Iré directo al grano:
Es absolutamente imposible que haya fe sin obras, por lo tanto, la fe no puede estar muerta. Ahora bien, ¿qué se entiende por obras? Pues es aquí el asunto. Las hay que son espirituales y materiales (acciones). Las obras materiales están claras y no hay que profundizar en explicaciones, sin embargo, en las espirituales hay que matizarlas. Por ejemplo, en el siguiente versículo:
Jesús nos da una clara dirección hacia lo espiritual. En este sentido, no es necesario realizar ninguna acción material para poner los tesoros en el cielo. Lo único que podemos hacer es un ejercicio de contemplación, entendiendo esto en el plano de la oración y dirigido al creyente, y no al incrédulo.
Ciertamente, si pongo los tesoros (y el corazón) en el cielo (reino de Dios), estaré por encima de las acciones, gobernaré (por la gracia de Dios) cada paso que dé en el día a día, y si tropiezo, Dios nos levantará (por la fe en Él).
Pero voy a ir más allá. Estando en dicho acto de contemplación asumiendo por fe el poner los tesoros en el cielo, estoy realizando dicho acto en un período de tiempo (5, 10, 15, 20, 40, 60, 120, 240, 480, 50.000 segundos, o años). Es decir, contemplamos por que estamos vivos, tenemos fe por que estamos vivos, estamos vivos y podemos tener fe. Si estamos muertos no hay fe que valga.
Por lo tanto, el dicho de Santiago no es correcto. La fe es imposible que esté muerta. Puesto que la fe se tiene bajo una condición: que estemos vivos. Y como he dicho, el tipo de fe espiritual donde no se necesita realizar acciones ocupa tiempo, y el tiempo ocupado es ya una acción. Por lo tanto, la fe no está muerta si se está sentado, dormiendo o soñando, está muy viva.
Es absolutamente imposible que haya fe sin obras, por lo tanto, la fe no puede estar muerta. Ahora bien, ¿qué se entiende por obras? Pues es aquí el asunto. Las hay que son espirituales y materiales (acciones). Las obras materiales están claras y no hay que profundizar en explicaciones, sin embargo, en las espirituales hay que matizarlas. Por ejemplo, en el siguiente versículo:
Mat 6:19 [23] "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran[24] y hurtan;
Mat 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan,
Mat 6:21 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Jesús nos da una clara dirección hacia lo espiritual. En este sentido, no es necesario realizar ninguna acción material para poner los tesoros en el cielo. Lo único que podemos hacer es un ejercicio de contemplación, entendiendo esto en el plano de la oración y dirigido al creyente, y no al incrédulo.
Ciertamente, si pongo los tesoros (y el corazón) en el cielo (reino de Dios), estaré por encima de las acciones, gobernaré (por la gracia de Dios) cada paso que dé en el día a día, y si tropiezo, Dios nos levantará (por la fe en Él).
Pero voy a ir más allá. Estando en dicho acto de contemplación asumiendo por fe el poner los tesoros en el cielo, estoy realizando dicho acto en un período de tiempo (5, 10, 15, 20, 40, 60, 120, 240, 480, 50.000 segundos, o años). Es decir, contemplamos por que estamos vivos, tenemos fe por que estamos vivos, estamos vivos y podemos tener fe. Si estamos muertos no hay fe que valga.
Por lo tanto, el dicho de Santiago no es correcto. La fe es imposible que esté muerta. Puesto que la fe se tiene bajo una condición: que estemos vivos. Y como he dicho, el tipo de fe espiritual donde no se necesita realizar acciones ocupa tiempo, y el tiempo ocupado es ya una acción. Por lo tanto, la fe no está muerta si se está sentado, dormiendo o soñando, está muy viva.