Lo que necesitamos es amor
Muchas personas se esfuerzan por estudiar y aprender diferentes ramas del saber humano, ciencias, artes, medicina, profesiones arriesgadas, deportes, y otros muchas fuentes del conocimiento, con el fin de conseguir riquezas, fama, o un puesto destacado en la sociedad, y poder así disfrutar de una forma de vida cómoda y feliz. Sin embargo, pocos son, si acaso algunos, los que logran plenamente lo que se han propuesto con tanta lucha y sacrificios invertidos, pero todo cuanto hayan llegado a obtener será transitorio e inseguro, podrían volverlo a perder cuando menos lo piensen. En cuanto a la mayoría ni siquiera logran compensan los esfuerzos y medios empleados, si no les resulta ruinoso.
Si nos parásemos a pensar descubriríamos que puede existir otro medio de conseguir esta misma finalidad, una forma de vida satisfaciente, plena y progresiva, más segura y estable, sin tener que emplear tanto esfuerzo y tiempo ni medios materiales: estudiar y aprender a amarnos unos a otros, maneras de hacernos todo el bien posible, en vez de rivalidades y disputas por los bienes conseguidos, o las posibilidades de obtener medios ventajosos a costa de lo que sea, que es lo que se persigue en este sistema de cosas en perjuicio de todos.
Para cultivar y sentir amor, afecto o aprecio por los demás, no se necesitan cualidades especiales, una inteligencia excepcional, o cuantiosos recursos materiales, cualquiera puede practicarlo y conseguirlo, a cualquier edad, lugar y circunstancia; solo proponérselo y voluntad para mantener esta actitud constante. Y los resultados pueden ser mucho más seguros, satisfacientes y duraderos que el de cualquier otro estudio o profesión que queramos emprender. Aprender a amarnos mutuamente cuesta menos, requiere menos tiempo para ver sus resultados, y está al alcance de todos los que se lo propongan.
Muchas personas se esfuerzan por estudiar y aprender diferentes ramas del saber humano, ciencias, artes, medicina, profesiones arriesgadas, deportes, y otros muchas fuentes del conocimiento, con el fin de conseguir riquezas, fama, o un puesto destacado en la sociedad, y poder así disfrutar de una forma de vida cómoda y feliz. Sin embargo, pocos son, si acaso algunos, los que logran plenamente lo que se han propuesto con tanta lucha y sacrificios invertidos, pero todo cuanto hayan llegado a obtener será transitorio e inseguro, podrían volverlo a perder cuando menos lo piensen. En cuanto a la mayoría ni siquiera logran compensan los esfuerzos y medios empleados, si no les resulta ruinoso.
Si nos parásemos a pensar descubriríamos que puede existir otro medio de conseguir esta misma finalidad, una forma de vida satisfaciente, plena y progresiva, más segura y estable, sin tener que emplear tanto esfuerzo y tiempo ni medios materiales: estudiar y aprender a amarnos unos a otros, maneras de hacernos todo el bien posible, en vez de rivalidades y disputas por los bienes conseguidos, o las posibilidades de obtener medios ventajosos a costa de lo que sea, que es lo que se persigue en este sistema de cosas en perjuicio de todos.
Para cultivar y sentir amor, afecto o aprecio por los demás, no se necesitan cualidades especiales, una inteligencia excepcional, o cuantiosos recursos materiales, cualquiera puede practicarlo y conseguirlo, a cualquier edad, lugar y circunstancia; solo proponérselo y voluntad para mantener esta actitud constante. Y los resultados pueden ser mucho más seguros, satisfacientes y duraderos que el de cualquier otro estudio o profesión que queramos emprender. Aprender a amarnos mutuamente cuesta menos, requiere menos tiempo para ver sus resultados, y está al alcance de todos los que se lo propongan.