Libertad, cuánto se ha escrito y se ha luchado a causa de este legítimo anhelo de los seres humanos. En defensa de los derechos a la libertad del hombre, como individuo y como sociedad, se han invertido ríos de tinta, grandes esfuerzos y largos periodos de tiempo, se han librado duras y encarnizadas luchas con considerables pérdidas de vidas humanas, y toda clase de medios o recursos materiales. Sin embargo nadie ha conseguido alcanzar esta ansiada libertad de forma completa o duradera, ¿Es algo imposible de alcanzar, o acaso ha sido, y es, que los hombres han perseguido una visión equivocada de lo que es la verdadera libertad?
Cuando las personas se sienten oprimidas por regímenes o individuos tiránicos surge el deseo o necesidad imperiosa de rebelarse y luchar contra esta opresión, o conspirar ocultamente, si no se tiene suficiente poder para hacerlo de forma abierta, para intentar librarse de esta tiranía. Pero la libertad no se consigue por medio de luchas ni maquinaciones, pues si los oprimidos consiguen vencer a sus opresores, ellos a su vez se convierten en opresores de los vencidos, y de nuevo vuelve a repetirse el mismo proceso con el tiempo, pues quienes están bajo el yugo de otros, siempre procurarán sacudírselo y darle la vuelta a la tortilla. Y aún para los que consiguen mantenerse por más o menos tiempo en la cumbre del poder, ellos saben que los que están debajo están laborando en su contra, y esto se oponen a su libertad y seguridad de una u otra forma.
¿Quiere decir esto que la libertad que todos anhelamos es algo imposible de obtener? De ningún modo, lo que pasa es que no se busca una forma de libertad que no resulte opresiva para nadie. Una sociedad civilizada requiere la implantación y observancia de unos principios o normas justas, indispensables para determinar los límites y derechos de cada persona, para que los intereses de unos no perjudiquen a los de los demás, y todo pueda funcionar debidamente. Los humanos tenemos que aprender a ver estas normas como una protección de nuestros derechos y valores, no como una imposición o restricción a nuestra libertad. Sin leyes, y que se respeten, no puede haber libertad garantizada, pues el cumplimiento de las leyes es la garantía de los derechos de cada uno.
Si entendemos la libertad como el poder hacer todo lo que deseamos y consideramos justo, lo que más nos conviene y nos produce mayor beneficio, si no queremos que nadie nos oprima o nos trate tiránicamente, aprendamos a gobernarnos a nosotros mismos, a respetar y cumplir leyes y normas justas, a establecer y observar nuestros propios límites de manera que no sean opresivos ni perjudiciales para otros, así obtendremos la verdadera libertad, porque estaremos haciendo solo lo que deseamos.