Liturgia, doctrina y autoridad...

Efe-E-Pe

Círculos concéntricos
4 Octubre 2008
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Muchas personas religiosas, así como muchas agrupaciones religiosas, basan su autenticidad en escritos antiguos que consideran sagrados. En el caso del cristianismo nominal -si se me permite emplear el término como un recurso genérico- hay líderes de congregaciones que afirman tener revelación, conocimiento y capacidad para enseñar lo que está escrito. Hasta este punto, parece que todo está bien.

Son tres los principios, desde mi percepción sobre el cristianismo nominal, los que definen si un ministro o grupo religioso está bien o no. El primer punto tiene que ver con sus prácticas de credo, sus ejercicios espirituales. Cada uno afirma y sostiene que tales prácticas son correctas porque, por ejemplo, dice el salmo 150 que todo ser vivo que respira debe alabar al Señor, porque Él habita en Su santuario, y que la alabanza dada a Él debe ser cantando y con instrumentos musicales. Otra práctica, menos vistosa pero de igual importancia, consiste en la oración, sea individual o colectiva; y que la intercesión es una forma de orar al Señor para obtener una respuesta ante situaciones que pueden tener las personas, escasez, enfermedad, malestares físicos, ataduras espirituales, etc. La lectura bíblica es otra de las prácticas que se llevan a cabo como parte de los ejercicios espirituales llevados a cabo. Aquí, cada ministro o grupo puede dar más énfasis a ciertas partes de la Escritura que a otras, llegando al punto de usar un versículo para formar una enseñanza, doctrina o dogma que se debe seguir.

Pasando de este punto al asunto de las doctrinas, como lo dije, hay tantos grupos que se arrogan el mérito de tener una sana doctrina, novedosa, fresca, e inclusive, extravagante. Otros se aferran a la senda antigua, no queriendo desviarse de ella porque peinsan que no deben moverse más allá de eso. Se han atomizado las enseñanzas bíblicas de un modo tal, que unos y otros parecen competir por la supremacía en tener la sana doctrina que otros no tienen, y no comprenden que eso no ayuda a la divulgación del mensaje de salvación, ocasionando que un practicante con una fe poco formada acabe cargando un peso que a duras penas puede llevar, creyendo que así puede agradar a Dios y servirle como Él espera.

Finalmente, acabo en el asunto de la doctrina aplicada a través de una autoridad emitida directamente por Dios. Tal autoridad, si es dada en el nombre de Jesús, estaría bien... excepto cuando una autoridad humana usurpa la aplicación de dicha autoridad. Y es aquí donde se puede decir: Hey, hay muchas iglesias donde cada uno enseña lo que quiere. Precisamente, para impedir que se utilice arbitrariamente el contenido de las Escrituras, mis hermanos y yo creemos que la autoridad en doctrina y liturgias, emana precisamente de las mismas Escrituras; su contenido es la expresión escrita de la voluntad de Dios para las personas.
 
Equilibrar liturgia, doctrina y autoridad solo es posible cuando se está aplicando correctamente cada cosa.

Una liturgia excesiva es el error en que los judaizantes antiguos y modernos caen. No comprenden que las obras no garantizan mayor devoción a Dios porque la salvación dada es un favor inmerecido, un regalo por el que nadie puede reclamar, no es el mérito propio el que lo avala.

La doctrina excesiva cae en el terreno de lo meramente intelectual, y este es el error de adventistas y testigos: conocer mucho de las Escrituras, sin la inspiración y el poder de Dios, poco o nada ayudan a dar resultados que beneficien a las personas que deben ser salvas.

En cuanto a la autoridad, ésta no se impone con formas tales como gritos, declaraciones, decretos, o cosas parecidas. Precisamente ella va unida al poder. Nada se puede lograr con una autoridad carente de poder, porque la expresión del poder se canaliza a través de la autoridad, un atributo que se usa para dar órdenes a otros, cumpliendo así una voluntad hacia un objetivo específico. Mucho del neopentecostalismo actual se basó en este principio erróneo. Pero cuando llegó la pandemia, todo se desdibujó.