LA VISION DE FE DE MARISA

11 Diciembre 2007
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Marisa, es una encantadora e inteligente jovencita de dieciocho años de la que soy padrino de su bautizo y que es hija de unos estupendos amigos, con los que mantenemos una bonita relación.
Hace unos días, Marisa me comentaba que habían constituido unos cuantos jóvenes amigos, un grupo de reflexión en su Parroquia y que uno de los primeros temas que habían desarrollado, era sobre la Iglesia actual y sobre la idea que de ella tenía la sociedad moderna.
La hija de mis amigos, que por supuesto es creyente y practicante, ponía sobre la mesa su particular visión de la fe, dentro del ambiente eclesial en el que se movía. Sin embargo, no dejaba de reconocer que el problema que más le inquietaba, era intentar casar su vida apostólica con la sociedad que le tocaba vivir. Y no es que viviera en ambientes especialmente conflictivos, pero reconocía que al vivir entre gentes que mostraban niveles importantes de humanismo y calidad de vida espiritual, entregándose y trabajando admirablemente por los demás, no podía asumir que por otra parte, esas mismas personas dieran la impresión de que vivían un tanto al margen de lo que para ella significaba el mundo de la fe.
Y esto para Marisa aparte de apenarle, le produce extrañeza el no llegar a entender, como puede haber personas que no comulguen con muchas de las directrices de la Iglesia actual. E incluso que lleguen a pensar que la Iglesia tendría que hacer esfuerzos para intentar acercarse más a la realidad social de las personas de hoy.
Ante la tristeza de mi amiga, por esas discrepancias de algún sector de creyentes, con la Iglesia actual, me pareció importante destacarle, que el tema estaba bastante claro. Es un simple problema de aquellos que practican y creen en una forma de fe, a su manera, y que en cualquier caso debían de pensar que con bastante frecuencia, son los medios de comunicación social los encargados de crear duda, cierta indiferencia y manipulación a una sociedad, que por supuesto debería de ser más noble para intentar profundizar en la auténtica fe, algo que posiblemente no han entendido.
Por otra parte, la Iglesia incomoda a muchos de estos cristianos con sus intervenciones a veces con gran dificultad de comprensión por parte de quienes creen estar en uso de la razón.
Todo ello, naturalmente, sin descartar que la Iglesia, debería esforzarse por acercarse un poco más a los tiempos actuales, intentado comprender mejor a una juventud que con frecuencia “navega sin claridad y con rumbo incierto”, en asuntos religiosos.
Es posible, que en determinados momentos parezca que en nuestra Iglesia se respire desesperanza y desánimo. Motivos desgraciadamente no le faltan, pues sufre la disminución numérica tanto de fieles como de sacerdotes y sobre todo, del sector joven, lo cual es preocupante.
En cualquier caso, ten en cuenta y comprende, amiga mía, que los pastores, sacerdotes y religiosos, perciben la necesidad de hacer una pastoral nueva, con aproximaciones nuevas a esta sociedad moderna, pero quizás no encuentren ese paso adelante y atrevido que hoy día necesitan nuestras comunidades.
Y sin embargo, querida ahijada, hay signos perceptibles que nos hablan de una Iglesia viva, dentro de una sociedad moderna. Cuando en el mundo entero, las Catedrales se llenan para orar por la paz con un canto de esperanza, no es posible el desánimo. ¡Es una Iglesia viva¡ Cuando el Papa convoca a jóvenes en cualquier lugar del Planeta y acuden miles de ellos a su llamada. No podemos dudar de que la ¡Iglesia está viva¡ Y cuando pensamos que la sociedad actual, censura a las jerarquías eclesiásticas por no tener una Iglesia a su medida. Debemos pensar en Jesús de Nazaret, que nos dejó en su Ascensión a los Cielos, una ¡Iglesia que estuvo y siempre estará viva¡ por los siglos de los siglos.
Yo, que creo que tengo ser completamente honesto, pienso que posiblemente habría que renovar algunas cosas para que nuestra fe no se debilitara. Para eso, sería necesario mirar siempre hacia delante olvidándonos de volver la cabeza para atrás y de este modo acercarnos a esa realidad social en la que debemos vivir, con el único objetivo de aumentar nuestra fe y nuestra entrega a los demás.
Mi querida Marisa, para mí, lo realmente importante, estriba en que todos los hombres de buena voluntad hemos de dedicarnos con las mayores de nuestras energía para actuar en el mundo que nos ha tocado vivir, sin pararnos a contemplar si la Iglesia tiene o no, mucho que reformar en su manera de ser y si, pararnos a meditar si es que a veces los católicos no llegamos a comprender bien los evangelios y de esta forma no entendemos que hemos de colaborar con los Sacerdotes y religiosos en lugar de acostumbrarnos a no tomar iniciativas, dejándolas todas para ellos.
Ahora todo es diferente. Los tiempos han cambiado, pero…