La Navidad.
Ahora que se celebran unas fiestas en las que se reúnen las familias y ya no se medita sobre el significado de la Navidad, sino que se sigue una "tradición" en la que cada vez se pierde más ese significado. En las que nos sentimos impulsados a ser "mejores", a tener "amor", a practicar "la caridad", a felicitar a todo el mundo, tanto conocidos como desconocidos con el tan manoseado "feliz Navidad", cuando nadie nace, cuando ya no se sabe que quiere decir esa expresión. Ahora que se aprovecha para hacer un gigantesco negocio en el que regalarse algo, porque Amor no tenemos para poder regalar, en todo caso una buena actitud, unos buenos deseos que no llevan a ninguna parte. Por eso, compramos de todo y regalamos los objetos más inútiles e inservibles como señal de un presente, de un recuerdo hacia nuestros familiares cercanos y lejanos. Somos pobres, por eso nos gastamos el mucho dinero que tenemos en comilonas y estipendios, en los que mantener un aspecto, una apariencia de buenos sentimientos, de buenos deseos, de cierta cordialidad, porque, en el fondo, sabemos que nada sirve para algo. Que todo es un inmenso engaño para mantener la apariencia y el deseo de ser "buenas personas", de querer mejorar, aunque solo sea en lo material y en mantener la luz de una esperanza muerta, de indicar que, a pesar de todos los pesares, a pesar de la guerra, de la violencia, de la agresividad, de los malos modos, de las ofensas y de las peleas, todavía estamos vivos, todavía podemos desear cambiar lo de fuera, porque que no me toquen lo mío, porque yo estoy bien y son los otros, siempre los otros los culpables de tanta barbaridad y atrocidad de un mundo perdido en el que todos los festejos y manifestaciones son exteriores, son superfluos, son carantoñas a una realidad que no queremos ver ni aceptar. La de nuestro propio mal.
Ahora en que lo que cuenta es regalar, dar algo, aunque no sea lo que debemos dar, porque así matamos nuestro impulso generoso de Dar. De darnos a Dios. De reconocernos en nuestra estupidez y maldad y pretender, desear, mirar hacia lo alto para ver si algo de lo que dijeron ciertas personas, ciertos santos puede ser verdad y nos saque de esta atroz realidad en la que ya nadie quiere cambiar nada. Solo se pretende mantenerse, mejorar, pervivir para perpetuar un estado bochornoso y lamentable de nuestra situación y de nuestra sociedad. Dar para así tener la coartada de recibir también de los demás, que es lo que verdaderamente se pretende, y si el contrario, el familiar, el hijo o el padre no regala lo que queremos, o no regala nada, tener el motivo para poder pensar mal de él, para poder seguir diciendo que yo soy bueno porque regalo, y ese que no me regala a mi es que es malo. Para seguir reforzando y acrecentado nuestra autoestima, nuestro pequeño yo, nuestro ego que siempre pretende mejorar y llegar a ser "la bondad completa."
Ahora que se desea que reine la paz en el mundo, que cesen las violencias y las agresiones, cuando intuimos que eso es imposible en el estado de la persona humana, que en cuanto recibe un no de su impulso por mantenerse, reacciona matando al mensajero. Cuando contemplamos que la violencia y la agresividad van a más en aras de una supuesta libertad de nuestros impulsos más bajos y desconsiderados. Cuando pensamos que son los otros los que deben mejorar y adaptarse a nuestra forma de pensar. Cuando no queremos renunciar a nada, sino adquirir cada vez más cosas, más valores, más libertad, para poder hacer lo que nos da la gana y siempre sobre los pobrecitos de los demás que no saben aún lo que es bueno.
Ahora…, no les deseo feliz Navidad.
[]Cedesin>
Ahora que se celebran unas fiestas en las que se reúnen las familias y ya no se medita sobre el significado de la Navidad, sino que se sigue una "tradición" en la que cada vez se pierde más ese significado. En las que nos sentimos impulsados a ser "mejores", a tener "amor", a practicar "la caridad", a felicitar a todo el mundo, tanto conocidos como desconocidos con el tan manoseado "feliz Navidad", cuando nadie nace, cuando ya no se sabe que quiere decir esa expresión. Ahora que se aprovecha para hacer un gigantesco negocio en el que regalarse algo, porque Amor no tenemos para poder regalar, en todo caso una buena actitud, unos buenos deseos que no llevan a ninguna parte. Por eso, compramos de todo y regalamos los objetos más inútiles e inservibles como señal de un presente, de un recuerdo hacia nuestros familiares cercanos y lejanos. Somos pobres, por eso nos gastamos el mucho dinero que tenemos en comilonas y estipendios, en los que mantener un aspecto, una apariencia de buenos sentimientos, de buenos deseos, de cierta cordialidad, porque, en el fondo, sabemos que nada sirve para algo. Que todo es un inmenso engaño para mantener la apariencia y el deseo de ser "buenas personas", de querer mejorar, aunque solo sea en lo material y en mantener la luz de una esperanza muerta, de indicar que, a pesar de todos los pesares, a pesar de la guerra, de la violencia, de la agresividad, de los malos modos, de las ofensas y de las peleas, todavía estamos vivos, todavía podemos desear cambiar lo de fuera, porque que no me toquen lo mío, porque yo estoy bien y son los otros, siempre los otros los culpables de tanta barbaridad y atrocidad de un mundo perdido en el que todos los festejos y manifestaciones son exteriores, son superfluos, son carantoñas a una realidad que no queremos ver ni aceptar. La de nuestro propio mal.
Ahora en que lo que cuenta es regalar, dar algo, aunque no sea lo que debemos dar, porque así matamos nuestro impulso generoso de Dar. De darnos a Dios. De reconocernos en nuestra estupidez y maldad y pretender, desear, mirar hacia lo alto para ver si algo de lo que dijeron ciertas personas, ciertos santos puede ser verdad y nos saque de esta atroz realidad en la que ya nadie quiere cambiar nada. Solo se pretende mantenerse, mejorar, pervivir para perpetuar un estado bochornoso y lamentable de nuestra situación y de nuestra sociedad. Dar para así tener la coartada de recibir también de los demás, que es lo que verdaderamente se pretende, y si el contrario, el familiar, el hijo o el padre no regala lo que queremos, o no regala nada, tener el motivo para poder pensar mal de él, para poder seguir diciendo que yo soy bueno porque regalo, y ese que no me regala a mi es que es malo. Para seguir reforzando y acrecentado nuestra autoestima, nuestro pequeño yo, nuestro ego que siempre pretende mejorar y llegar a ser "la bondad completa."
Ahora que se desea que reine la paz en el mundo, que cesen las violencias y las agresiones, cuando intuimos que eso es imposible en el estado de la persona humana, que en cuanto recibe un no de su impulso por mantenerse, reacciona matando al mensajero. Cuando contemplamos que la violencia y la agresividad van a más en aras de una supuesta libertad de nuestros impulsos más bajos y desconsiderados. Cuando pensamos que son los otros los que deben mejorar y adaptarse a nuestra forma de pensar. Cuando no queremos renunciar a nada, sino adquirir cada vez más cosas, más valores, más libertad, para poder hacer lo que nos da la gana y siempre sobre los pobrecitos de los demás que no saben aún lo que es bueno.
Ahora…, no les deseo feliz Navidad.
[]Cedesin>