LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS

20 Septiembre 2004
103
0
LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS


2:16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

2:17 Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.

2:18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.

2:19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.

2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero

3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero

3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

3:22 Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.

4:3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.

4:4-7 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

Alegoría de Sara y Agar

4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley?

4:22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre.

4:23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.

4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.

4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.

4:26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre

4:27 Porque está escrito:

Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido (Isaias 54)


5.1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

5:2 He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. 5:3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley.

5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

5:6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

5:7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?

5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

6:13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne.

6:15 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.

-----
Amen y amen

Jerusun
 
Re: LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS

Apreciado Jerusun.Saludos.

Como veo que su actitud es sincera y correcta, me gustaría compartirle estos estudios sobre el Libro de Gálatas, hecho por el año 1.888.

21. Gálatas 2:20<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>
A.T. Jones<o:p></o:p>
"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en le fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí".

Quizá podamos destacar lo que esa escritura dice, a partir del análisis de aquello que no dice.

No dice ‘con Cristo quiero estar juntamente crucificado’. No dice ‘con Cristo me gustaría estar juntamente crucificado, para que pudiese vivir en mí’. Dice: "con Cristo estoy juntamente crucificado".

Tampoco dice que Pablo fuese crucificado con Cristo, que Cristo viviese en Pablo, ni que el Hijo de Dios amó a Pablo y se dio por él. Todo lo anterior es muy cierto, pero no es lo que esa escritura dice; no es eso lo que quiere decir, ya que quiere decir exactamente lo que dice. Y dice: "Con Cristo [yo] estoy juntamente crucificado, y [yo] vivo, no ya yo, mas vive Cristo en : y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en le fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por ".

Ese versículo viene a ser así un sólido y maravilloso fundamento de la fe cristiana para toda alma en el mundo. De esa manera, toda alma puede decir, en la plena confianza de la fe cristiana: "[el Hijo de Dios] me amó". "Se entregó a sí mismo por mí". "Con Cristo estoy juntamente crucificado". "Vive Cristo en mí" (ver también 1 Juan 4:15).

El que un alma diga "con Cristo estoy juntamente crucificado", no constituye una afirmación aventurada. No está en el terreno de la mera suposición. No está diciendo algo de lo que no exista certeza. Toda alma en este mundo puede decir, con toda verdad y sinceridad, "con Cristo estoy juntamente crucificado". No es más que la aceptación de un hecho, de algo que ocurrió ya; la constatación de lo cierto.

Cristo fue crucificado, eso es un hecho. Y cuando fue crucificado, también lo fuimos nosotros, ya que Él era uno de nosotros. Su nombre es Emmanuel, que significa "Dios con nosotros" –no Dios con Él, sino Dios con nosotros. Y si Dios con Él no fue Dios con Él, sino Dios con nosotros, entonces ¿quién era Él, sino nosotros? Tuvo necesariamente que ser nosotros, a fin de que Dios con Él pudiese ser, no Dios con Él, sino "Dios con nosotros". Cuando fue crucificado, por lo tanto, ¿quién, sino nosotros, fue crucificado?

Tal es la poderosa verdad anunciada en ese texto. Jesucristo fue "nosotros". Fue de la misma carne y sangre que nosotros. Fue de nuestra misma naturaleza. Fue en todo como nosotros. "Por lo cual, debía ser en todo semejante a los hermanos". "Se anonadó a sí mismo… hecho semejante a los hombres". Fue "el postrer Adán". Y precisamente de igual forma en que el primer Adán fue nosotros, así lo fue Cristo, el postrero. Cuando el primer Adán murió, nosotros, estando implicados en él, morimos con él. Y cuando el postrer Adán fue crucificado –siendo que Él era nosotros y que nosotros estábamos implicados en Él–, fuimos crucificados con Él. Lo mismo que el primer Adán era en él mismo toda la raza humana, también el postrero era en Él mismo la totalidad de nuestra raza. Siendo así, cuando el postrer Adán fue crucificado, toda la raza humana –la vieja y pecaminosa naturaleza humana– fue crucificada con Él. Por lo tanto, leemos: "Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre juntamente fue crucificado con Él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que no sirvamos más al pecado".

Así pues, toda alma en este mundo puede decir con verdad, en la perfecta victoria de la fe cristiana, "con Cristo estoy juntamente crucificado"; ‘mi vieja naturaleza humana pecaminosa está juntamente crucificada con Él, para que sea destruido el cuerpo del pecado, a fin de que no sirva más al pecado’ (Rom. 6:6). ‘Y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí’, "llevando siempre por todas partes la muerte de Jesús en el cuerpo [la crucifixión del Señor Jesús, ya que con Él estoy juntamente crucificado], para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestros cuerpos" (2 Cor. 4:10,11). Por lo tanto, "lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por ".

En el bendito hecho de la crucifixión del Señor Jesús, cumplida para todo ser humano, no solamente radica el fundamento de la fe para toda alma, sino que además provee el don de la fe a toda alma. Así, la cruz de Cristo no es solamente sabiduría de Dios revelada a nosotros, sino que es el mismo poder de Dios manifestado para librarnos de todo pecado, y para llevarnos a Dios.

Oh pecador, hermano, hermana: Créelo. Recíbelo. Ríndete a esa poderosa verdad. Dilo, dilo en plena seguridad de fe, y dilo por siempre: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en le fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí". Dilo, porque es la verdad, la pura verdad y poder de Dios, que salvan al alma de todo pecado.

Review and Herald, 24 octubre 1899
Luego todo Israel será salvo
 
Re: LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS

Apreciado Jerusun.Saludos.

Bendiciones.

22. Gálatas 3:10-14<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>
A.T. Jones<o:p></o:p>
"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero); para que la bendición de Abraham fuese sobre los gentiles en Cristo Jesús; para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu".

La maldición de la ley, toda la maldición que jamás hubiese o pudiera haber, se debe sencillamente al pecado. Eso está claramente ilustrado en Zacarías 5:1-4. El profeta contempló "un rollo que volaba… de veinte codos de largo, y diez codos de ancho". El Señor le dijo: "ésta es la maldición que sale sobre la haz de toda la tierra". Es decir, ese pergamino o rollo, representa la totalidad de la maldición que pesa sobre la tierra.

Y ¿cuál es la causa de esa maldición que sale sobre la haz de toda la tierra? –"Porque todo aquel que hurta, (como está de la una parte del rollo) será destruido; y todo aquel que jura, (como está de la otra parte del rollo) será destruido". El rollo es la ley de Dios. Se cita un mandamiento de cada una de las tablas, para mostrar que el rollo incluye a ambas. Todo aquel que roba –que transgrede la ley en lo referente a la segunda tabla– será destruido de acuerdo con esa parte de la ley; y todo aquel que jura –transgrede en relación con la primera tabla de la ley– será destruido de acuerdo con esa otra parte de la ley.

Los anotadores celestiales no tienen necesidad de escribir un registro pormenorizado de los pecados particulares de cada uno; basta con apuntar, en el rollo asignado a cada hombre, el mandamiento que ha sido particularmente violado en cada transgresión. Que ese rollo de la ley va acompañando a cada uno allá donde él vaya, hasta permanecer en su misma casa, lo atestiguan las palabras: "Yo la saqué, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su casa". Y a menos que se encuentre un remedio, ese rollo de la ley permanecerá allí hasta que la maldición consuma a ese hombre y a su casa, "con sus enmaderamientos y sus piedras", es decir, hasta que la maldición devore la tierra en aquel gran día en que los elementos, ardiendo, serán consumidos, "ya que… la potencia del pecado" y la maldición, es "la ley" (1 Cor. 15:56).

Pero a Dios gracias, "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición". Todo el peso de la maldición cayó sobre Él, ya que "Jehová cargó en Él el pecado de todos nosotros". "Al que no conoció pecado, hizo pecado por nosotros". Y aquel que lo recibe, recibe también libertad de todo pecado, y si queda libre de todo pecado, queda también libre de toda maldición.

Nótese hasta qué punto llevó Cristo toda la maldición: Cuando el hombre pecó, la tierra fue maldita y produjo espinos y cardos (Gén. 3:17,18). El Señor Jesús, al redimir de la maldición a todas las cosas, llevó la corona de espinas, redimiendo así de la maldición ambos, el hombre y la tierra. Bendito sea su nombre. La obra fue consumada. "Nos redimió de la maldición". Gracias al Señor. Fue hecho maldición por nosotros, ya que estuvo colgado del madero.

Y dado que todo eso es un hecho ya cumplido, mediante la cruz de Jesucristo, el don gratuito de Dios a toda alma sobre la tierra es la liberación de la maldición. Cuando un hombre recibe ese don gratuito de la redención de toda maldición, el rollo sigue permaneciendo con él, pero gracias al Señor, sin traer ya ninguna maldición, sino testificando "la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él, porque no hay diferencia" (Rom. 3:21,22). El objeto mismo de redimirnos de la maldición es "que la bendición de Abraham fuese sobre los gentiles en Cristo Jesús". La bendición de Abraham es la justicia de Dios, que como ya hemos visto anteriormente, sólo puede proceder de Dios como su don gratuito, recibido por la fe.

Puesto que "todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición", y que "Cristo nos redimió de la maldición de la ley", está claro que nos redimió de las obras de la ley –que siendo nuestras propias obras, no son sino pecado–; y nos atribuyó por su gracia, las obras de Dios –que siendo las obras de la fe, que es el don de Dios, no son sino justicia. Leemos en Juan 6:29: "Ésta es la obra de Dios, que creáis en el que Él ha enviado". Eso es verdadero descanso, reposo celestial, el reposo de Dios. "El que ha entrado en su reposo, también él ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas" (Heb. 4:10).

Así, "Cristo nos redimió de la maldición de la ley", y de la maldición de nuestras propias obras, a fin de que la bendición de Abraham, que es la justicia y las obras de Dios, "fuese sobre los gentiles en Cristo Jesús". Y todo ello "para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu". "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforma a la carne, mas conforme al espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte". Y "Lo que era imposible a la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al espíritu" (Rom. 8:1-4).

A Dios sean dadas gracias por el inefable don de su propia justicia, en lugar de nuestros pecados; y de sus propias obras de la fe en lugar de las nuestras de la ley. Ese don inefable nos fue otorgado en la redención que es en Cristo Jesús, quien "nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición".

Review and Herald, 19 diciembre 1899
Luego todo Israel será salvo
 
Re: LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS

Estimado Jerusun.Saludos.
Este tema fue presentado en 1.900
23. Gálatas 5:3<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:eek:ffice" /><o:p></o:p>
A.T. Jones<o:p></o:p>
"Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a hacer toda la ley". [Nuevo Testamento Interlineal: "deudor es"] .

Es curioso que muchos, al considerar esta amonestación, han hecho distinción entre dos leyes, y han excluido la ley de Dios del asunto en consideración, dando a la palabra "deudor" el sentido restringido de "obligado a hacer".

Saben por las Escrituras que temer a Dios y guardar sus mandamientos es el todo del hombre. Saben que nada en las Escrituras puede contradecir lo anterior. Saben que todo hombre está bajo obligación de guardar toda la ley de Dios, sea que esté o no circuncidado. Y, suponiendo que el término deudor implica meramente la idea de obligación –esto es, que si está circuncidado, está obligado a obedecer toda la ley–, concluyen que la ley de Dios debe estar excluida de ese razonamiento; creen que debe existir alguna ley que nadie está en la obligación de obedecer, a menos que esté circuncidado. Según eso, la expresión "toda la ley" que aparece en ese versículo, debe referirse a la totalidad de la ley ceremonial, consistente en sacrificios y ofrendas.

Por otro lado, están aquellos que no se sienten con la más mínima obligación de guardar la ley de Dios, y que les parece ver en ese texto una justificación para su desobediencia y oposición. Su postura es que solamente los circuncidados están bajo obligación de guardar la ley de Dios, y que es solamente circuncidándose como viene la obligación. Saben que no están de ninguna manera obligados a circuncidarse, y por lo tanto, concluyen que no están obligados a guardar los diez mandamientos.

Ambas posturas están en el error: en ambos casos se deja de apreciar el pensamiento principal del versículo. Y el no apreciarlo se debe a considerar la palabra "deudor" exclusivamente en el sentido de "obligado a hacer".

Es cierto que el término significa "obligación". Pero en ese contexto, y en todo otro lugar en que se presenta referido a las obligaciones morales del hombre, el término tiene un significado tanto más amplio y profundo que el de la simple obligación, que este último pasa a ser realmente secundario.

El término "deudor" en ese versículo de Gálatas 5:3, significa, no solamente que la persona está bajo el deber y obligación de pagar; sino que más allá de eso, está terriblemente endeudado, sin absolutamente nada con qué pagar. Si alguien es deudor, estando por lo tanto en la obligación de pagar, digamos, mil dólares, y resulta ser económicamente solvente, poseyendo la capacidad de realizar el pago, entonces la cosa resulta fácil. Pero si la cantidad adeudada es de cien mil millones de dólares, y está en la obligación de pagarlos sin disponer de un solo centavo, estando además en prisión, y sin la más mínima posibilidad de reunir ningún dinero con el que saldar la deuda, para ese hombre, la palabra "deudor" significará mucho más que estar simplemente "obligado a hacer".

Ese es precisamente el caso aquí considerado. Es la idea central de ese versículo. Tal es el significado implícito en "deudor". Eso es así porque la palabra "deudor", utilizada en su significación moral, puede implicar una sola cosa: el pecado; que el hombre es pecador.

Ese término "deudor" (Gálatas 5:3, N.T. Interlineal, que la Reina Valera traduce como "obligado a hacer"), es precisamente el mismo que se emplea en Lucas 13:4: "O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalem?".

Es la palabra utilizada por la oración modelo del Señor (Mat. 6:12), "Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Significativamente, en la versión escrita por Lucas, emerge claramente la idea de pecado: "Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben" (Luc. 11:4).

Es la misma palabra empleada por el Salvador en Lucas 7:41 y 42: "Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó a ambos".

Es también la palabra empleada en la parábola de Mateo 18:23-35. Allí se habla de cierto rey que "quiso hacer cuentas con sus siervos y… le fue presentado uno que le debía diez mil talentos" –la suma del salario medio de unos doscientos mil años de trabajo– y que no tenía nada con qué pagar. Entonces, su señor "le perdonó la deuda". Pero cuando el que había sido perdonado encontró a otro siervo que le debía a él el equivalente al salario de unos cuatro meses, no le perdonó la deuda, sino que lo puso en la cárcel hasta que pagase lo que le debía. El rey llamó entonces al primer hombre, y "le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonareis de vuestros corazones cada uno a su hermano sus ofensas" (Mat. 18:23-35).

El hecho de entregarlo a los verdugos hasta que pague todo lo que debe, va incluido en la palabra. "El término implica la idea de que el deudor debe expiar su culpa". "Al pecado se le denomina ‘opheilema’ porque incluye el concepto de expiación y pago de la deuda, que se satisface mediante el castigo".

A la luz de lo expuesto, el lector atento comprenderá que las palabras de Gálatas 5:3, "está obligado [deudor] a hacer toda la ley", significan muchísimo más que el simple hecho de estar sujeto a las demandas de la ley, en el sentido de tener que hacer lo mejor posible para obedecerla. No está simplemente en la obligación de reconocer que está bajo la autoridad de la ley de Dios, sino que es realmente un deudor por todas las demandas que la ley hace recaer sobre él. Queda claro que por sí mismo, está condenado a ser eternamente deudor, ya que no tiene absolutamente nada con qué pagar, y por él mismo, no tiene la más mínima posibilidad de generar los recursos necesarios a tal efecto.

Ese endeudamiento no deriva solamente de su obligación de cumplir la ley a partir de ese momento, sino que descansa también en la obligación de proveer satisfacción por todo lo relativo a su pasado, todo lo que se ha ido acumulando hasta ese momento.

De acuerdo con eso, por sí mismo, todo hombre es un eterno deudor. Tal es la implicación de Gálatas 5:3, y de los textos relacionados que se han citado. "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". Cualquiera que pretenda circuncidarse a fin de ser salvo, buscando así la salvación por las obras de la justicia propia, toma sobre sí la obligación de pagar a la ley de Dios todo lo que adeuda, desde el principio de su vida hasta el final de ella. De igual forma, hace recaer sobre sí la obligación de expiar toda la culpa que deriva de sus transgresiones así acumuladas.

Eso es lo que significa ‘ser deudor de hacer toda la ley’. Es lo que quieren expresar las palabras: "Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado [N.T. Interlineal: deudor es] a hacer toda la ley". No es que sea deudor solamente, sino que mediante esa transacción, asume voluntariamente, por sí mismo, toda la carga que grava esa deuda.

Ahora, sucede que todo hombre en el mundo es, por sí mismo, esa clase de deudor. Sucede también que todo el que busque la justificación por sus propias obras, incluso por el cumplimiento de los diez mandamientos, o por el de cualquier otra cosa que el Señor haya ordenado, con ello asume, y viene a ponerse bajo la obligación de pagar todo lo que implica su endeudamiento. El problema es que no puede pagar. No hay en él la más remota posibilidad de pagar por sí mismo la deuda. Está abrumado y perdido.

Pero, a Dios gracias, todo el que posea la justicia de Dios que es por la fe de Jesucristo, todo el que dependa solamente del Señor Jesús y de lo que Él realizó, aunque por él mismo sea deudor como cualquier otro hombre, sin embargo, en Cristo, encuentra provisión abundante para pagar todo lo que debe. Cristo expió y satisfizo, en su castigo, toda la culpabilidad de cada alma; y mediante la justicia de Dios por Él ofrecida, Cristo provee justicia en abundancia con que pagar todas las demandas que la ley pueda hacer en la vida del que cree en Jesús.

Gracias a Dios por el don inefable de las inescrutables riquezas de Cristo. Oh, ¡créelo!, ¡recíbelo! Pobre, abrumado y perdido "deudor", compra de Él "oro afinado en fuego, para que seas hecho rico, y seas vestido de vestiduras blancas". "Venid, compr!d, sin dinero y sin precio".

Review and Herald, 21 agosto 1900
Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: LEYENDO EL LIBRO DE GALATAS

Me encanta la afirmacion del hermano Gabriel al final de sus post:

Luego todo Israel sera salvo.

Si entendieramos a cabalidad esa afirmacion revolucionariamos nuestra vision del evangelio. A lo mejor hago un post sobre eso.

Bendiciones