La felicidad duradera, ¿cuál puede ser el mejor y el único camino para alcanzarla?
Todo el mundo desea encontrar la felicidad, aunque por distintos caminos o procedimientos. Unos esperan hallarla por medio de acomular riquezas, poder, popularidad; otros esperan encontra la persona ideal con quien compartir su vida felizmente, o que se produzca un cambio de circunstancias que les permitan dar un giro a su vida proporcionándoles nuevas oportunidades; algunos sueñan con que la casualidad o el destinos haga surgir en su camino algo nuevo y misterioso que acabe con la monotonía y el tedio que les ahoga. Pero todos estos anhelos son poco probables que se realicen, pues aún para aquellos que les ha sonreído la suerte, enrriqueciéndose o alcanzando puestos encumbrados, o incluso llegando a convertirse en ídolos populares, la realidad ha demostrado que muy pocos se han considerado realmente felices, o que sus logros y momentos de triunfos son efímeros o pasajeros. y que al final todo se acaba, hasta la vida, nada es permanente ni duradero.
Sin embargo, la propia razón, nos dice que la felicidad duradera sí puede alcanzarse si buscamos la verdadera fuente de toda felicidad, y si somos personas de fe, aún podemos aspirar a que esta felicidad llegue a ser eterna para nosotros. La fuente de toda felicidad es el amor, aunque sea pasajero; quien ama a otra persona se siente feliz mientras es correspondido, y su mayor deseo es siempre tratar de agradar a la persona amada, incluso si tiene que hacer grandes sacrificios para que ella se sienta feliz, y él, o ella, también se regocija y se siente feliz mientras dura este amor. Este es el amor pasional o sentimental que suele ser pasajero, o de corta duración, aunque también los ha habido, y los hay, que duran toda una vida para gozo de quienes lo experimentan, pero al final también se acaba todo. Existe otra clase de amor, el amor espiritual, que no excluye al amor erótico o sentimental, sino que lo puede regular y dignificar, y que puede llegar a producir la felicidad permanente o eterna. En todas estas clases de amor, o diferentes grados del mismo, desde la simple amistad, o el sincero aprecio y estimación entre las personas, podemos observar que tales sentimientos alegran la vida de quienes los sienten y, por lo tanto, producen mayor o menor grado de felicidad.
Por lo tanto, si nos proponemos cultivan amor verdadero por todas las personas, sobre todo por aquellas que sean merecedoras de que se las ame, porque tengan méritos o virtudes dignas de ser amadas, y al mismo tiempo nosotros desarrollamos también tales cualidades, entonces estaremos emprendiendo el camino que conduce a la duradera o eterna felicidad.
Todo el mundo desea encontrar la felicidad, aunque por distintos caminos o procedimientos. Unos esperan hallarla por medio de acomular riquezas, poder, popularidad; otros esperan encontra la persona ideal con quien compartir su vida felizmente, o que se produzca un cambio de circunstancias que les permitan dar un giro a su vida proporcionándoles nuevas oportunidades; algunos sueñan con que la casualidad o el destinos haga surgir en su camino algo nuevo y misterioso que acabe con la monotonía y el tedio que les ahoga. Pero todos estos anhelos son poco probables que se realicen, pues aún para aquellos que les ha sonreído la suerte, enrriqueciéndose o alcanzando puestos encumbrados, o incluso llegando a convertirse en ídolos populares, la realidad ha demostrado que muy pocos se han considerado realmente felices, o que sus logros y momentos de triunfos son efímeros o pasajeros. y que al final todo se acaba, hasta la vida, nada es permanente ni duradero.
Sin embargo, la propia razón, nos dice que la felicidad duradera sí puede alcanzarse si buscamos la verdadera fuente de toda felicidad, y si somos personas de fe, aún podemos aspirar a que esta felicidad llegue a ser eterna para nosotros. La fuente de toda felicidad es el amor, aunque sea pasajero; quien ama a otra persona se siente feliz mientras es correspondido, y su mayor deseo es siempre tratar de agradar a la persona amada, incluso si tiene que hacer grandes sacrificios para que ella se sienta feliz, y él, o ella, también se regocija y se siente feliz mientras dura este amor. Este es el amor pasional o sentimental que suele ser pasajero, o de corta duración, aunque también los ha habido, y los hay, que duran toda una vida para gozo de quienes lo experimentan, pero al final también se acaba todo. Existe otra clase de amor, el amor espiritual, que no excluye al amor erótico o sentimental, sino que lo puede regular y dignificar, y que puede llegar a producir la felicidad permanente o eterna. En todas estas clases de amor, o diferentes grados del mismo, desde la simple amistad, o el sincero aprecio y estimación entre las personas, podemos observar que tales sentimientos alegran la vida de quienes los sienten y, por lo tanto, producen mayor o menor grado de felicidad.
Por lo tanto, si nos proponemos cultivan amor verdadero por todas las personas, sobre todo por aquellas que sean merecedoras de que se las ame, porque tengan méritos o virtudes dignas de ser amadas, y al mismo tiempo nosotros desarrollamos también tales cualidades, entonces estaremos emprendiendo el camino que conduce a la duradera o eterna felicidad.