Lectio Divina diaria

5 Junio 2009
2.062
3
Hola hermanos en Cristo como veo que todos los días hay mucha confrontación me decidi en abrir este tema para compartir algo que nos une un poco y así nos pueda servir para aprender, vivir y predicar el evangelio tanto con nosotros como con los demás.

Bendiciones.
 
Re: Lectio Divina diaria

Viernes 26 de Junio de 2008

Lectio: Mateo 8,1-4

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 8,1-4
Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.»

3) Reflexión
• En los capítulos de 5 a 7 oímos las palabras de la nueva Ley proclamada por Jesús en lo alto de la Montaña. Ahora en los capítulos 8 y 9, Mateo muestra como Jesús practicaba aquello que acababa de enseñar. En los evangelios de hoy (Mt 8,1-4) y de mañana (Mt 8,5-17), vamos a ver de cerca los siguientes episodios que revelan como Jesús sanaba: la curación de un leproso (Mt 8,1-4), la curación del siervo del centurión romano (Mt 8,5-13), la curación de la suegra de Pedro (Mt 8,14-15) y la curación de numerosos enfermos (Mt 8,14-17).
• Mateo 8,1-2: El leproso pide: “¡Señor, si quieres puedes limpiarme!” Un leproso llega cerca de Jesús. Era un excluido. Quien le tocaba quedaba impuro. Por esto, los leprosos debían ser alejados (Lv 13,45-46). Pero aquel leproso tiene mucho valor. Transgredió las normas de la religión para poder entrar en contacto con Jesús. al llegar cerca, dice: ¡Si quieres, puedes limpiarme! O sea: no precisas tocarme. Basta con que el Señor lo quiera, para que yo quede limpio.” Esta frase revela dos enfermedades: 1) la enfermedad de la lepra que lo volvía impuro; 2) la enfermedad de la soledad a la que era condenado por la sociedad y por la religión. Revela asimismo la gran fe de ese hombre en el poder de Jesús.
• Mateo 8,3: Jesús lo toca y dice: ¡Quiero! Sé purificado. Profundamente compadecido, Jesús cura las dos enfermedades. Primero para curar la soledad, antes de decir cualquier palabra, toca al leproso. Es como si dijera: “Para mí, tú no eres un excluido. No tengo miedo en quedarme impuro si te toco. ¡Te acojo como hermano!” Luego cura la lepra diciendo: ¡Quiero! ¡Queda limpio! El leproso, para poder entrar en contacto con Jesús, había transgredido las normas de la ley. Asimismo, Jesús para poder ayudar a aquel excluido y, así, revelar un nuevo rostro de Dios, transgrede las normas de su religión y toca al leproso.
• Mateo 8,4: Jesús ordena al hombre que vaya a conversar con los sacerdotes. En aquel tiempo, para que un leproso fuera admitido en la comunidad, necesitaba tener un certificado de curación confirmado por un sacerdote. Es como hoy. El enfermo sale del hospital solamente si tiene un certificado de alta firmado por el médico. Jesús obliga al fulano a que busque el documento, para poder convivir con normalidad. Obligó a las autoridades a que reconocieran que el hombre había sido curado. Jesús no solamente cura, sino que quiere que la persona curada pueda convivir. Reintegra a la persona en la convivencia fraterna. El evangelio de Marcos añade que el hombre no se presentó a los sacerdotes. Por el contrario “el hombre en cuanto salió, empezó a hablar y a contar detalladamente todo el asunto. Resultó que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afuera, en lugares apartados (Mc 1,45). ¿Por qué Jesús no podía entrar ya públicamente en una ciudad? Había tocado al leproso y ante las autoridades religiosas y ante la ley de la época se había vuelto impuro. Por eso, ahora, Jesús mismo era un impuro y tenía que ser alejado de todos. No podía entrar en las ciudades. Pero Marcos muestra que a la gente poco le importaban estas normas oficiales, pues ¡de todas parte venían donde Jesús! ¡Subversión total! El recado que Marcos nos da es éste: para anunciar la Buena Nueva de Dios a la gente, no hay que tener miedo a transgredir las normas religiosas que son contrarias al proyecto de Dios y que impiden la fraternidad y la vivencia del amor. Aunque esto traiga dificultades para la gente, como le ocurrió a Jesús.
• En Jesús, todo es revelación de aquello que ¡lo anima por dentro! El no sólo anuncia la Buena Nueva del Reino. El mismo es una muestra, un testimonio vivo del Reino, una revelación de Dios. En el aparece aquello que acontece cuando un ser humano deja reinar a Dios, le deja ser el centro de su vida.

4) Para la reflexión personal
• En nombre de la Ley de Dios, los leprosos eran excluidos, no podían convivir. En nuestra Iglesia existen costumbres y normas no escritas que, hasta hoy, marginan a las personas y las excluyen de la convivencia y de la comunión. ¿Conoces a personas así? ´¿Qué opinas con relación a esto?
• Jesús tuvo el valor de tocar al leproso. ¿Tú tendrías ese valor?

5) Oración final
Bendeciré en todo tiempo a Yahvé,
sin cesar en mi boca su alabanza;
en Yahvé se gloría mi ser,
¡que lo oigan los humildes y se alegren! (Sal 34,2-3)

Fuente: Orden del Carmen
 
Re: Lectio Divina diaria

Corrección: En el anterior puse 2008 y era 2009.

Sábado 27 de junio de 2009

Lectio: Mateo 8,5-17

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial
Concédenos vivir siempre, Señor, en el amor y respeto a tu santo nombre, porque jamás dejas de dirigir a quienes estableces en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor.

2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 8,5-17
Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Dícele Jesús: «Yo iré a curarle.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a otro: `Ven', y viene; y a mi siervo: `Haz esto', y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado. Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle.
Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades.

3) Reflexión
• El evangelio de hoy sigue describiendo las actividades de Jesús para mostrar como practicaba la Ley de Dios, proclamada en el Monte de las Bienaventuranzas. Después de la curación del leproso del evangelio de ayer (Mt 8,1-4), sigue ahora la descripción de varias otras curaciones:
• Mateo 8,5-7: La demanda del centurión y la respuesta de Jesús. Al analizar los textos del evangelio, es oportuno prestar atención siempre a los pequeños detalles. El centurión es un pagano, un extranjero. No pide nada, sino que apenas informa a Jesús que su empleado está enfermo y que sufre horriblemente. Detrás de esta actitud de la gente ante Jesús está la convicción de que no era necesario pedir las cosas a Jesús. Bastaba comunicarle el problema. Y Jesús haría el resto. ¡Actitud de ilimitada confianza! De hecho, la reacción de Jesús es inmediata: “¡Yo iré a curarle!”
• Mateo 8,8: La reacción del centurión. El centurión no esperaba un gesto tan inmediato y tan generoso. No esperaba que Jesús fuera hasta su casa. Y desde su experiencia como capitán saca un ejemplo para expresar la fe y la confianza que tenía en Jesús. Dice: "Señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: `Vete', y va; y a otro: `Ven', y viene; y a mi siervo: `Haz esto', y lo hace”. Esta reacción de un extranjero ante Jesús revela cómo era la opinión del pueblo respecto a Jesús. Jesús era alguien en el cual podían confiar y que no rechazaría a aquel que recorriese a él o que le revelase sus problemas. Es ésta la imagen de Jesús que el evangelio de Mateo nos comunica hasta hoy a nosotros, sus lectores y lectoras del siglo XXI.
• Mateo 8,10-13: El comentario de Jesús. El oficial quedó admirado con la reacción de Jesús. Jesús quedó admirado con la reacción del oficial: "Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.!” Y Jesús previó aquello que estaba aconteciendo en la época en que Mateo escribía su evangelio: “Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes”. El mensaje de Jesús, la nueva Ley de Dios proclamada en lo alto del Monte de las Bienaventuranzas es una respuesta a los deseos más profundos del corazón humano. Los paganos sinceros y honestos como el centurión y tantos otros que vinieron de Oriente o de Occidente, perciben en Jesús una respuesta a sus inquietudes y le acogen. El mensaje de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni tampoco un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. Si hoy muchos se alejan de la Iglesia o van hacia otras religiones la culpa no siempre es de ellos, sino que puede ser de nosotros que no sabemos vivir ni irradiar el mensaje de Jesús.
• Mateo 8,14-15: La curación de la suegra de Pedro. Jesús entró en la casa de Pedro y curó a su suegra. Estaba enferma. En la segunda mitad del siglo primero, cuando Mateo escribe, la expresión “Casa de Pedro” evoca la Iglesia, construida sobre la roca que era Pedro. Jesús entra en esta casa y cura a la suegra de Pedro: “Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. ”. El verbo usado en griego es diakonew, servir. Una mujer se vuelve diaconisa en la Casa de Pedro. Era lo que estaba ocurriendo en aquel tiempo. En la carta a los Romanos, Pablo menciona a la diaconisa Febe de la comunidad de Cencreas (Rom 16,1). Tenemos mucho que aprender de los primeros cristianos.
• Mateo 8,16-17: La realización de la profecía de Isaías. Mateo dice que: “al atardecer”, llevaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por el demonio”. ¿Por qué sólo al atardecer? Porque en el evangelio de Marcos, de donde Mateo saca su información, se trata de un día de sábado (Mc 1,21), y el sábado terminaba en el momento en que aparecía la primera estrella en el cielo. En ese momento la gente podía salir de casa, cargar con el peso del enfermo y llevarlo ante Jesús. Y “¡Jesús con su palabra, expulsaba los espíritus y curaba todas las enfermedades!” Usando un texto de Isaías, Mateo ilumina el significado de este gesto de Jesús:”para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades”.De este modo, Mateo enseña que Jesús era el Mesías – Siervo, anunciado por Isaías (Is 53,4; cf. Is 42,1-9; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12). Mateo hacía lo que hacen hoy nuestras comunidades: usa la Biblia para iluminar e interpretar los acontecimientos y descubrir en ellos la presencia de la palabra creadora de Dios.

4) Para la reflexión personal
• Compara la imagen que tú tienes de Jesús con la del centurión y de la gente que iba detrás de Jesús.
• La Buena Nueva de Jesús no es, en primer lugar, una doctrina o una moral, ni un rito o un conjunto de normas, sino una experiencia profunda de Dios que responde a lo que el corazón humano desea. La Buena Nueva de Jesús ¿cómo repercute en ti, en tu vida y en tu corazón?

5) Oración final
Ensalzad conmigo a Yahvé,
exaltemos juntos su nombre.
Consulté a Yahvé y me respondió:
me libró de todos mis temores. (Sal 34,4-5)

Fuente Orden del Carmen