ALIMENTO DIARIO
Leer con oración: He.12:6-7, 10-11,14,28-29; 1 Ts.3:12; 4:1-5
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He 12:14)
LA SANTIFICACIÓN ES PARA VER A DIOS
Hebreos 12:6-7 dice: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”. Los hermanos mayores y los padres necesitan corregir a los jóvenes y ayudarlas a ver que son santos y viven en un lugar santo: la vida de la iglesia. La iglesia no es el mundo. En el mundo, los jóvenes se contaminan con impurezas, pero la iglesia es el lugar que Dios escogió; por tanto, es un lugar santo. Igualmente todos nosotros tenemos que ser santos, no debemos hacer lo que las personas del mundo hacen. La disciplina no viene solamente por la reprensión en sí, sino por amor. El amor a los hermanos y la santificación están relacionados y conectados uno con el otro. Por tanto, por amor, debemos corregir a los santos así como los padres corrigen a los hijos, a fin de que participemos de Su santidad (v. 10).
El autor de Hebreos dice que “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (v.11). Por tanto, si alguno aún vive en la impureza, sin dar atención a la Palabra de Dios, necesita seguir la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (v.14). Santidad e impureza son cosas totalmente opuestas. Como hijos del Dios santo y puro, debemos ser igualmente santos y puros.
Hebreos 12:28-29 dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. El fuego es para quemar y purificar, a fin de que seamos más santos. La espada encendida que guardaba el camino al árbol de la vida indica esa santidad. Dios es fuego consumidor y quiere consumir y quemar todo lo que es impuro en nosotros.
En 1 Tesalonicenses 3:12-13 leemos: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”. Aquí hay una motivación, que es el amor: necesitamos amarnos los unos a los otros y a todos para que nuestro corazón sea afirmado, irreprensible, en santidad delante de Dios y en la venida de nuestro Señor Jesucristo.
En 4:1-5, Pablo nos muestra que Dios exige que seamos santos, apartándonos de la fornicación. Él quiere nuestra santidad, pues de esa manera podemos obtener la filiación. Entre todas las cosas que nos contaminan la peor es la fornicación. Por eso Pablo afirma: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios” (vs.3:5). La fornicación perjudica a nuestro ser y para ser santos debemos huir de ella. Apocalipsis 14:4 compara a los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores con vírgenes castas. Cada uno de nosotros debe ser una virgen pura, como parte de la novia de Cristo (2 Co 11:2). Una virgen pura es la que se prepara para el Señor. Los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores vírgenes significa que entre los hijos de Dios están estos que no se contaminaron con la fornicación, que tienen solamente su cónyuge, no comenten adulterio y son fieles. Esto es lo que Dios desea.
Palabra clave: Ver a Dios
Pregunta: Comente 1 Ts 4:1-5 a la luz de este día.
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!
Leer con oración: He.12:6-7, 10-11,14,28-29; 1 Ts.3:12; 4:1-5
“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He 12:14)
LA SANTIFICACIÓN ES PARA VER A DIOS
Hebreos 12:6-7 dice: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?”. Los hermanos mayores y los padres necesitan corregir a los jóvenes y ayudarlas a ver que son santos y viven en un lugar santo: la vida de la iglesia. La iglesia no es el mundo. En el mundo, los jóvenes se contaminan con impurezas, pero la iglesia es el lugar que Dios escogió; por tanto, es un lugar santo. Igualmente todos nosotros tenemos que ser santos, no debemos hacer lo que las personas del mundo hacen. La disciplina no viene solamente por la reprensión en sí, sino por amor. El amor a los hermanos y la santificación están relacionados y conectados uno con el otro. Por tanto, por amor, debemos corregir a los santos así como los padres corrigen a los hijos, a fin de que participemos de Su santidad (v. 10).
El autor de Hebreos dice que “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (v.11). Por tanto, si alguno aún vive en la impureza, sin dar atención a la Palabra de Dios, necesita seguir la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (v.14). Santidad e impureza son cosas totalmente opuestas. Como hijos del Dios santo y puro, debemos ser igualmente santos y puros.
Hebreos 12:28-29 dice: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. El fuego es para quemar y purificar, a fin de que seamos más santos. La espada encendida que guardaba el camino al árbol de la vida indica esa santidad. Dios es fuego consumidor y quiere consumir y quemar todo lo que es impuro en nosotros.
En 1 Tesalonicenses 3:12-13 leemos: “Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”. Aquí hay una motivación, que es el amor: necesitamos amarnos los unos a los otros y a todos para que nuestro corazón sea afirmado, irreprensible, en santidad delante de Dios y en la venida de nuestro Señor Jesucristo.
En 4:1-5, Pablo nos muestra que Dios exige que seamos santos, apartándonos de la fornicación. Él quiere nuestra santidad, pues de esa manera podemos obtener la filiación. Entre todas las cosas que nos contaminan la peor es la fornicación. Por eso Pablo afirma: “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor; no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios” (vs.3:5). La fornicación perjudica a nuestro ser y para ser santos debemos huir de ella. Apocalipsis 14:4 compara a los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores con vírgenes castas. Cada uno de nosotros debe ser una virgen pura, como parte de la novia de Cristo (2 Co 11:2). Una virgen pura es la que se prepara para el Señor. Los ciento cuarenta y cuatro mil vencedores vírgenes significa que entre los hijos de Dios están estos que no se contaminaron con la fornicación, que tienen solamente su cónyuge, no comenten adulterio y son fieles. Esto es lo que Dios desea.
Palabra clave: Ver a Dios
Pregunta: Comente 1 Ts 4:1-5 a la luz de este día.
Dong Yu Lan
Derechos reservados a: Editora “Arvore da Vida”
¡Jesús es el Señor!