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"Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo:
Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:15-16)
La pregunta de las preguntas
¿Qué piensa usted de Jesucristo?
Esta es una pregunta muy seria, de hecho, la más importante de todas.
Según lo que usted piensa de Jesús
-según él sea o no el objeto de su confianza y de su afecto-,
Dios es con usted o contra usted.
Muchas personas que llevan el nombre de cristianos
sólo ven en Jesucristo a un hombre mejor que los demás,
un mártir por la causa de Dios, un gran modelo
y el fundador de la religión del amor.
Otras lo llaman Salvador,
pero pretenden agregar sus propias obras a las de él.
Esperan que cuando hayan hecho todo aquello de lo que son capaces,
Jesús hará lo demás.
Estos son pensamientos presuntuosos y agraviantes para Jesús,
quien no puede ser un colaborador sino únicamente un perfecto Salvador.
Otras reconocen gustosas a Jesús
como el único autor de salvación, el Salvador del mundo;
pero no tienen con él una relación personal, y su vida lo demuestra.
¿De qué podrán servir tales opiniones
el día que deban rendir cuentas a Dios?
Un cristiano convencido no encuentra dificultad
para contestar: Jesús es mi Salvador, mi Señor, mi Maestro,
mi poderoso Amigo, mi buen Pastor, mi portavoz ante Dios.
Es mi razón de vivir, mi esperanza y mi dicha.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas · Chile
www.aguasvivas.cl
"Vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo:
Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mateo 16:15-16)
La pregunta de las preguntas
¿Qué piensa usted de Jesucristo?
Esta es una pregunta muy seria, de hecho, la más importante de todas.
Según lo que usted piensa de Jesús
-según él sea o no el objeto de su confianza y de su afecto-,
Dios es con usted o contra usted.
Muchas personas que llevan el nombre de cristianos
sólo ven en Jesucristo a un hombre mejor que los demás,
un mártir por la causa de Dios, un gran modelo
y el fundador de la religión del amor.
Otras lo llaman Salvador,
pero pretenden agregar sus propias obras a las de él.
Esperan que cuando hayan hecho todo aquello de lo que son capaces,
Jesús hará lo demás.
Estos son pensamientos presuntuosos y agraviantes para Jesús,
quien no puede ser un colaborador sino únicamente un perfecto Salvador.
Otras reconocen gustosas a Jesús
como el único autor de salvación, el Salvador del mundo;
pero no tienen con él una relación personal, y su vida lo demuestra.
¿De qué podrán servir tales opiniones
el día que deban rendir cuentas a Dios?
Un cristiano convencido no encuentra dificultad
para contestar: Jesús es mi Salvador, mi Señor, mi Maestro,
mi poderoso Amigo, mi buen Pastor, mi portavoz ante Dios.
Es mi razón de vivir, mi esperanza y mi dicha.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
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