DLB a todos especialmente a los mexicanos en el Dia de su Independencia. Viva Mexico! Viva la Virgen de Guadalupe!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 10, 14-22
Queridos míos, eviten la idolatría. Les hablo como a gente sensata; juzguen ustedes mismos lo que voy a decirles. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
Pensemos en Israel según la carne: aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar?
¿Quiero decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que el ídolo es algo? No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios. Ahora bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del Señor y a la mesa de los demonios. ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Pretendemos ser más fuertes que él?
Palabra de Dios.
SALMO Sal 115, 12-13. 17-18 (R.: 17a)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo. R.
X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49
Jesús decía a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mi palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»
Reflexión
Jesús en este Evangelio, quiere recordarnos que es el ¨fondo¨del hombre lo que permite juzgar sus actos.
La calidad del fruto depende de la calidad del árbol.
El ¨corazón¨, es decir, ¨el interior profundo¨ del hombre, es lo esencial.
El Señor nos muestra que es necesario que los gestos exteriores correspondan a una calidad del fondo. Que nuestros gestos religiosos
provengan de una ¨fe interior¨.
Por eso tenemos que pedirle al Señor que nos transforme, que transforme nuestro corazón, que lo haga bueno.
Pidámosle que nuestra vida, sea verdaderamente un ¨buen fruto¨, del que los demás puedan alimentarse.
El Señor dice que ¨el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene adentro¨. Hoy..., ¿qué podría sacar de mi corazón?
Pensemos que de la abundancia del corazón habla la boca, por eso pidamos al Señor que transforme nuestro corazón, para que pongamos a Dios en él. Sólo si Dios está en nuestro corazón entonces podremos hablar de Dios y esparcir buena semilla que permita en el mundo que germine el Reino de Dios
El Señor no quiere palabras solamente, el Señor quiere que nuestro obrar, sea fruto de lo que tenemos dentro. Cuando sólo hablamos de Dios, cuando sólo decimos cosas buenas, pero no hacemos obras buenas, entonces no estamos teniendo a Dios dentro.
Hoy Jesús nos pide, que nos acerquemos a Él, que escuchemos su palabra y que la pongamos por obra. El Señor quiere que seamos capaces
de edificar nuestra vida, sobre una roca sólida. Y para eso tenemos que acercarnos a Jesús y practicar lo que nos dice. Es Jesús la roca sobre la que podremos construir seguros nuestras vidas, con la certeza que no habrá fuerza que pueda derribarla.
Pidamos hoy al Señor que seamos capaces de hacer vida su Palabra.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera.
Si el Padre poda las ramas
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca;
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
¡Dichosos porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia! Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 10, 14-22
Queridos míos, eviten la idolatría. Les hablo como a gente sensata; juzguen ustedes mismos lo que voy a decirles. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.
Pensemos en Israel según la carne: aquellos que comen las víctimas, ¿no están acaso en comunión con el altar?
¿Quiero decir con esto que la carne sacrificada a los ídolos tiene algún valor, o que el ídolo es algo? No, afirmo sencillamente que los paganos ofrecen sus sacrificios a los demonios y no a Dios. Ahora bien, yo no quiero que ustedes entren en comunión con los demonios. Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; tampoco pueden sentarse a la mesa del Señor y a la mesa de los demonios. ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Pretendemos ser más fuertes que él?
Palabra de Dios.
SALMO Sal 115, 12-13. 17-18 (R.: 17a)
R. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.
¿Con qué pagaré al Señor
todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo. R.
X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 43-49
Jesús decía a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué ustedes me llaman: "Señor, Señor", y no hacen lo que les digo? Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mi palabras y las practica. Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»
Reflexión
Jesús en este Evangelio, quiere recordarnos que es el ¨fondo¨del hombre lo que permite juzgar sus actos.
La calidad del fruto depende de la calidad del árbol.
El ¨corazón¨, es decir, ¨el interior profundo¨ del hombre, es lo esencial.
El Señor nos muestra que es necesario que los gestos exteriores correspondan a una calidad del fondo. Que nuestros gestos religiosos
provengan de una ¨fe interior¨.
Por eso tenemos que pedirle al Señor que nos transforme, que transforme nuestro corazón, que lo haga bueno.
Pidámosle que nuestra vida, sea verdaderamente un ¨buen fruto¨, del que los demás puedan alimentarse.
El Señor dice que ¨el hombre bueno saca cosas buenas del tesoro que tiene adentro¨. Hoy..., ¿qué podría sacar de mi corazón?
Pensemos que de la abundancia del corazón habla la boca, por eso pidamos al Señor que transforme nuestro corazón, para que pongamos a Dios en él. Sólo si Dios está en nuestro corazón entonces podremos hablar de Dios y esparcir buena semilla que permita en el mundo que germine el Reino de Dios
El Señor no quiere palabras solamente, el Señor quiere que nuestro obrar, sea fruto de lo que tenemos dentro. Cuando sólo hablamos de Dios, cuando sólo decimos cosas buenas, pero no hacemos obras buenas, entonces no estamos teniendo a Dios dentro.
Hoy Jesús nos pide, que nos acerquemos a Él, que escuchemos su palabra y que la pongamos por obra. El Señor quiere que seamos capaces
de edificar nuestra vida, sobre una roca sólida. Y para eso tenemos que acercarnos a Jesús y practicar lo que nos dice. Es Jesús la roca sobre la que podremos construir seguros nuestras vidas, con la certeza que no habrá fuerza que pueda derribarla.
Pidamos hoy al Señor que seamos capaces de hacer vida su Palabra.
Vosotros sois luz del mundo
y ardiente sal de la tierra,
ciudad esbelta en el monte,
fermento en la masa nueva.
Vosotros sois los sarmientos,
y yo la Vid verdadera.
Si el Padre poda las ramas
más fruto llevan las cepas.
Vosotros sois la abundancia
del reino que ya está cerca;
los doce mil señalados
que no caerán en la siega.
¡Dichosos porque sois limpios
y ricos en la pobreza,
y es vuestro el reino que sólo
se gana con la violencia! Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas