EDITORIAL
La televisión de Cataluña ridiculiza los valores religiosos
19/6/01
La Declaración Universal de Derechos Humanos, con carácter general, y la Constitución Española de manera más específica, garantizan la libertad, protección y formación de la religión. Existe la obligación de respetar los valores religiosos, pero estos derechos humanos constitucionales son vulnerados por el tratamiento informativo que TV3, la televisión pública de Cataluña, da a los católicos y a sus creencias.
Es la mofa, el ridículo, el escarnio, utilizado de manera sistemática en programas cómicos o de otro tipo, como el de Julia Otero, quien parece cobrarse desde esta plataforma televisiva un viejo rencor para con la Iglesia. Este empeño en denigrar a las creencias católicas superó los límites en la parodia sobre la eucaristía en el programa “7 de noticíes” del pasado martes 12 de junio. Atacó aquello que para nosotros es la expresión central de nuestra Fe, la presencia real de Cristo: la Sagrada Forma. Una televisión, y más si es pública, no puede reírse de ella.
No se puede continuar asumiendo en silencio esa violencia psicológica que destila TV3 contra la Iglesia. Es necesario que termine, cambie y se repare el daño producido. Ya no bastan buenas palabras en privado. Se requieren hechos. Y uno en concreto: los medios de comunicación de la Generalitat deben dotarse de un Código Deontológico que precise y concrete el respeto a los valores religiosos, a la Iglesia católica y al conjunto de confesiones religiosas en el marco de lo que establece la Constitución.
TV3 posee un consejo de administración y en el Parlamento de Cataluña existe la correspondiente comisión que fiscaliza los programas que emite la televisión, pero en ambos casos nunca nadie a levantado la voz en defensa del derecho a profesar nuestra fe sin sentirnos ridiculizados. En esta defensa son responsables todos los partidos políticos con independencia de su orientación porque lo que se conculca es un derecho, pero de manera especial compete a quien ostenta la mayoría relativa y la responsabilidad de gobierno, es decir a Convergència i Unió de Jordi Pujol y, a quien le da estabilidad parlamentaria el Partido Popular: pero nadie ejerce su responsabilidad. Y si quienes deberían velar por nuestros derechos como ciudadanos, los partidos y las instituciones públicas, no lo hacen, nosotros mismos debemos actuar. Ya es hora que el catolicismo de este país ,y esto afecta especialmente a los laicos, abandone el complejo y el temor humano para que nuestra voz se oiga y se respete en la vida pública de este país.
Fuente: © 2001 E-cristians.net
La televisión de Cataluña ridiculiza los valores religiosos
19/6/01
La Declaración Universal de Derechos Humanos, con carácter general, y la Constitución Española de manera más específica, garantizan la libertad, protección y formación de la religión. Existe la obligación de respetar los valores religiosos, pero estos derechos humanos constitucionales son vulnerados por el tratamiento informativo que TV3, la televisión pública de Cataluña, da a los católicos y a sus creencias.
Es la mofa, el ridículo, el escarnio, utilizado de manera sistemática en programas cómicos o de otro tipo, como el de Julia Otero, quien parece cobrarse desde esta plataforma televisiva un viejo rencor para con la Iglesia. Este empeño en denigrar a las creencias católicas superó los límites en la parodia sobre la eucaristía en el programa “7 de noticíes” del pasado martes 12 de junio. Atacó aquello que para nosotros es la expresión central de nuestra Fe, la presencia real de Cristo: la Sagrada Forma. Una televisión, y más si es pública, no puede reírse de ella.
No se puede continuar asumiendo en silencio esa violencia psicológica que destila TV3 contra la Iglesia. Es necesario que termine, cambie y se repare el daño producido. Ya no bastan buenas palabras en privado. Se requieren hechos. Y uno en concreto: los medios de comunicación de la Generalitat deben dotarse de un Código Deontológico que precise y concrete el respeto a los valores religiosos, a la Iglesia católica y al conjunto de confesiones religiosas en el marco de lo que establece la Constitución.
TV3 posee un consejo de administración y en el Parlamento de Cataluña existe la correspondiente comisión que fiscaliza los programas que emite la televisión, pero en ambos casos nunca nadie a levantado la voz en defensa del derecho a profesar nuestra fe sin sentirnos ridiculizados. En esta defensa son responsables todos los partidos políticos con independencia de su orientación porque lo que se conculca es un derecho, pero de manera especial compete a quien ostenta la mayoría relativa y la responsabilidad de gobierno, es decir a Convergència i Unió de Jordi Pujol y, a quien le da estabilidad parlamentaria el Partido Popular: pero nadie ejerce su responsabilidad. Y si quienes deberían velar por nuestros derechos como ciudadanos, los partidos y las instituciones públicas, no lo hacen, nosotros mismos debemos actuar. Ya es hora que el catolicismo de este país ,y esto afecta especialmente a los laicos, abandone el complejo y el temor humano para que nuestra voz se oiga y se respete en la vida pública de este país.
Fuente: © 2001 E-cristians.net