Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
Romanos 10:13.
¡Pasteur, Pasteur!
Hace poco más de cien años, Luis Pasteur descubrió el
tratamiento
para curar la rabia, lo que le hizo célebre en todo Europa.
En la región de Smolensk, diecinueve rusos habían sido
mordidos por
un lobo rabioso; como habían oído hablar del suero que podía
curarlos, se
pusieron en camino, pese a los terribles dolores que les
producían las
heridas. Menos de dos semanas después de haber sido mordidos,
llegaron a
París como extrañas figuras bajo sus gorros de piel y sus
vendajes. Repetían
la única palabra francesa que conocían: "Pasteur, Pasteur". Se
los condujo
hasta él. Con excepción de tres de ellos que habían sido
atacados desde
hacía demasiado tiempo, esos campesinos rusos que parecían
destinados a
morir fueron curados. El zar envió a Pasteur la cruz de diamante
de Santa
Ana y una gran suma de dinero. Ésta sirvió para echar los
cimientos del
actual Instituto Pasteur.
Esos desdichados que imploraban ayuda no conocían otra
palabra de la lengua francesa.
El nombre que repetían era para ellos el nombre
del salvador y eso les bastaba.
En nuestro mundo, atacado por una enfermedad fatal, aun mucho más
terrible que la rabia -EL PECADO-
hay un nombre, tan solo uno;
cualquiera que lo invocare con fe será sanado y salvo por la eternidad.
ES EL NOMBRE JESÚS
"En ningún otro hay salvación: porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos".
Trae la paz al alma y asegura la vida eterna.
Romanos 10:13.
¡Pasteur, Pasteur!
Hace poco más de cien años, Luis Pasteur descubrió el
tratamiento
para curar la rabia, lo que le hizo célebre en todo Europa.
En la región de Smolensk, diecinueve rusos habían sido
mordidos por
un lobo rabioso; como habían oído hablar del suero que podía
curarlos, se
pusieron en camino, pese a los terribles dolores que les
producían las
heridas. Menos de dos semanas después de haber sido mordidos,
llegaron a
París como extrañas figuras bajo sus gorros de piel y sus
vendajes. Repetían
la única palabra francesa que conocían: "Pasteur, Pasteur". Se
los condujo
hasta él. Con excepción de tres de ellos que habían sido
atacados desde
hacía demasiado tiempo, esos campesinos rusos que parecían
destinados a
morir fueron curados. El zar envió a Pasteur la cruz de diamante
de Santa
Ana y una gran suma de dinero. Ésta sirvió para echar los
cimientos del
actual Instituto Pasteur.
Esos desdichados que imploraban ayuda no conocían otra
palabra de la lengua francesa.
El nombre que repetían era para ellos el nombre
del salvador y eso les bastaba.
En nuestro mundo, atacado por una enfermedad fatal, aun mucho más
terrible que la rabia -EL PECADO-
hay un nombre, tan solo uno;
cualquiera que lo invocare con fe será sanado y salvo por la eternidad.
ES EL NOMBRE JESÚS
"En ningún otro hay salvación: porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos".
Trae la paz al alma y asegura la vida eterna.