Re: LA UNICA IGLESIA VERDADERA Y VIVIENTE SOBRE LA FAZ DE TODA LA TIERRA
José Smith nació en la fe presbiteriana por su familia y luego no le gusto y creo su propia Iglesia , así engaño a millones de personas en todo el mundo y siguen las enseñanzas de un falso profeta .
José Smith, de 14 años en la primavera de 1820, había descubierto mientras asistía a varias reuniones de las diferentes iglesias en Palmyra, que había una gran confusión entre las religiones sobre muchos asuntos básicos. Dijo,
“Porque no sabía qué hacer, y a menos que obtuviera mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber; porque los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo tan distinto, que destruían toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la Biblia” (José Smith-Historia 1:12).
Más tarde él encontró un pasaje en la epístola de Santiago, capítulo 1, versículo 5: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” José Smith dijo que cuando leyó este pasaje,
“Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que éste en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo” (JSH 1:12).
Llegó a la conclusión que sólo, como Santiago había indicado, él podía preguntarle a Dios sobre qué debía de hacer. José Smith quiso saber la verdad. José y su familia vivían en un ambiente de fe, y aunque no todos en la frontera eran miembros de una iglesia, la mayoría eran religiosos y creían en Dios y en los milagros. La creencia en la magia popular también era fuerte, y mientras José Smith y su familia creían en algunas de estas supersticiones, finalmente José Smith rechazaría la superstición a cambio de una creencia en el poder de Dios. La fe de José Smith en Dios era fuerte, él fue un día, a principios de la primavera de 1820, a orar a Dios, a fin de saber a cuál iglesia debería unirse y cómo podía obtener perdón de sus pecados, lo que le inquietaba. Lo que sucedió se puede contar mejor en las propias palabras de José Smith:
“Después de apartarme al lugar que previamente había designado, mirando a mi derredor y encontrándome solo, me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.”
“Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a la destrucción —no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí.”
“No bien se apareció, me sentí libre del enemigo que me había sujetado. Al reposar sobre mí la luz, vi en el aire arriba de mí a dos Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripción. Uno de ellos me habló, llamándome por mi nombre, y dijo, señalando al otro: Éste es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!”
“Había sido mi objeto recurrir al Señor para saber cuál de todas las sectas era la verdadera, a fin de saber a cuál unirme. Por tanto, luego que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar, pregunté a los Personajes que estaban en la luz arriba de mí, cuál de todas las sectas era la verdadera (porque hasta ese momento nunca se me había ocurrido pensar que todas estuvieran en error), y a cuál debía unirme.”
“Se me contestó que no debía unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje que me habló dijo que todos sus credos eran una abominación a su vista; que todos aquellos profesores se habían pervertido; que “con sus labios me honran, pero su corazón lejos está de mí; enseñan como doctrinas los mandamientos de los hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando la eficacia de ella.””
“De nuevo me mandó que no me uniera a ninguna de ellas; y muchas otras cosas me dijo que no puedo escribir en esta ocasión. Cuando otra vez volví en mí, me encontré de espaldas mirando hacia el cielo. Al retirarse la luz, me quedé sin fuerzas, pero poco después, habiéndome recobrado hasta cierto punto, volví a casa.” (JSH 1:15-20).
Regresó a casa y al principio el asunto de la visión se mantuvo en secreto, le dijo a su familia que había descubierto por el mismo que no debía unirse a ninguna de las iglesias disponibles, así que continuó asistiendo a algunas de las reuniones y discutía asuntos de religión con algunos de los ministros locales. Hoy en día, los mormones llaman a este acontecimiento La Primera Visión, ya que marca el inicio de la misión profética y reveladora de José Smith.
Cuando José empezó a compartir con otros esta experiencia sagrada, provocó mucha controversia en la comunidad y trajo cierto aislamiento y hostigamiento al joven José Smith. Los ministros advirtieron a las personas que se alejaran de él y dijeron que la visión era del diablo, ya que Dios ya no trabajaba por revelación. José dijo:
“En aquel tiempo me fue motivo de seria reflexión, y frecuentemente lo ha sido desde entonces, cuán extraño que un muchacho desconocido de poco más de catorce años, y además, uno que estaba bajo la necesidad de ganarse un escaso sostén con su trabajo diario, fuese considerado persona de importancia suficiente para llamar la atención de los grandes personajes de las sectas más populares del día; y a tal grado, que suscitaba en ellos un espíritu de la más rencorosa persecución y vilipendio. Pero, extraño o no, así aconteció; y a menudo fue motivo de mucha tristeza para mí.” (JSH 1:23).