LA ORDEN PARA RESTAURAR, Y EDIFICAR LA CIUDAD
En la revelación de Daniel conocida como la profecía de las 70 semanas, se menciona la orden para construir a Jerusalén...
"Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos" (Daniel 9.25)
Dice ‘shbaiim’ que no traduce ‘semanas’ exactamente sino "determinaciones"; esta profecía en realidad habla acerca de las 70 determinaciones con las que se elaboró todo el plan de Dios desde el Edén; cuyo máximo objetivo es ungir al Santo de los santos, como allí mismo se dice.
Acerca de la "orden" para edificar la ciudad, Daniel es exhortado a entender y asimilar el significado de la profecía: “Entiende, pues, la orden, y entiende la visión”. Si Daniel no comprendía de qué orden se trataba, por consiguiente no comprendería realmente lo que se le iba a revelar; "la orden para (1)restaurar y (2)edificar a Jerusalén"
La orden- heb. "dabar" "Palabra", o mandato Celestial, ordenando dos asuntos, restaurar o restituir el orden en un caos que mostraba la faz de una tierra envanecida, y a la vez la construcción de la ciudad celestial, llamada la nueva Jerusalén.
1 "La orden para restaurar"; hebreo "dabar lehashiv"; literalmente "palabra para restituir"
Se refiere a la palabra de Dios que ordenó restituir el daño causado por la rebelión.
"Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió. Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos" (Salmo 33. 9,10)
2 "Y edificar Jerusalén". La construcción de Jerusalén, cuyo diseñador y arquitecto es Dios, tuvo el propósito de ser la morada de los santos que viven con Dios (su pueblo), para traer justicia eterna; es la ciudad desde la cual se restablecerá finalmente el daño causado por la rebelión con Jesús como Rey de reyes.
Siete determinaciones ocurrirían desde la palabra para reconstruir moralmente al mundo caído, hasta la construcción de Jerusalén. Esta fue construida en los cielos, cuando en la tierra se estableció el jardín del Edén; luego de transcurrir los primeros 7 días genésicos.
Abrahán también vió la existencia de la ciudad celestial prometida para su pueblo. Abraham "esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Hebreos 11.10)
Y según las propias palabras de Jesús "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; Y LO VIÓ, Y SE GOZÓ"
Aún su esclava Agar representa la Jerusalén terrenal; y Sara su mujer a la Jerusalén de Arriba
"Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido" (Gálatas 4.26,27)
Ellos y su descendencia "anhelaban una [ciudad] mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11.16)
El apóstol Juan revela con mucho más detalle su visión de la Jerusalén celestial:
“Vino entonces a mí uno de los 7 ángeles que tenían las siete copas llenas de las 7 plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: 'Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”
Las 7 plagas postreras son el conjunto final de las 70 determinaciones que conoció Daniel...
"Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios"
Juan describe dos veces el descenso de la Jerusalén celestial refiriéndose a la ciudad de Dios, y a su esposa, la congregación que estuvo atenta y partició de las bodas del Cordero
21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Entre los israelitas ser novia o esposa era una misma condición. Al estar comprometida la joven mujer era novia y esposa, aunque no viviera aún con su marido, ni se hubiera unido a él; puesto que según la tradición ya estaba formalmente comprometida con su novio y esposo. La misma condición de novia y esposa de Jesucristo, tiene su congregación de santos fieles y vigilantes, que participen del arrebatamiento, y regresen con Jesús en la Nueva Jerusalén.
Aquí Juan describe por segunda vez el descenso de la ciudad de Dios
21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
"... pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio"
Desde el Edén el oro y las piedras preciosas estuvieron presentes en el programa que Dios estableció para sus hijos;
"...éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice" (Génesis 2.11,12)
Su pueblo restaurado será refinado como el oro. Dios habrá limpiado toda impureza entre los justos, y resplandecerán como la luz del sol en el reino del Padre. Su congregación será como una ciudad resplandeciente que es edificada sobre piedras preciosas; hecha para gobernar en los nuevos cielos y en la nueva tierra
En la revelación de Daniel conocida como la profecía de las 70 semanas, se menciona la orden para construir a Jerusalén...
"Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos" (Daniel 9.25)
Dice ‘shbaiim’ que no traduce ‘semanas’ exactamente sino "determinaciones"; esta profecía en realidad habla acerca de las 70 determinaciones con las que se elaboró todo el plan de Dios desde el Edén; cuyo máximo objetivo es ungir al Santo de los santos, como allí mismo se dice.
Acerca de la "orden" para edificar la ciudad, Daniel es exhortado a entender y asimilar el significado de la profecía: “Entiende, pues, la orden, y entiende la visión”. Si Daniel no comprendía de qué orden se trataba, por consiguiente no comprendería realmente lo que se le iba a revelar; "la orden para (1)restaurar y (2)edificar a Jerusalén"
La orden- heb. "dabar" "Palabra", o mandato Celestial, ordenando dos asuntos, restaurar o restituir el orden en un caos que mostraba la faz de una tierra envanecida, y a la vez la construcción de la ciudad celestial, llamada la nueva Jerusalén.
1 "La orden para restaurar"; hebreo "dabar lehashiv"; literalmente "palabra para restituir"
Se refiere a la palabra de Dios que ordenó restituir el daño causado por la rebelión.
"Porque él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió. Jehová hace nulo el consejo de las naciones, Y frustra las maquinaciones de los pueblos" (Salmo 33. 9,10)
2 "Y edificar Jerusalén". La construcción de Jerusalén, cuyo diseñador y arquitecto es Dios, tuvo el propósito de ser la morada de los santos que viven con Dios (su pueblo), para traer justicia eterna; es la ciudad desde la cual se restablecerá finalmente el daño causado por la rebelión con Jesús como Rey de reyes.
Siete determinaciones ocurrirían desde la palabra para reconstruir moralmente al mundo caído, hasta la construcción de Jerusalén. Esta fue construida en los cielos, cuando en la tierra se estableció el jardín del Edén; luego de transcurrir los primeros 7 días genésicos.
Abrahán también vió la existencia de la ciudad celestial prometida para su pueblo. Abraham "esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios" (Hebreos 11.10)
Y según las propias palabras de Jesús "Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; Y LO VIÓ, Y SE GOZÓ"
Aún su esclava Agar representa la Jerusalén terrenal; y Sara su mujer a la Jerusalén de Arriba
"Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre.
Porque está escrito:
Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz;
Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto;
Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido" (Gálatas 4.26,27)
Ellos y su descendencia "anhelaban una [ciudad] mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad” (Hebreos 11.16)
El apóstol Juan revela con mucho más detalle su visión de la Jerusalén celestial:
“Vino entonces a mí uno de los 7 ángeles que tenían las siete copas llenas de las 7 plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: 'Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”
Las 7 plagas postreras son el conjunto final de las 70 determinaciones que conoció Daniel...
"Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios"
Juan describe dos veces el descenso de la Jerusalén celestial refiriéndose a la ciudad de Dios, y a su esposa, la congregación que estuvo atenta y partició de las bodas del Cordero
21:1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
21:2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
21:3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.
Entre los israelitas ser novia o esposa era una misma condición. Al estar comprometida la joven mujer era novia y esposa, aunque no viviera aún con su marido, ni se hubiera unido a él; puesto que según la tradición ya estaba formalmente comprometida con su novio y esposo. La misma condición de novia y esposa de Jesucristo, tiene su congregación de santos fieles y vigilantes, que participen del arrebatamiento, y regresen con Jesús en la Nueva Jerusalén.
Aquí Juan describe por segunda vez el descenso de la ciudad de Dios
21:9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
21:10 Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,
21:11 teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal.
"... pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio"
Desde el Edén el oro y las piedras preciosas estuvieron presentes en el programa que Dios estableció para sus hijos;
"...éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice" (Génesis 2.11,12)
Su pueblo restaurado será refinado como el oro. Dios habrá limpiado toda impureza entre los justos, y resplandecerán como la luz del sol en el reino del Padre. Su congregación será como una ciudad resplandeciente que es edificada sobre piedras preciosas; hecha para gobernar en los nuevos cielos y en la nueva tierra