La pobreza.
Cuando uno aspira a los bienes del mundo, ser pobre es una calamidad. Uno ve como viven los ricos, con sus mansiones, sus yates, sus mujeres o hombres, sus fiestas, su belleza, sus clínicas y sus operaciones y uno siente envidia y busca, por todos los medios, acercarse a esa forma de vida. Esto provoca “rencor social” y uno se maldice a sí mismo, a sus padres y hasta a Dios, por no ser uno de esos “privilegiados”. En nosotros sale lo peor que llevamos dentro como sentimientos de rencor, de rabia, de vergüenza y de deseo.
Entonces, podemos tomar la actitud de emularlos, de alcanzarlos. Y utilizamos todas las formas permitidas y no permitidas, para subir en el escalafón social. Utilizamos nuestra fría razón y lógica para estudiar una carrera o dos para ocupar un “nicho” en la sociedad capitalista actual que nos permita amasar dinero y lo que se llama “calidad de vida”. Este camino es empujado de forma constante y atroz por la publicidad actual que nos restriega por la cara objetos, formas, cosas y actitudes que debemos alcanzar para que nuestra vida sea “feliz”. Utilizamos todas las artes, tanto las morales como las inmorales para obtener un contrato, una dádiva, un trabajo, una lisonja del jefe, un aumento de sueldo, etc. Y utilizamos el desprecio a nuestros compañeros, el poner el pié sobre sus hombros para poder elevarnos un poco más, la mentira, la calumnia, la desfachatez y la violencia si es precioso.
Y escuchamos la frase de Jesús “antes pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrará en el Reino de los Cielos”. Y nos reímos de ella, porque nosotros ya hemos llegado al cielo y los pobres pobres siguen en el infierno intentando subir al cielo del lujo y del placer, de la riqueza en suma.
Si este es el cielo que has alcanzado, quédate con él que yo no lo quiero. Porque esos ricos tienen que vivir constantemente contra esos pobres que quieren quitarles sus ganancias. La vida del rico en este mundo es una lucha constante por mantener y acrecentar su riqueza ante innumerables peligros que le acechan. Además, esos ricos si que son pobres, porque creyendo haber alcanzado algo importante, algo auténtico, no se dan cuenta que son prisioneros de sus deseos y de sus logros. Y que no han solucionado ningún aspecto de su propia vida, como no sea el de su vida vegetativa.
Pero estaba hablando de los pobres. El pobre de recursos económicos es un afortunado de Dios. Está más libre que nadie de las cosas del mundo. El que nace pobre es un afortunado. Pero si ese pobre se deja llevar por los mandatos de esta sociedad tan malsana en la que vivimos y quiere conquistar la riqueza material, entonces de afortunado pasa a ser un ser desdichado. Es tanto el sufrimiento que se produce para alcanzar la riqueza, que, muchos de ellos, cuando maduren, reconocerán que no mereció la pena. No solo por el esfuerzo de su alcance, sino porque descubrirá que todo lo que aspiró es basura rodeada de oropel. Es porquería encerrada en una caja de oro.
Pero todo pobre se deja llevar por este espejismo de la riqueza. Y de él salen las peores cosas que lleva dentro. Esto es otra de las cualidades del pobre. Que salen sus propios males en la conquista de la riqueza. Lo que está dentro debe salir. Si ese pobre descubre esos males y los intenta reconducir, si los intenta educar y si los reprime, está haciendo verdaderamente el trabajo de hacerse rico. Pero no rico de dinero, sino rico de Ser. Pues en ese momento se produce una lucha moral y después espiritual que le llevará a la verdadera riqueza. La conquista del corazón. De su propio corazón.
[]Cedesin>
Cuando uno aspira a los bienes del mundo, ser pobre es una calamidad. Uno ve como viven los ricos, con sus mansiones, sus yates, sus mujeres o hombres, sus fiestas, su belleza, sus clínicas y sus operaciones y uno siente envidia y busca, por todos los medios, acercarse a esa forma de vida. Esto provoca “rencor social” y uno se maldice a sí mismo, a sus padres y hasta a Dios, por no ser uno de esos “privilegiados”. En nosotros sale lo peor que llevamos dentro como sentimientos de rencor, de rabia, de vergüenza y de deseo.
Entonces, podemos tomar la actitud de emularlos, de alcanzarlos. Y utilizamos todas las formas permitidas y no permitidas, para subir en el escalafón social. Utilizamos nuestra fría razón y lógica para estudiar una carrera o dos para ocupar un “nicho” en la sociedad capitalista actual que nos permita amasar dinero y lo que se llama “calidad de vida”. Este camino es empujado de forma constante y atroz por la publicidad actual que nos restriega por la cara objetos, formas, cosas y actitudes que debemos alcanzar para que nuestra vida sea “feliz”. Utilizamos todas las artes, tanto las morales como las inmorales para obtener un contrato, una dádiva, un trabajo, una lisonja del jefe, un aumento de sueldo, etc. Y utilizamos el desprecio a nuestros compañeros, el poner el pié sobre sus hombros para poder elevarnos un poco más, la mentira, la calumnia, la desfachatez y la violencia si es precioso.
Y escuchamos la frase de Jesús “antes pasará un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrará en el Reino de los Cielos”. Y nos reímos de ella, porque nosotros ya hemos llegado al cielo y los pobres pobres siguen en el infierno intentando subir al cielo del lujo y del placer, de la riqueza en suma.
Si este es el cielo que has alcanzado, quédate con él que yo no lo quiero. Porque esos ricos tienen que vivir constantemente contra esos pobres que quieren quitarles sus ganancias. La vida del rico en este mundo es una lucha constante por mantener y acrecentar su riqueza ante innumerables peligros que le acechan. Además, esos ricos si que son pobres, porque creyendo haber alcanzado algo importante, algo auténtico, no se dan cuenta que son prisioneros de sus deseos y de sus logros. Y que no han solucionado ningún aspecto de su propia vida, como no sea el de su vida vegetativa.
Pero estaba hablando de los pobres. El pobre de recursos económicos es un afortunado de Dios. Está más libre que nadie de las cosas del mundo. El que nace pobre es un afortunado. Pero si ese pobre se deja llevar por los mandatos de esta sociedad tan malsana en la que vivimos y quiere conquistar la riqueza material, entonces de afortunado pasa a ser un ser desdichado. Es tanto el sufrimiento que se produce para alcanzar la riqueza, que, muchos de ellos, cuando maduren, reconocerán que no mereció la pena. No solo por el esfuerzo de su alcance, sino porque descubrirá que todo lo que aspiró es basura rodeada de oropel. Es porquería encerrada en una caja de oro.
Pero todo pobre se deja llevar por este espejismo de la riqueza. Y de él salen las peores cosas que lleva dentro. Esto es otra de las cualidades del pobre. Que salen sus propios males en la conquista de la riqueza. Lo que está dentro debe salir. Si ese pobre descubre esos males y los intenta reconducir, si los intenta educar y si los reprime, está haciendo verdaderamente el trabajo de hacerse rico. Pero no rico de dinero, sino rico de Ser. Pues en ese momento se produce una lucha moral y después espiritual que le llevará a la verdadera riqueza. La conquista del corazón. De su propio corazón.
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