Les comparto el poderoso Salmo 91 ♥

benjaminlazarowski

Recién registrado
7 Noviembre 2025
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Hoy sentí compartir este mensaje
🙏🏼

Durante los últimos días estuve repitiendo el Salmo 91, y cada vez que lo hago siento una paz que no puedo explicar
💫

Si estás atravesando ansiedad, miedo o incertidumbre, escuchá estas palabras con fe.
💛
El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.
Te dejo este audio para que puedas orarlo conmigo:
👉
¿Qué parte del Salmo 91 te da más fortaleza?
 
Para un foro de amistad creo pertinente lo siguiente: Amigos Evangelistas, la CARIDAD NOS GUÍE. LA UNIÓN DE LAS IGLESIAS CRISTIANAS ES IMPERATIVA. NO SIGAMOS DESCALIFICANDO A NINGUNA IGLESIA CRISTIANA. LOS CATÓLICOS SON TAN RESPETABLES COMO CUALQUIERA OTRA CONFESIÓN CRISTIANA, EN EL AMOR DE CRISTO Y LA CARIDAD CRISTIANA. EL DIÁLOGO ES MUESTRA DE ESA CARIDAD, SIN DESCALIFICACIONES POCO CARITATIVAS QUE ANUNCIAN UN MENSAJE QUE NO ES EL DE CRISTO Y DESCALIFICAN A QUIEN LO SUSTENTA. SEA EL AMOR DE DIOS NUESTRA GUÍA Y NUESTRA ACTUACIÓN. AVANCEMOS HACIA LA UNIDAD, COMO DIOS QUIERE.
La unidad de las Iglesias cristianas
La Sagrada Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, proclama que Dios desea la unidad de su pueblo. Jesucristo mismo oró por ello y los Apóstoles lo anunciaron como una obra del Espíritu Santo. La doctrina católica reconoce esta unidad como “bien indispensable” que brota de la comunión trinitaria (Papa Benedicto XVI, Ecclesia de Eucharistia 56), y anima el ecumenismo basándose en fundamentos bíblicos claros. A continuación presentamos varios pasajes bíblicos clave y su significado, mostrando que la unidad de los creyentes es voluntad expresa de Dios y elemento esencial de la Iglesia.
La unidad deseada por Cristo (Juan 17)
En la “oración sacerdotal” antes de su Pasión, Jesús pide al Padre la unidad de sus discípulos. Como Él mismo dice:
«…que todos sean uno. Como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado.»
En Juan 17:21 el Señor expresa explícitamente que todos los creyentes formen “una sola comunión” con Él y el Padre, a semejanza de la unidad trinitaria. Esta plegaria revela que la división entre los cristianos contradice el plan de salvación de Cristo (Juan 17:20-23). La unidad, además, tiene un fin misionero: para que el mundo reconozca la obra de Dios en Jesucristo. En otras palabras, la coherencia de fe y vida entre los cristianos es testimonio del Evangelio, y por eso Jesús la suplica al Padre (cf. Juan 17:21-23).
Enseñanza de los Apóstoles: un solo Cuerpo y un mismo Espíritu
San Pablo y otros autores neotestamentarios insisten en que la Iglesia es un solo cuerpo espiritual unido por el Espíritu Santo. Por ejemplo, en la carta a los Efesios se lee:
«Poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu… Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.»
Efesios 4:3-6 resume con fuerza la unidad visible de la Iglesia. Pablo enumera una sola vocación y un solo don (Espíritu), un mismo Señor y una misma fe. Así afirma que, bajo la acción del Espíritu Santo, todos los creyentes –judíos y gentiles, esclavos y libres– son constituidos en un único Cuerpo, la Iglesia de Cristo. Esta cita ilustra que Dios ha querido una sola comunidad de creyentes «con un solo Dios y Padre», y subraya que la diversidad de carismas sirve para edificar esa unidad (Efesios 4:7–13).
Otro texto paulino, 1 Corintios 12:12-13, refuerza la idea corporativa:
«Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros… no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo». «Porque por un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo».
En 1 Corintios 12:12-13 Pablo compara la Iglesia con un cuerpo humano: muchos miembros pero un solo cuerpo. El Espíritu Santo “bautiza a todos en un solo Espíritu para hacer un cuerpo”. De ello se desprende que la unidad no es opcional, sino constitutiva del Cuerpo de Cristo. Cada creyente es parte indispensable de ese cuerpo (1 Cor 12:14-27). Estas imágenes muestran que la división interna (cismas) desfigura la realidad de la Iglesia como “un solo pueblo” con un mismo Señor.
Incluso otras epístolas hablan de unidad doctrinal y espiritual: «tengan un mismo sentir, vivan en paz» (2 Corintios 13:11). Al concluir sus cartas, san Pablo con frecuencia invoca la bendición trinitaria: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros». Esta fórmula expresa la armonía entre las Tres Personas divinas como prototipo de la armonía entre los cristianos. Como explica el Catecismo, el Espíritu Santo “restaura la unidad” (CIC §815), del mismo modo que procede del Padre y del Hijo como único Dios. Así, la Iglesia se funda en la comunión trinitaria: amar al Padre, al Hijo y al Espíritu es amar a cada hermano.
Antiguo Testamento: profecías de unidad y Comunión fraterna
Aunque el Antiguo Testamento registra divisiones (monarquía dividida, dispersión, Babel), contiene profecías esperanzadoras de unidad futura. Por ejemplo, Ezequiel 37 anuncia la reunificación de Israel y Judá en un solo pueblo:
«Haré de ellos una sola nación en esta tierra… y un solo rey será el rey de todos ellos; no formarán ya dos naciones ni dos reinos jamás».
Ezequiel 37:21-22 habla de un solo rey (anticipando a Cristo) y de una nación reunida. La Iglesia católica ve en esto un paralelo al Nuevo Pueblo de Dios, reunido por el Espíritu bajo un solo Señor. De modo similar, Zacarías profetizó: “El Señor será rey sobre toda la tierra; aquel día el Señor será uno y uno su Nombre” (Zac 14:9). Estas promesas mesianicas apuntan a la unidad de todos los creyentes bajo Cristo.
El Salmo 133 celebra poéticamente la armonía fraterna: “¡Oh, qué bueno, qué dulce es que los hermanos habiten juntos!”. El Salmo compara esa unión al perfume del aceite sagrado y al rocío del Hermón. En el contexto bíblico, el pueblo de Dios está disperso pero aspirar a reunirse es voluntad divina. Igualmente, Proverbios 17:17 o Eclesiástico (Sirácide) 17:10 enseñan que en la unidad hallan alabanza y bendición. Estos textos del AT inspiran la convicción de que Dios bendice la convivencia pacífica y la fe común de los suyos.
Otro pasaje relevante es Malaquías 2:10, donde el profeta pregunta retóricamente: “¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos creó un mismo Dios?” (Mal 2:10). Aunque se aplica a la familia de Israel, este principio ha servido para el ecumenismo: al recordar que todos los cristianos tienen un mismo Padre celestial, se refuerza la fraternidad entre ellos. En suma, el AT anticipa una unidad espiritual futura y ve al pueblo de Dios como una sola familia en un Dios único.
Implicaciones ecuménicas de los pasajes sobre unidad
Los textos bíblicos citados indican claras implicaciones doctrinales para el ecumenismo:

  • La Iglesia es un cuerpo único en Cristo (unidad de fe, de sacramentos y de gobierno espiritual). Cualquier división real entre creyentes contradice los “unos” enumerados por Pablo (un solo Señor, una sola fe…).
  • El Espíritu Santo une a todos los bautizados como un solo Pueblo de Dios. Por eso cada comunidad cristiana conserva dones valiosos, pero sólo la plena comunión (incluso sacramental) permite el ejercicio pleno de esos dones en la caridad de Cristo.
  • La unidad de la Iglesia no es arbitraria, sino raíz y fin de la misión de Cristo (Juan 17). Fracciones irreconciliadas perjudican la credibilidad del Evangelio y obstruyen la evangelización (cf. Juan 17:21).
  • El modelo de la Trinidad recuerda que la pluralidad de Iglesias locales o denominacionales debe existir “en unidad”, tal como Padre, Hijo y Espíritu son tres Personas inseparables. La liturgia católica invoca esta unidad trinitaria como fuente de armonía entre los fieles.
  • Los profetas veterotestamentarios orientan hacia una restauración final de la unidad (nueva alianza, Reino mesiánico), que los cristianos viven anticipadamente. El magisterio católico interpreta que la unidad de los fieles en Cristo es la “pequeña Jerusalén” que señala la Jerusalén celeste (Gal 4:26).
En definitiva, la Biblia enseña con claridad que la división cristiana no es el ideal de Dios. Todo su plan de salvación —desde Abraham hasta la venida del Mesías— busca unir a los hombres en torno a Él. Por eso las Iglesias cristianas están llamadas a superar disensiones y reestablecer la unidad visible, testimoniando la verdad de Cristo.
Tabla comparativa: pasajes bíblicos clave e implicaciones ecuménicas


Texto Bíblico (versículos)
Contenido principal sobre la unidad
Implicación doctrinal/ecuménica
Efesios 4:3–6
«Un solo Cuerpo y un solo Espíritu… Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos…»

La Iglesia es un solo Cuerpo espiritual. Existe una única fe y un solo bautismo válido (unidad sacramental), por lo que la multiplicidad de confesiones cristianas exige búsqueda de la plena comunión.

Juan 17:21

Jesús ora «para que todos sean uno… como Tú, Padre, en mí y yo en Ti»

El Señor mismo pide la unidad de sus discípulos. Las divisiones cristianas debilitan la misión evangelizadora; la unión visible sería prueba del amor trinitario y de la autenticidad de la fe.

1 Corintios 12:12–13

El cuerpo (la Iglesia) es uno aunque muchos miembros; todos bautizados por un solo Espíritu para formar un solo cuerpo.

El bautismo y el Espíritu Santo crean una unidad esencial sin distinción de etnia o status. Toda separación en la iglesia refuta el “un solo Espíritu”; subraya la unidad invisible que debe hacerse visible.

2 Corintios 13:14

«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.»

Se invoca la comunión (koinonía) de las Tres Personas Divinas. Implica que los creyentes, como Iglesia única, participan de esa misma comunión trinitaria; esto fundamenta teológicamente la unidad eclesial.

Salmo 133:1

«¡Oh, qué bueno, qué dulce es habitar los hermanos todos juntos!»

El Antiguo Testamento celebra la fraternidad unida. La armonía entre los miembros del Pueblo de Dios es “agradable” al Señor, apoyando el valor espiritual de la unidad, sobre todo de viejos y nuevos hermanos en la fe.

Ezequiel 37:22

«Haré de ellos una sola nación… y un solo rey será el rey de todos ellos»

Profecía de la reunificación de Israel y Judá en un solo pueblo bajo un mismo Señor. Apunta al único rebaño de Cristo (cf. Jn 10:16). Refuerza la idea de que todos los cristianos forman un solo reino espiritual.

Malaquías 2:10 (RVA)<sup>[1]</sup>

«¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó un solo Dios?»

Recordatorio de la paternidad única de Dios sobre todos los creyentes. Implica que los cristianos (descendientes de la misma fe) deben reconocerse mutuamente como hermanos, evitando traiciones espirituales.