de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), que llegó anteayer a Kandahar, buscaba ayer convencer al mullah Omar de que no destruyese las estatuas preislámicas que todavía restan en el país.

La OCI no reconoce al régimen fundamentalista de los talibanes, que está en el poder en Kabul desde 1996 y controla casi todo Afganistán, salvo el extremo Nordeste. Varios países musulmanes, entre ellos Irán, condenaron abiertamente la decisión de destruir las estatuas invocando al islam.


Agencias AP, Reuters, EFE, ANSA

Copyright © 2001 La Nación | Todos los derechos reservados

Tomado del diario La Nación:

http://www.lanacion.com.ar/01/03/13/X01.HTM
 
El fundamentalismo religioso en Afganistán:
las reacciones
Dolor y rechazo en la Argentina


Representantes de la cultura y la religión condenaron la destrucción de las obras

Temen que otros fundamentalistas sigan los pasos talibanes.

Resaltaron que no se trató de una medida promovida por el islam
Criticaron la débil respuesta internacional


Un horror.

Escandaloso.

De locos.

Un disparate criminal.

Una vergüenza.


Así fue como definieron varios representantes de la cultura y la religión en la Argentina la decisión de los talibanes de destruir las antiquísimas estatuas budistas de Afganistán.

"Sigo con dolor e indignación las noticias de Afganistán", contó a La Nación el escritor Marcos Aguinis.

"Y lo peor es la sensación de impunidad que tienen los talibanes ahora.
Temo que esta conducta pueda ser imitada por otros fundamentalistas.
De hecho, ya han ocurrido acciones semejantes en la India, donde hindúes y musulmanes ha destruido sus respectivos santuarios, o en Cisjordania, donde los palestinos destruyeron la Tumba de José. La sensación de impunidad lleva a que la barbarie nutra más barbarie", apuntó Aguinis.

Igual dolor sentía Alberto Bellucci, director del Museo de Arte Decorativo:
"Acabo de venir de la India y allá era un tema sumamente importante.
Es de locos que esto ocurra en un mundo que se dice globalizado", dijo.

"Los talibanes han demostrado ser un grupo muy cerrado, apegado a verdades personales que no tienen en cuenta el arte y las creencias de otros hombres en otros tiempos, que después de todo, son el legado más valioso que tiene la humanidad", agregó Bellucci.


En tanto, el jeque Abdul Karim Paz, representante de la Organización Islámica Argentina, fue muy claro al declarar que "no existe nada en el Corán que avale lo que están haciendo los talibanes".

"Esas estatuas eran monumentos históricos de toda la humanidad que Afganistán no tenía derecho a destruir", dijo Paz, que recordó que la mayoría de los países musulmanes no reconoce al gobierno talibán.

Para el rabino Mario Rojzman, de la comunidad Bet-El, los talibanes actuaron guiados por la violencia más pura, y no por el islam. "Utilizaron el islam como excusa", señaló.

"Afganistán es un pueblo sumido en la ignorancia y el hambre, y sus dirigentes, como no pueden dar a la gente comida, salud, educación o trabajo, encontraron un enemigo donde no lo hay, en las piedras", afirmó Rojzman.


Fanatismo

Por su parte, monseñor Justo Laguna condenó este "claro ejemplo de fanatismo religioso que hace malas interpretaciones, y del que el cristianismo no está exento".

"Pero estamos en tiempos distintos: una cosa es el medievo y otra el siglo XXI", añadió.

La presidenta de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, Magdalena Faillace, dijo que la noticia la dejó "horrorizada", y resaltó que si bien en la Argentina se destruyeron bienes culturales por ignorancia, error o desapego a la tradición, en Afganistán se busca destruir todo aquello que es distinto.

"No se tuvo siquiera en cuenta el valor milenario de la cultura budista, una cultura pacifista si las hay", dijo Faillace.

Sin embargo, lo que más sorprendió a todos los consultados fue la falta de una actitud vigorosa por parte de la comunidad internacional para evitar este daño irreparable.

"Esto ha demostrado la hipocresía y los intereses inconfesables que se mueven en la política internacional", afirmó Aguinis.

"Los franceses, que se ponen fuera de sí si se les toca una página de Baudelaire, no hicieron gran cosa. Tampoco los británicos, ni los norteamericanos. Fue una vergüenza", opinó monseñor Laguna.


Copyright © 2001 La Nación | Todos los derechos reservados

Tomado de:
http://www.lanacion.com.ar/01/03/13/X03.HTM
 
Mas acerca del fundamentalismo religioso.En este caso se trata del islam:

8-Marzo-2001 -- ZENIT.org Servicios de Noticias
El material de Zenit no puede ser reproducido sin permiso. Puede solicitar permiso escribiendo a [email protected]
LA CONVERSIÓN PUEDE COSTAR LA VIDA A UN MUSULMÁN
Advertencia de un libro editado por una Comisión episcopal de Italia

ROMA, 7 mar 2001 ( ZENIT.org ).- Una Comisión episcopal de la Iglesia en Italia acaba de publicar un libro en el que explica los múltiples desafíos y riesgos que tiene que afrontar un musulmán que se convierte al cristianismo, aunque viva desde hace lustros en Europa.

El volumen, «Catecúmenos provenientes del Islam» («Catecumeni provenienti dall'Islam», Edizioni Paoline), ha sido realizado gracias a un equipo de trabajo dirigido por Walther Ruspi, responsable del Servicio Nacional para el Catecumenado en Italia de la Conferencia Episcopal. Traduce y adapta al contexto italiano el fruto de la experiencia en este servicio de los obispos franceses.

En Francia hay ya doce mil adultos que, cada año, piden el bautismo. De ellos, entre trescientos y cuatrocientos provienen del Islam.

En Italia, un estudio realizado en unas cincuenta diócesis, revela que unas 800 personas cada año, entre ellas algunas de origen musulmán, residentes sobre todo en Sicilia y en las áreas urbanas de Milán y Roma, se preparan a recibir el bautismo.

La mayoría son albaneses y asiáticos, pero hay también, aunque en menor número, personas procedentes del Magreb (Túnez, Argelia y Marruecos).

Se trata, como recuerda el libro, de una opción peligrosa porque, aunque hay corrientes liberales en el Islam, en muchos Estados de mayoría islámica, la apostasía es considerada como un delito que, en algunos, se castiga con la muerte, como en el caso de Sudán, Mauritania y Arabia Saudita.

El libro narra como ejemplo la aventura de Jasmine. A pesar de que tenía nacionalidad inglesa, al llegar a Egipto, su apellido llamó la atención a las autoridades. Tenía un apellido árabe y se especificaba que era de «religión católica». ¿Era una apóstata? Ante esta terrible duda, la policía de la Oficina de pasaportes emprendió una investigación especial y detallada.

Jasmine es ciudadana británica, y británica de educación (padre indio, de religión musulmana, y madre africana). En el Islam la religión se trasmite por línea paterna. Nadie puede evitar ser musulmán si es miembro de una familia islámica. En caso de apostasía, el riesgo de venganzas o castigos siempre es probable, en cualquier parte del mundo.

Esta mujer, que se hizo enfermera en Londres, conoció a través de sus amigas el catolicismo y, a escondidas, empezó a ir a la iglesia. Le atrajo Jesús y su promesa de salvación para todos, hombres y mujeres, iguales en dignidad y valor ante sus ojos. La idea dedicarse al servicio de los más débiles le realizó plenamente.

Tras años de reflexión, que duró durante toda su adolescencia, decidió comunicar a su familia su deseo de convertirse. Los padres la pegaron e insultaron: «¡Nadie puede abjurar del Islam! ¡Avergüénzate, infiel!». Pero lo había decidido, empezó a ir a la parroquia de su barrio...

La noticia de su apostasía se difundió en la comunidad islámica de Londres. Los compatriotas musulmanes del padre y los parientes empezaron a amenazar a la familia y presionaron para que la chica volviera al Islam, se arrepintiese de su pecado y pidiese públicamente perdón.

Jasmine no quiso escuchar y defendió su propio derecho a elegir. Estas palabras sonaban como una blasfemia todavía más fuerte. Al no lograr que cambiara de idea, el padre, deshonrado ante todos los indios musulmanes del Reino Unido, abandonó a la familia y se fue de casa. Solas y sin protección, madre e hija, junto a los hijos más pequeños, estuvieron durante un tiempo expuestas a las amenazas y persecuciones de la comunidad india musulmana hasta que tuvieron que cambiar de barrio.

Más tarde, Jasmine decidió seguir su sueño de ser misionera. Llegó así, como enfermera, a un hospital de El Cairo, en donde ha trabajado entre los pobres y más tarde entre los refugiados africanos. Cada vez que sale del país, al regresar, tiene que afrontar largos interrogatorios policiales.