Lo bueno y lo malo

30 Marzo 2000
541
0
Lo bueno y lo malo.

Es evidente que el hombre, tal como lo conocemos, está perfectamente preparado y adaptado para el mundo en el que vivimos. Vivimos en una burbuja de aire y para mantenernos, necesitamos de respirar y de alimentarnos. Ese hombre, si miramos con perspicacia, no es un ser libre, es un ser dependiente. Dependiente de un medio, de una atmósfera que necesita para respirar y alimentar a sus propias células, dependiente de un medio, de materia orgánica que necesita para comer y alimentar sus propias células. Esta dependencia que se ha creado por disponer de un cuerpo, es la causa de sus necesidades de alimentación, de calor, de habitación, de reproducción, etc. A estas dependencias naturales, se han incorporado otras al vivir en sociedad. La sociedad ha establecido un sistema económico para satisfacer sus necesidades. Se ha creado la ciencia, la técnica, la cultura y el arte. Todo esto ha creado nuevas necesidades que el hombre tiene que conocer para poder encontrar un nicho donde conseguir bienes monetarios que le permita adquirir los otros bienes naturales necesarios para su subsistencia.

Por lo tanto, la primera idea de lo natural o lo bueno o lo sano, es lo que permita una correcta situación y administración de las cosas naturales y sociales en nuestra vida.

Pero vamos a avanzar un paso más. Si el hombre sigue desempeñando este papel dependiente en el mundo, es evidente que le lleva a un punto desconocido y temido. A la muerte. No conozco a nadie que no haya muerto después de x años. Y no sólo eso, sino que si tiene la suerte tan deseada de ser longevo, le queda por vivir la decrepitud, la vejez y la enfermedad también.

Si ante esta perspectiva de lo “normal” y de lo “bueno” y de lo “sano”, no tomamos consciencia en nuestra vida y no buscamos otra posible alternativa, nuestro fin es evidente. La muerte. Hay personas que ante este hecho ineludible, piensan y planean su vida para vivirla lo más intensamente posible, para no sufrir y para conseguir bienes y placeres que les haga más llevadera la vida hasta que llegue ese final. Pero esto no le evita el final, sino que es un aceptar ese final y contentarse con esta clase de vida. Hay otros que no quieren admitir su propia muerte y ocultan y olvidan el hecho de que, inevitablemente van a morir. Y también se concentran en vivir esta vida lo mejor posible. Pero esto tampoco le evita ese final, sino que es un no aceptarlo y dejar que la vida siga su curso.

Si ante la perspectiva de una muerte cierta, no tomamos consciencia de que se puede evitar, no tomaremos los medios necesarios para ello, por lo tanto nuestro fin es ese, la muerte. Pero si uno intuye que la vida no puede terminar en la muerte, y que es probable y posible que haya otra alternativa, lucharemos y nos prepararemos para ese acontecimiento. Lo que va a continuación va dirigido exclusivamente para estas personas que sólo intuyen o desean o sienten que la vida del hombre no puede terminar con la muerte.

Para estas personas, la idea de lo “normal”, de lo “bueno” y de lo “sano”, ya no coincide con las de los demás hombres, ya que para él y solo para él, lo normal, lo bueno y lo sano es lo que le permita vencer esa frontera y esa espada de damocles que pesa sobre cada uno de nosotros. Por eso, los conceptos de sano o enfermo, de bueno o malo, de normal o anormal tienen que cambiar irremisiblemente.

“No se puede hacer una tortilla sin romper los huevos”.

[]Cedesin>