La Tempestad
El principio del fin
Todo lo que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo, para nuestros días finales se está cumpliendo. "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1:3.) "Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron." (Mateo 13:16-17.)
Los últimos versículos del capítulo 11 de Daniel, se están cumpliendo rápidamente delante de nosotros: "Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará." (Daniel 11:40.) Dice Jeremías: "Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra." (Jeremías 1:14.)
A sólo diez años antes de la primera guerra mundial, Elena G. de White escribió:
"El tiempo de tribulación, que va en aumento hasta el fin, está muy cerca a la mano. No tenemos tiempo que perder. El mundo está revuelto con el espíritu de la guerra. Las profecías de Daniel once casi han alcanzado su cumplimiento final. " RH Nov. 24, 1904. (Eventos de los últimos días. Pág. 12.)
Hay dos hechos que aparecen anunciados en Daniel 11:40: El primero es que la "tempestad" ocurre "al cabo del tiempo" por "el espíritu de guerra", en que está "revuelto" el mundo. Y el segundo es que el rey del norte se levanta contra el rey del sur al ser atacado por él. La evidencia de que una guerra inicia la calamidad universal está en la mención de que un reino se levanta contra el otro, "con carros y gente de a caballo, y muchas naves." Cristo también lo destaca cuando anunció las señales del tiempo del fin declarándonos: "Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores." (Mateo 24:7.)
Las dos frases que hacen referencia al fin del tiempo y a la tempestad, aparecen también en el libro del profeta Jeremías: "Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente." (Jeremías 23:18-20.)
Con el mismo espíritu de profecía, Elena G. de White añade más luz sobre esta tempestad que está preparada diciendo:"La tempestad de la ira de Dios se está preparando; y sólo permanecerán aquellos que respondan a las invitaciones de misericordia, como hicieron los habitantes de Nínive bajo la predicación de Jonás, y sean santificados por la obediencia a las leyes del Gobernante divino. Los justos solos serán escondidos con Cristo en Dios hasta que pase la desolación." (Profetas y Reyes. Página 208.)
En otro de sus libros ella dice: "Conforme la tempestad se acerca, una vasta clase que ha profesado fe en el mensaje del tercer ángel, pero que no han sido santificados por la obediencia a la verdad, abandonan su posición y se unen a las filas de la oposición. Uniéndose con el mundo y participando de su espíritu, han venido a ver las cosas casi bajo la misma luz; y cuando la prueba es traída, están listos para elegir el fácil, lado popular. Se convierten en los más amargos enemigos de sus hermanos de antaño." (El Conflicto de los Siglos. Pág. 666.)
Las dos citas mencionan la llegada de la tempestad y destacan a dos grupos definidos: Los que son santificados por la obediencia, como "escondidos", como guardados de la destrucción y la desolación; y los que a pesar de profesar creer en el mensaje del tercer ángel, no son santificados por la obediencia. Entonces abandonan su fe para unirse al mundo, ven las cosas casi bajo la misma luz, y participando del espíritu de oposición entran en conflicto contra sus propios hermanos.
Pero Dios no dejará a su pueblo sin luz y conocimiento. Estudiemos brevemente los siguientes textos: "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7.) La Palabra hebrea que se traduce "secreto" aquí, es "sode" y es la misma que aparece cuando se pregunta en Jeremías: "Porque ¿quién estuvo en el secreto (sode) de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?" (Jeremías 23:18.) Y entonces se revela la salida de la tempestad en medio de la ira divina: "He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor...en los postreros días lo entenderéis cumplidamente." (Jeremías 23:19-20.)
El secreto o el consejo como lo traduce la versión King James en inglés, se refiere a una comunión íntima entre Dios y su pueblo. No es un secreto dado de forma exclusiva o egoísta a un solo individuo o a unos pocos aislados. La palabra "sode" significa también "asamblea" un consejo de varios, o sea, su congregación, su iglesia, la cual toda en un conjunto eclesiástico recibirá el espíritu de profecía. (Ezequiel 13:9.)
Sin embargo, cada uno debe recibir esta comunicación de manera privada y personal. Notemos en este otro pasaje que primero habla de manera individual y singular, pero después nos menciona a todos en conjunto: "¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto." (Salmo 25:12-14.) La palabra "comunión íntima" en este texto es "sode" nuevamente. En la versión Reina Valera de 1909 se traduce: "El secreto de Jehová es para los que le temen; y á ellos hará conocer su alianza." (Salmo 25:14.)
Cuando Jesús nos da la amonestación final como iglesia laodicense, también nos habla de manera personal, pero luego menciona a la iglesia en conjunto: "Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas". Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3:18-20.)
La solución para quitar la condición de tibieza espiritual en nuestra vida es una comunión profunda con Jesús. Movidos por la contemplación de su amor, de su fervor y su entrega por nosotros, necesitamos recibir al amante Salvador íntimamente. Morando en cada rincón de nuestro perdido corazón, podremos ser salvos y compartir entonces con otros plenamente la manifestación de su gracia. En el verso 18 él mismo nos ofrece los elementos para que a su lado afrontemos todo en este mundo. Sus palabras: "Yo te aconsejo que de mí compres..." Nos revelan su anhelo de intercambiar nuestra situación espiritual con la suya. Sólo yendo a él podremos conseguir lo que ganó para nosotros. Porque él nos compró por precio de sangre, ahora podemos adquirir por medio de él todas las cosas. "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia." (Juan 1:16.) Siendo pues redimidos, recibimos "la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo." (Efesios 1:23.) "Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia." (Proverbios 23:23.)
Pero no todos en la iglesia tenemos esta comunión con Dios. No todos hemos buscado a Jesús y aceptado la invitación a su cena. Por eso está revelado en el libro de la sabiduría el rechazo de la amonestación y sus fatales consecuencias diciéndonos: "Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis; y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía...mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal." (Proverbios 1:23-30; 33.)
El consejo y la reprención dados por el Testigo Fiel no han sido recibidos. La tempestad ha venido primeramente por el rechazo del mensaje a la iglesia de Laodicea.
El principio del fin
Todo lo que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo, para nuestros días finales se está cumpliendo. "Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca. (Apocalipsis 1:3.) "Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron." (Mateo 13:16-17.)
Los últimos versículos del capítulo 11 de Daniel, se están cumpliendo rápidamente delante de nosotros: "Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará." (Daniel 11:40.) Dice Jeremías: "Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra." (Jeremías 1:14.)
A sólo diez años antes de la primera guerra mundial, Elena G. de White escribió:
"El tiempo de tribulación, que va en aumento hasta el fin, está muy cerca a la mano. No tenemos tiempo que perder. El mundo está revuelto con el espíritu de la guerra. Las profecías de Daniel once casi han alcanzado su cumplimiento final. " RH Nov. 24, 1904. (Eventos de los últimos días. Pág. 12.)
Hay dos hechos que aparecen anunciados en Daniel 11:40: El primero es que la "tempestad" ocurre "al cabo del tiempo" por "el espíritu de guerra", en que está "revuelto" el mundo. Y el segundo es que el rey del norte se levanta contra el rey del sur al ser atacado por él. La evidencia de que una guerra inicia la calamidad universal está en la mención de que un reino se levanta contra el otro, "con carros y gente de a caballo, y muchas naves." Cristo también lo destaca cuando anunció las señales del tiempo del fin declarándonos: "Y oiréis de guerras y rumores de guerra; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores." (Mateo 24:7.)
Las dos frases que hacen referencia al fin del tiempo y a la tempestad, aparecen también en el libro del profeta Jeremías: "Porque ¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra y la oyó? He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor; y la tempestad que está preparada caerá sobre la cabeza de los malos. No se apartará el furor de Jehová hasta que lo haya hecho, y hasta que haya cumplido los pensamientos de su corazón; en los postreros días lo entenderéis cumplidamente." (Jeremías 23:18-20.)
Con el mismo espíritu de profecía, Elena G. de White añade más luz sobre esta tempestad que está preparada diciendo:"La tempestad de la ira de Dios se está preparando; y sólo permanecerán aquellos que respondan a las invitaciones de misericordia, como hicieron los habitantes de Nínive bajo la predicación de Jonás, y sean santificados por la obediencia a las leyes del Gobernante divino. Los justos solos serán escondidos con Cristo en Dios hasta que pase la desolación." (Profetas y Reyes. Página 208.)
En otro de sus libros ella dice: "Conforme la tempestad se acerca, una vasta clase que ha profesado fe en el mensaje del tercer ángel, pero que no han sido santificados por la obediencia a la verdad, abandonan su posición y se unen a las filas de la oposición. Uniéndose con el mundo y participando de su espíritu, han venido a ver las cosas casi bajo la misma luz; y cuando la prueba es traída, están listos para elegir el fácil, lado popular. Se convierten en los más amargos enemigos de sus hermanos de antaño." (El Conflicto de los Siglos. Pág. 666.)
Las dos citas mencionan la llegada de la tempestad y destacan a dos grupos definidos: Los que son santificados por la obediencia, como "escondidos", como guardados de la destrucción y la desolación; y los que a pesar de profesar creer en el mensaje del tercer ángel, no son santificados por la obediencia. Entonces abandonan su fe para unirse al mundo, ven las cosas casi bajo la misma luz, y participando del espíritu de oposición entran en conflicto contra sus propios hermanos.
Pero Dios no dejará a su pueblo sin luz y conocimiento. Estudiemos brevemente los siguientes textos: "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7.) La Palabra hebrea que se traduce "secreto" aquí, es "sode" y es la misma que aparece cuando se pregunta en Jeremías: "Porque ¿quién estuvo en el secreto (sode) de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?" (Jeremías 23:18.) Y entonces se revela la salida de la tempestad en medio de la ira divina: "He aquí que la tempestad de Jehová saldrá con furor...en los postreros días lo entenderéis cumplidamente." (Jeremías 23:19-20.)
El secreto o el consejo como lo traduce la versión King James en inglés, se refiere a una comunión íntima entre Dios y su pueblo. No es un secreto dado de forma exclusiva o egoísta a un solo individuo o a unos pocos aislados. La palabra "sode" significa también "asamblea" un consejo de varios, o sea, su congregación, su iglesia, la cual toda en un conjunto eclesiástico recibirá el espíritu de profecía. (Ezequiel 13:9.)
Sin embargo, cada uno debe recibir esta comunicación de manera privada y personal. Notemos en este otro pasaje que primero habla de manera individual y singular, pero después nos menciona a todos en conjunto: "¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto." (Salmo 25:12-14.) La palabra "comunión íntima" en este texto es "sode" nuevamente. En la versión Reina Valera de 1909 se traduce: "El secreto de Jehová es para los que le temen; y á ellos hará conocer su alianza." (Salmo 25:14.)
Cuando Jesús nos da la amonestación final como iglesia laodicense, también nos habla de manera personal, pero luego menciona a la iglesia en conjunto: "Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas". Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3:18-20.)
La solución para quitar la condición de tibieza espiritual en nuestra vida es una comunión profunda con Jesús. Movidos por la contemplación de su amor, de su fervor y su entrega por nosotros, necesitamos recibir al amante Salvador íntimamente. Morando en cada rincón de nuestro perdido corazón, podremos ser salvos y compartir entonces con otros plenamente la manifestación de su gracia. En el verso 18 él mismo nos ofrece los elementos para que a su lado afrontemos todo en este mundo. Sus palabras: "Yo te aconsejo que de mí compres..." Nos revelan su anhelo de intercambiar nuestra situación espiritual con la suya. Sólo yendo a él podremos conseguir lo que ganó para nosotros. Porque él nos compró por precio de sangre, ahora podemos adquirir por medio de él todas las cosas. "Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia." (Juan 1:16.) Siendo pues redimidos, recibimos "la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo." (Efesios 1:23.) "Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia." (Proverbios 23:23.)
Pero no todos en la iglesia tenemos esta comunión con Dios. No todos hemos buscado a Jesús y aceptado la invitación a su cena. Por eso está revelado en el libro de la sabiduría el rechazo de la amonestación y sus fatales consecuencias diciéndonos: "Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre vosotros, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír, extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción lo que teméis; y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía...mas el que me oyere, habitará confiadamente y vivirá tranquilo, sin temor del mal." (Proverbios 1:23-30; 33.)
El consejo y la reprención dados por el Testigo Fiel no han sido recibidos. La tempestad ha venido primeramente por el rechazo del mensaje a la iglesia de Laodicea.