La Verdad está en nuestros corazones

piscineros

Miembro senior
23 Diciembre 2024
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Inicio un hilo con la sana intención de no entrar en controversias ni debates, porque no voy a pontificar, ni a evangelizar, ni a decir si tengo o no la verdad, porque no la tengo ni pretendo tenerla. Evidentemente no puedo pretender no incitar al debate si alguien está en desacuerdo, pues es su derecho replicarme y mostrar sus posturas, a eso estoy abierto e incluso a la crítica (sana a poder ser).

Hoy hablaré del significado de la Cruz. No hablo de unas vigas de madera, sino de lo que entendieron buena parte de los seguidores de Cristo de ese hecho que fundamenta nuestra fe, fe a la que (desgraciadamente) le hemos ido añadiendo capas y más capas de innumerables teologías, dogmas e interpretaciones infinitas.

La Cruz representa ante todo un significado profundísimo que viene desde los tiempos del profeta Moisés, cuando de manera simbólica y a petición del Señor elevó el símbolo del pecado, o sea, una serpiente de bronce sobre un astado. Por entonces la cruz ni existía como método de tortura, se usaba un simple palitroque al que se ataba el reo de muerte.

Imaginen la simbología de una serpiente de bronce en un campamento sobresaltado por un montón de serpientes venenosas. Bajo mi punto de vista es una simbología y no un hecho literal, pero en todo caso el libro de Números, uno de los más contradictorios para el creyente cristiano, refleja una profecía que evidencia el significado futuro de la cruz cristiana. No estamos hablando de un sacrificio de expiación, Dios de manera reiterada empezará a rechazarlos en favor de un corazón puro: "misericordia quiero, y no sacrificios", "hastiado estoy de holocaustos de carneros y sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni machos cabríos".

Y así el Verbo encarnado, caminó entre nosotros y nos reveló por fin el significado de la misericordia divina, el infinito amor de Dios y el infinito perdón, cambiando la imagen del Dios confuso del Antiguo Testamento por su verdadero rostro "si me ves a mi, también estás viendo al Padre".

Por eso precisamente en Números 15 se nos hace ver la absurdez de una ley que Moisés y Aarón les tenía dudando "sin duda debéis apedrearle", y acto seguido sacaron al pobre hombre que recogía leña un sábado porque presumiblemente hacía frío y la necesitaba, y vaya, olvidó recogerla el día anterior. Antes que dejar de morir de frío presumiblemente a su familia, prefirió arriesgarse y recoger leña el día de reposo, pero le salió mal la jugada.

Moisés sufrió una tesitura en la que como humano sufrió un probable cisma entre la ley y la Ley, entre su corazón y la Verdad. Era la falsa verdad humana, por eso no pudo más que poner en palabras del Señor "ciertamente lo apedrearéis a las afueras del campamento", y le apedrearon en las afueras del campamento, muriendo por nuestra causa insensible y nuestra ley sin sentido. Pudo la tradición a la sensatez, pudo la ley a la misericordia y la compasión humana. No hicieron un proceso de discernimiento.

Por eso Jesucristo puso tanto empeño en remover conciencias y el "sabbath" le sirvió de acicate para agitarlas.

Jesús fue crucificado de una manera que remueve entrañas y hace plenos muchos significados. Por nuestro pecado fue crucificado a las afueras de Jerusalén, cargando con nuestro pecado, ¡con nuestra culpa!, pero no para expiar como "cordero de holocausto", sino para hacernos comprender de una vez por todas que Dios nos ama, que nos acepta como somos, ¡más aceptación no puede haber que aceptar la voluntad de nuestro miserable pecado y no hacer caso a la tentación de salvarse él mismo de esa cruz! "si eres el hijo de Dios, ¡bájate de esa cruz!"

Si Dios encarnado se hubiera bajado a si mismo de esa cruz, no habríamos entendido nada. Lamentablemente aunque al principio fue más claro su mensaje, la Verdad volvió a apagarse en nuestros corazones y la cristología poco a poco se perpetuó hasta deformar la Cruz a una especie de incomprensible "autosacrificio" (¿Dios se exige a si mismo para perdonar nuestros pecados?)

Cualquier persona que haga el ejercicio de aceptar la Cruz tal como es: un reflejo del insondable amor de Dios a sus criaturas, verá por fin iluminado su corazón y la Verdad que se halla en su corazón. Pero no lo aceptamos porque sigue siendo un escándalo, no podemos aceptar que Dios fue crucificado ante nosotros, víctima de nuestras insensateces, de las mismas discusiones que mantenemos en este foro en el que le crucificamos de nuevo. O peor aún, sufriendo los fundamentalismos religiosos que sacrifican a semejantes, la eterna cruz de la humanidad.
 
Voy a introducir otro mensajito a este hilo por si en las búsquedas aparece y alguno le parece interesante.

En este caso es sobre dogmas de fe, con los cuales no me llevo especialmente bien.

La salvación viene de Cristo, que expía nuestros pecados en la cruz cristiana, hasta ahí bueno, uno puede debatir sobre su significado, de qué clase expiación hablamos, que eso eso de que Cristo es el nuevo Adán y tantos oscurantismos que surgen en la dichosa cruz cristiana.

Para mi la verdadera Cruz es esencial y sincrética, y además es deducible su simbolismo a través de las escrituras, en el mismo Evangelio se nos revela que Dios es Amor y Jesucristo el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por Él.

Perfecto, todos entendemos y aceptamos bien eso como cristianos, pero queda preguntarse por los demás seres humanos, nadie nace condenado por el hecho de nacer en un país musulmán o sintoísta, si así fuera entonces media humanidad estaría condenada, es más, algunos católicos les cuesta aceptar que un protestante puede salvarse, lo cual es ridículo ante el Dios Amor que se revela en Cristo.

Así llegamos a la conclusión consecuente con el Evangelio de que lo que nos anuncia Jesucristo es la salvación de TODOS los hijos de Dios, aquellos que reciban su Palabra, y esa Palabra consiste en un mandamiento supremo, el del amor.

Dios es Amor, y Cristo es Dios, por tanto el Camino es el de la fe en el Amor.
El Amor hace obras de amor, las obras llevan a la fe y a recorrer ese Camino.
La fe en el Amor es en definitiva la fe en Cristo: la Salvación porque nos lleva a la Verdad y con ella descubrimos la verdadera Vida.

El que ha tenido una experiencia vital profunda de conexión con Dios, aún en pequeña medida, entiende bien esto. La Salvación vino para TODOS, y aquellos que se dejen inundar por el Amor de Dios harán las justas obras y recibirán la Gracia divina, sea desde el credo o religión que sea.