La salvacion de las almas o traduccion incorrecta.

18 Febrero 2010
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Gracia y paz a los santos en Cristo Jesús. La salvación de las almas o traducción incorrecta.

Lucas 9:54-56.
“Y al ver (esto) los discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que fuego descienda del cielo y destrúyalos? Pero vuelto (a ellos) reprendió les. Y fueron a otra aldea”. Eso es todo lo que declara Lucas 9:54-56. Leídas del interlinear griego-español.
La Reina Valera le añade 26 palabras que no existen en el griego original. Son estas: “Diciendo; Vosotros no sabéis de que espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas”. Esto son palabras espurias puestas en la boca de Jesús por los traductores.
Se dice que existen unas 3000 traducciones del griego original y la mayoría por ser traducidas de otras traducciones añaden estas 26 palabras que ciertamente Jesús no dijo en ese momento. Pude leer Lucas 9:54-56 en las traducciones “Reina Valera antigua”, “Reina Valera 1960”, “Reina Valera 1995”, “La Biblia de las Americas”, “New Century Version”, “Kings James Version” y “New King Version”. Todas ellas han añadido estas palabras. Por otro lado al leer las traducciones “Nueva Version Internacional”, “Holman Christian Standard Bible”, “Castillian”(castellano), “God`s Word Translation”, pude ver que son fieles al griego palabra por palabra, al menos en este caso. Esta pequeña muestra me señala que las traducciones no son confiables. El interlinear griego-español en el caso de los que nos desenvolvemos en esa lengua es más confiable que cualquier traducción existente. El interlinear griego al inglés de los “Testigos de Jehová” es más confiable, (claro, sin leer las notas lingüísticas marginales) que toda traducción creada por la religión.
Ahora bien, el problema no es solamente las palabras añadidas, sino el mensaje desviado que traen estas. Hay versículos añadidos que no cambian o alteran la verdad. Para muestra tomemos a Hechos 8:37. La RV 1960 dice: “Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”. Ese versículo completo no aparece en el griego original. O sea, de lo escrito en el 36, pasa al 38. Pero aquí la historia de Felipe y el etíope no sufre alteración por causa de lo escrito que fue añadido por la RV 1960 y otras traducciones. Solo la “Traducción en lenguaje actual” la omite correctamente en este caso.
Pero volvamos a Lucas 9:54-56.
Lo cierto es que Jesús no vino, ni para perder ni para salvar las almas de los hombres como pretenden señalar las traducciones hechas por el hombre. La palabra “alma” en las Escrituras nos habla de la vestidura carnal del hombre. Esa vestidura fue creada para existir en “corazón”, “mente” y “alma”. Unas veces la Escritura se refiere a la naturaleza hombre como “el corazón”, (1 Crónicas 28:9, Mateo 5:28, entre muchos textos mas), otras como “la mente” o pensamiento, (romanos 1:28, 7:23, efesios 4:17, entre otros), como “el alma”, (Job 27:3, salmo 23:3, 42:1, Mateo 26:38 y Marcos 14:34, por mencionar solo algunos. También aparece mencionando la mente y el corazón, (salmo 7:9), o como es el caso de Mateo 22:37, Marcos 12:30 y Lucas 10:27 en donde Jesús las menciona en alusión a Deuteronomio 6:5.
En el viejo pacto o la ley solo había un medio para dirigirse a Dios. Ese medio era la naturaleza del hombre, la humana, la carnal, o sea, el corazón, la mente, el alma. No había otro medio. A esa naturaleza se le dio una ley compuesta de ordenanzas y preceptos. Dios solo se le manifestó a un pueblo, el cual era sombra del verdadero. Hubieron casos individuales, como lo fue Ruth, Rahab, quien en su vestidura temporera fue prostituta para que nosotros tengamos cuidado en pasar juicio llevándonos por lo externo y no por lo interno, lo espiritual. Miles de naciones no conocieron en la sombra al Dios vivo, solo una nación, el Israel natural, sombra del Israel espiritual que es la iglesia. Llegado el nuevo pacto por medio de la sangre de Jesús inmolado como cordero se “inauguró nos camino recién abierto y vivo a través del velo, esto es, de la carne de él”, (hebreos 10:20). No, no es “la senda antigua”, sino un camino nuevo. “La senda antigua” fue para los israelitas durante el reinado de la ley o viejo pacto. Ni siquiera eso pudieron hacer.
Por eso David clamaba que su alma alababa a YHWH, pues no tenía otra forma de hacerlo. Y en sus corazones, almas y mentes solo podían alabar y servir al Altísimo. El problema es que la naturaleza del hombre, aún con ley no puede ser obediente. No importa que leyes sean, humana misma o la ley dada en el Sinaí, en la carne no se puede cumplir. David no la cumplió, ni Salomón, ni los profetas, ni nadie. Nadie fue justificado por las obras de la ley. “Porque si mediante (la) ley (viene la) justicia, entonces Cristo sin necesidad murió”, gálatas 2:21.
Cristo se hizo hombre en Jesús. Ese fue su tabernáculo para reconciliar (2 corintios 5:18-19), (notemos el prefijo “re”) a los hijos que antes estaban conciliados con él antes de la fundación del mundo; a restituir a los que antes estaban destituidos de la gloria del Padre. El vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. El no vino a perder almas, pues estas perdidas están. El no vino a salvar almas ni a reformarlas como pretende hacer la religión por medio de leyes y mandamientos de hombres. Por eso los escándalos, entradas y salidas de muchos, pues se agobian ante tanta prohibición y ante tanta carga. Por eso también hay que tener cuidado con tantas traducciones que tuercen el evangelio de la gracia y el nuevo pacto.
Así es, el nuevo pacto no tiene nada que ver con la carne, absolutamente nada. El viejo pacto fue para la carne, para el corazón, la mente y el alma de un pueblo que fue rebelde hasta su final como pueblo en sombra de los venideros bienes.
Sobre estos dos pactos Jesús enseñó diciendo: “Y nadie sobrepone un remiendo de paño nuevo sobre un vestido viejo; porque tira el relleno de él del vestido, y peor un desgarrón se hace. Ni echan un vino nuevo en odres viejos; pues, de lo contrario, se revientan los odres y el vino se derrama y los odres se echan a perder. Sino que echan un vino nuevo en odres nuevos, y ambos son preservados juntamente”, Mateo 9:16-17. Hay que decirlo, pero el resultado de la mezcla de los dos pactos la cual se practica en numerosas denominaciones llamadas “iglesias cristianas” es que “el remiendo de paño nuevo”, (nuevo pacto) sobrepuesto “sobre un vestido viejo”, (viejo pacto o ley de Moisés) desgarra el vestido y se hace peor. ¿Por qué se hace peor? Porque el remiendo no hace su labor de remendar (corregir) correctamente. Lo correcto es tirar al canasto de la basura el vestido viejo. Por eso en aquellos tiempos de Jesús “nadie” ponía remiendo nuevo en un traje nuevo. Lo mismo se aplica a los odres. La alegoría es clara y contundente.
Y así como Lucas 9:54-56 existen en las traducciones muchos errores para sembrar una doctrina errada y ajustada a lo literal, a lo natural, a lo relativo, y no a lo espiritual.



Gracia y paz a todos.