Lectura de Hoy 10/11/00

tejano

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5 Octubre 1999
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Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos 3, 17-4, 1

Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado. Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo. Su fin es la perdición, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra. En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo. El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.
Por eso, hermanos míos muy queridos, a quienes tanto deseo ver, ustedes que son mi alegría y mi corona, amados míos, perseveren firmemente en el Señor.

Palabra de Dios.


SALMO Sal 121, 1-2. 3-4a. 4b-5 (R.: cf. 1)

R. Vamos con alegría a la Casa del Señor.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la Casa del Señor»!
Nuestros pies ya están pisando
tus umbrales, Jerusalén. R.

Jerusalén, que fuiste construida
como ciudad bien compacta y armoniosa.
Allí suben las tribus,
las tribus del Señor. R.

-Según es norma en Israel-
para celebrar el nombre del Señor.
Porque allí está el trono de la justicia,
el trono de la casa de David. R.


X Lectura del santo Evangelio según san Lucas 16, 1-8

Jesús decía a sus discípulos:
«Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto."
El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!."
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" "Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez."
Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota trescientos."
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.»

Palabra del Señor.



Reflexión

San Lucas es el único evangelista que nos relata esta parábola.
El protagonista de la parábola es el mayordomo, el administrador.
Y cada uno de nosotros somos delante de Dios, precisamente eso, somos administradores.

Todo lo que poseemos: nuestros bienes materiales, nuestra riqueza intelectual, nuestra moral, los aspectos de nuestro carácter, nos fueron dados por Dios, y de todo eso, el Señor nos pedirá cuenta. Dios nos confía un montón de beneficios, pero no son nuestros, siguen perteneciéndoles a Dios.

Y nosotros, no tenemos derecho a malgastar los dones de Dios.
Él nos va a pedir cuentas de todo lo que nos dió.

Pero en esta parábola, cuando el patrón le pide al administrador cuentas de su conducta, el administrador rápida y astutamente, comienza a asegurar su futuro. Se preocupa por asegurar su futuro.

Y el Señor, aunque nos parezca muy extraño, alaba irónicamente el proceder de este administrador deshonesto.
¿Porqué?
Porque se esfuerza por asegurar su futuro.

El administrador infiel se las ingenia para resolver su situación futura de indigencia. El Señor dá por supuesta la inmoralidad de tal actuación que resulta evidente. En cambio, resalta y alaba la agudeza y el empeño que este hombre demuestra para sacar provecho en un aspecto material de su antigua condición de administrador. Lo que Jesús nos enseña en esta parábola es que para la salvación de nuestras almas y para la propagación del Reino de Dios, apliquemos al menos la misma sagacidad y el mismo esfuerzo que el que ponen los hombres en sus negocios materiales, o en la lucha para hacer triunfar algún ideal humano.
El hecho de contar con la gracia de Dios no significa que no tengamos que poner todos los medios humanos honestos que sean posibles para que nuestras tareas de apostolado alcancen el mayor éxito.

En nuestras vidas, a lo mejor somos como el administrador deshonesto, ¨previsores¨, para las cosas del mundo.
Pero muchas veces, no ponemos ni el mismo empeño, ni la misma inteligencia, para asegurar nuestros asuntos espirituales.

Por eso el Señor nos dice a cada uno de nosotros con mucha dureza, que ¨los Hijos de este mundo¨son más astutos para sus cosas que los ¨Hijos de la Luz¨

El Señor nos invita hoy, a través de esta parábola a poner todas nuestras cualidades humanas, todo nuestro ingenio..., al servicio del Reino.
El nos invita a hacer en virtud de la luz, lo que otros hacen por el poder de las tinieblas. Nos invita a no quedarnos en los hermosos principios. Quiere que nos preocupemos por se eficaces en nuestra misión de colaborar en la construcción de su Reino


Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.

Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.

Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.

Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!

¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.
Himno de la Liturgia de las Horas