SOBRE LA RESURRECCIÓN DE MI SEÑOR
BASE BÍBLICA
Luc 24:36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Luc 24:37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
Luc 24:38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos?
Luc 24:39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Luc 24:40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Luc 24:41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Luc 24:42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Luc 24:43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
Esperamos que el Señor prospere la lectura de su santa Palabra.
Esta porción que estamos leyendo ahora, está asociada a la resurrección del Señor Jesucristo.
Y leyendo al apóstol Pedro:
1Pe 2:23 quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente;
La muerte de la cruz, con la cual Roma, donde nace el catolicismo, asesinaba a sus enemigos, había sido diseñada para que la persona sufriera al máximo.
Durante el máximo tiempo.
Y cuando el reo llegaba a morir de esta forma en manos de los romanos, ni sepultaban el cadáver.
Fue la clase de muerte más horrenda que se practicaba contra personas que se sublevaban contra el gobierno, para malhechores y opositores políticos.
Fue la muerte que este pobre mundo, dio al Señor Jesucristo.
Uno tiene que meditar sobre el lenguaje usado por el apóstol Pedro, porque este lenguaje nos lleva a la realidad de aquella escena.
Le maldecían.
Nosotros siempre tenemos que pensar en la forma como el Señor, humilde y mansamente, se sometió a aquellos hombres para sufrir la muerte.
La mansedumbre del Señor en aquellos momentos no impidió las maldiciones de sus enemigos que lo estaban matando.
El hecho de que fue reconocido por Pilato, como un reo aparte, y que la mujer de él había soñado y advertido: "No tengas nada que ver con este Justo", no le salvó de ser flagelado a manos del mismo Pilato.
No le salvo de la sentencia final.
No le salvo de la Cruz.
Y cuando le llevaron hasta la cruz, le maldecían, le amenazaban, le maltrataban.
Hasta los compañeros en la cruz, también lo maldecían.
El hecho de que el Señor no respondiera a las amenazas e insultos, no le salvó de la maldición de aquellos hombres.
Porque en el momento de someter a un reo, el soldado romano tenía que pelear con el reo y subyugarlo, forcejeando, hasta clavarlo de las manos y de los pies con acostumbrada violencia, al mástil de la cruz en el piso.
En contraste, el Señor Jesucristo se sometió.
En el caso de él, no era necesario pelear con él, ni dominarle, ni llevarle a la fuerza hasta el madero tendido en el suelo, antes de izarlo.
El Señor lo hizo, humilde y mansamente, sometiéndose a todo.
El mismo se acostó sobre la cruz y extendió los brazos para que fuesen horadados juntamente con sus pies.
Después que fue izado entre el cielo y la tierra, llama la atención la expresión asociada a su responsabilidad con María, palabras que encontramos en Juan:
Jua 19:26 Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo.
Jua 19:27 Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.
Disponiendo el Señor de su responsabilidad como Hombre.
No renegando.
No olvidándose, en aquella hora de intenso sufrimiento de su responsabilidad como Hombre cumplidor de su deber, con aquel vientre que había sido bendecido, bienaventurado, para que el poder del Espíritu Santo llevase a cabo la concepción, de su Humanidad Perfecta.
Y desde aquella hora, Juan la recibió en su casa.
¿Cómo nos estamos portando en nuestra responsabilidad con nuestros padres, en algunos casos, ya mayores y necesitados del cuidado de los hijos?
Tenemos aquí el ejemplo del Señor, hasta en la misma hora cuando lo estaban asesinando.
El Señor fue el primero que murió de los tres, por cuanto él podía disponer de su espíritu, lo que los otros no podían hacer.
José de Arimatea, miembro noble del Sanedrín, se preocupó por el cuerpo del Señor en aquella hora, porque sabía que al Señor, en aquellas condiciones, no le correspondía ninguna sepultura. Leemos:
Mar 15:43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
Para José de Arimatea, era el cuerpo, para Pilato, era el cadáver de un muerto, leemos:
Mar 15:44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
El centurión tenía que regresar al Calvario y elaborar un informe oficial sobre la muerte del Señor y regresar.
Pilato estaba sorprendido de que un hombre en su condición física de unos 33 años de edad, en su pleno vigor; un hombre no viciado, no herido antes, Pilato no había hallado ningún delito en él, y había visto en Jesús un Hombre en perfectas condiciones físicas, y cuando le llevaron el informe de que ya había muerto, Pilato se sorprendió.
Como responsable de este caso, no aceptó, y encomienda al centurión una certificación oficial de su muerte.
Entonces fueron a quebrarle las piernas a los dos, y viendo que el Señor estaba ya muerto, siendo soldados romanos, y estando obligados a dar una razón clara a Pilato, le traspasaron el costado y así podían elaborar el informe: "Ha muerto".
Traspasar el costado en aquella forma, por medio de una lanza, significa que el objeto punzante penetró con gran fuerza por todos los órganos vitales, internos del Señor.
Sus manos, su costado y pies, de sangre manaderos son.
Sangre y agua salió de su costado, entonces los soldados romanos estuvieron plenamente convencidos: "¡Está muerto!".
Entonces Pilato autorizó a José de Arimatea a bajar el cuepo de la cruz.
Lo digo porque en este tema estamos asistiendo a insinuaciones y conjeturas, del pasado, en el sentido de que el Señor no murió.
Y otros que aceptan su muerte, rechazan su resurrección, argumentando que robaron su cadáver.
El centurión romano presenció cuando le traspasaron el costado y así pudo elaborar su informe oficial: "¡Está muerto!".
José de Arimatea se encargó del cuerpo y descubrimos que otro miembro del Sanedrín le estaba ayudando, el mismo, que había visitado a Jesús de noche, por temor a sus compañeros del Sanedrín.
Había llegado Nicodemo a ayudarle y bajaron el cuerpo:
Jua 19:39 También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.
Manos justas, manos santas, bajaron aquel cuerpo y lo prepararon para la sepultura en un sepulcro nuevo, propiedad de José de Arimatea, un hombre rico.
Rodaron una piedra para sellar la entrada al sepulcro y se marcharon.
Pasaron tres días, en cumplimiento de la profecía de Jonás.
Y ese primer día de la semana, el Señor se manifestó primero a María Magdalena, después a otras mujeres, luego a Pedro, porque los dos que iban corriendo al sepulcro eran Pedro y Juan, y este como era más joven llegó primero pero no entró:
Luc 24:24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron, así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
Jua 20:4 Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al sepulcro.
Jua 20:5 Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.
Jua 20:6 Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
Y aquella noche en el aposento alto, se sorprendieron de que estaban viendo un espíritu y el Señor les dio todas las pruebas necesarias, aquí las tienen:
Luc 24:39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Luc 24:40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Luc 24:41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer?
Luc 24:42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel.
Luc 24:43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos.
Para demostrar que él estaba presente corporalmente y con vida entre ellos.
El Señor fue desfigurado en su rostro (Isa 52:14), por los puñetazos dados con toda la fuerza de hombres llenos de ira, su cuerpo lacerado, su costado traspasado, murió y fue sepultado y cuando a los tres días se levantó, en aquel rostro no se veía nada de los maltratos, del rostro desfigurado, llevando siempre en su costado la herida mortal, pero se presentó con vida.
Aquellos que le vieron no podían creerlo, la explicación que se presentó a la mente de ellos fue que estaban viendo un espíritu.
Porque nadie podía presentarse con la herida mortal en el costado y con vida.
Entonces el Señor les dio pruebas indubitables de que él estaba presente corporalmente entre ellos, habiendo vencido la muerte y habiendo resucitado de entre los muertos.
Podían palparlo, y como una demostración de qué realmente era él, en aquel aposento, comió con ellos.
En estos tiempos que vivimos, hay mucha falsa enseñanza de que el Señor resucitó en "espíritu", la expresión que usa Pedro cuando escribe:
1Pe 3:18 Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;
Tiene que escribirse con mayúscula: "VIVIFICADO EN ESPÍRITU" porque está asociado al poder del Espíritu Santo, que el Señor fue levantado de entre los muertos.
Se levantó corporalmente, porque nadie entierra un "espíritu", el espíritu no se muere, no se entierra, y nadie ha visto jamás a un espíritu resucitar.
Y la palabra de Dios, cuando habla de la resurrección, lo hace exclusivamente en referencia al cuerpo.
Una verdad que niegan los foristas que son discípulos de los grupos adventistas.
Para ellos, el espíritu duerme juntamente con el cuerpo en la tumba.
El Señor resucitó corporalmente, y luego, corporalmente traspasó los cielos.
UN HOMBRE PERFECTO HA ENTRADO AL CIELO, A LA DIESTRA DE SU PADRE DIOS.
Un solo Trono con dos lugares, del Padre y del Hijo, y reciben la adoración juntamente de toda la creación, leemos:
Apo 5:13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
Estas son enseñanzas fundamentales del cristianismo puro, sin mezclas, porque estamos viviendo tiempos de apostasía, donde usan el nombre de Jesús y la misma biblia para validar sus herejías, como el Bahaísmo, el Adventismo, el Catolicismo y muchos "ismos" llenos de doctrinas falsas.