Martín es un buen amigo, una bella persona y un buen compañero. Trabajamos juntos en el mismo Laboratorio farmacéutico cerca de veinte años.
Aparte de nuestras relaciones laborales, mantuvimos siempre una buena amistad.
Salíamos con frecuencia a comer en unión de nuestras esposas y en agradables veladas compartíamos alegrías y también en algunas ocasiones tristezas.
Hace unos días recibí en casa su visita. Lo encontré profundamente afectado y triste. Había llegado el momento de su jubilación y sentía abandonar una profesión que le proporcionaba grandes satisfacciones personales además de excelentes relaciones profesionales.
En cierto modo comprendí su situación, pues para mí en su día significó mi jubilación algo parecido a lo que él ahora me estaba comentando.
Es evidente que existen personas que al llegar la hora de abandonar sus relaciones laborales por motivo de su jubilación, su vida queda un tanto vacía impidiéndoles descubrir esas mil maneras en que podrían ser útiles a la sociedad dedicando su tiempo en amar, servir y ayudar plenamente a todos aquellos que nos necesitan.
En cualquier caso, yo creo que un ser humano dotado de inteligencia y con capacidad de pensar, no puede pasar por este mundo sin preguntarse que hace en él, hacía donde dirige sus pasos, el motivo por el que lucha y quien le necesita, tanto en su tiempo de trabajador como en el de jubilado.
De este modo no se puede caer en la tristeza de pensar que su vida solo tiene el destino de una fosa, aun cuando está claro que este pensamiento no puede tener cabida alguna dentro de la fe de un creyente.
Así las cosas, le comentaba a mi amigo Martín, no hay que olvidar que el hombre empieza a disminuir el día en que sus recuerdos son más grandes que sus proyectos. El día que mira más hacia el pasado que hacia el futuro. El día en que por nuestra mente pasa el pensamiento equívoco de creer que nuestra tarea en este mundo, está concluida.
Y todo esto, pienso, es la peor jubilación de todas porque él mismo se está limitando, sin darse cuenta que lo más importante no es añadir años a la vida, sino vida a los años olvidando el “baúl de los recuerdos”.
Por fortuna, actualmente los jubilados parecen entender que la llamada “tercera edad” es simplemente una etapa más de la vida que hay que llenar de actividad como cualquier otra, teniendo en cuenta por una parte, la mejor calidad de vida y el avance de la medicina, que ha prolongado la vida de las personas.
En definitiva, la jubilación viene a contemplar o hacer realidad aquellos sueños que eran parte de nuestra vida laboral, cuando ansiábamos la llegada de esta situación para poder dedicarnos… a tantas cosas.
En fin, mi buen amigo y compañero de trabajo Martín, de verdad crees que la jubilación ¿es un problema? o en realidad es un ferviente deseo de ganas de vivir, para arrancarle al tiempo todo el jugo que tenga y para vivirla de forma acertada.
Sinceramente, yo pienso que es lo mejor que podemos hacer.
Aparte de nuestras relaciones laborales, mantuvimos siempre una buena amistad.
Salíamos con frecuencia a comer en unión de nuestras esposas y en agradables veladas compartíamos alegrías y también en algunas ocasiones tristezas.
Hace unos días recibí en casa su visita. Lo encontré profundamente afectado y triste. Había llegado el momento de su jubilación y sentía abandonar una profesión que le proporcionaba grandes satisfacciones personales además de excelentes relaciones profesionales.
En cierto modo comprendí su situación, pues para mí en su día significó mi jubilación algo parecido a lo que él ahora me estaba comentando.
Es evidente que existen personas que al llegar la hora de abandonar sus relaciones laborales por motivo de su jubilación, su vida queda un tanto vacía impidiéndoles descubrir esas mil maneras en que podrían ser útiles a la sociedad dedicando su tiempo en amar, servir y ayudar plenamente a todos aquellos que nos necesitan.
En cualquier caso, yo creo que un ser humano dotado de inteligencia y con capacidad de pensar, no puede pasar por este mundo sin preguntarse que hace en él, hacía donde dirige sus pasos, el motivo por el que lucha y quien le necesita, tanto en su tiempo de trabajador como en el de jubilado.
De este modo no se puede caer en la tristeza de pensar que su vida solo tiene el destino de una fosa, aun cuando está claro que este pensamiento no puede tener cabida alguna dentro de la fe de un creyente.
Así las cosas, le comentaba a mi amigo Martín, no hay que olvidar que el hombre empieza a disminuir el día en que sus recuerdos son más grandes que sus proyectos. El día que mira más hacia el pasado que hacia el futuro. El día en que por nuestra mente pasa el pensamiento equívoco de creer que nuestra tarea en este mundo, está concluida.
Y todo esto, pienso, es la peor jubilación de todas porque él mismo se está limitando, sin darse cuenta que lo más importante no es añadir años a la vida, sino vida a los años olvidando el “baúl de los recuerdos”.
Por fortuna, actualmente los jubilados parecen entender que la llamada “tercera edad” es simplemente una etapa más de la vida que hay que llenar de actividad como cualquier otra, teniendo en cuenta por una parte, la mejor calidad de vida y el avance de la medicina, que ha prolongado la vida de las personas.
En definitiva, la jubilación viene a contemplar o hacer realidad aquellos sueños que eran parte de nuestra vida laboral, cuando ansiábamos la llegada de esta situación para poder dedicarnos… a tantas cosas.
En fin, mi buen amigo y compañero de trabajo Martín, de verdad crees que la jubilación ¿es un problema? o en realidad es un ferviente deseo de ganas de vivir, para arrancarle al tiempo todo el jugo que tenga y para vivirla de forma acertada.
Sinceramente, yo pienso que es lo mejor que podemos hacer.