LA DIFERENCIA ENTRE EL PECADO Y LOS PECADOS

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5 Septiembre 2001
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LA DIFERENCIA ENTRE EL PECADO Y LOS PECADOS
EL EVANGELIO DE DIOS
Continuación…

Se puede ver fácilmente la diferencia entre el pecado y los pecados: el pecado está en singular y los pecados está en plural. Sin embargo, debemos distinguir entre el pecado y los pecados. Si usted no puede diferenciar a los dos, le será imposible entender su salvación. Si alguien no entiende la diferencia entre el pecado y los pecados, aunque sea salvo, probablemente su salvación no tiene claridad. ¿Qué es el pecado según la Biblia? ¿Qué son los pecados? Déjenme darles primero una breve definición. El pecado se refiere al poder que está dentro de nosotros que nos motiva a cometer actos pecaminosos. En contraste, los pecados se refieren específicamente a los actos pecaminosos individuales que cometemos exteriormente.
¿Qué es el pecado? No me gusta usar términos como “el pecado original”, “la raíz del pecado”, “la fuente del pecado”, o similares. Estos términos fueron creados por teólogos y para nosotros son innecesarios. Seremos más simples y consideraremos este asunto según nuestra experiencia. Sabemos que en nosotros hay algo que nos motiva y nos fuerza a tener ciertas inclinaciones espontáneas; nos obliga a tomar el camino de la lujuria y la pasión. Según la Biblia esto es el pecado (Ro. 7:8, 16-17). Pero no solamente existe tal pecado dentro de nosotros que nos fuerza y nos obliga, sino que también existen los actos pecaminosos individuales, los pecados, que se cometen exteriormente. En la Biblia los pecados están relacionados con nuestra conducta, mientras que el pecado está relacionado con nuestra vida natural. Los pecados son actos cometidos con las manos, los pies, el corazón y aun con todo el cuerpo. Pablo se refiere a esto cuando habla de los hábitos de la carne (Ro. 8:13). Pero ¿qué es el pecado? El pecado es una ley que controla nuestros miembros (Ro. 7:23). En nuestro interior hay algo que nos obliga a pecar, a cometer el mal, y este algo es el pecado.
Si queremos diferenciar claramente entre el pecado y los pecados, hay una porción en las Escrituras que debemos considerar. Son los primeros ocho capítulos del libro de Romanos. Estos ocho capítulos nos muestran el significado completo del pecado. En estos ocho capítulos encontramos una característica sobresaliente: desde el capítulo uno hasta 5:11, solamente la palabra pecados se menciona; el pecado no se menciona. Pero desde 5:12 hasta el final del capítulo ocho, encontramos el pecado, y no los pecados. Desde el capítulo uno hasta 5:11, Romanos nos muestra que el hombre ha cometido pecados ante Dios. Desde 5:12 en adelante, Romanos nos muestra qué clase de persona el hombre es ante Dios: él es un pecador. El pecado se refiere a la vida que tenemos. Antes de Romanos 5:12, no hay mención de que lo muerto reaviva, pues el problema allí no es que uno necesita ser avivado, sino que los pecados individuales que se han cometido necesitan ser perdonados. Desde 5:12 en adelante, tenemos la segunda sección. Aquí vemos algo fuerte y poderoso en nuestro interior, que es una ley en nuestros miembros, el pecado, el cual nos obliga y arrastra a cometer actos pecaminosos, o sea, pecados. Por esto existe la necesidad de ser liberados.
Los pecados están relacionados con nuestra conducta. Entonces, la Biblia nos muestra que necesitamos perdón por nuestros pecados (Mt. 26:28; Hch. 2:38; 10:43). Pero el pecado nos atrae y nos obliga a cometer actos pecaminosos. Así que, la Biblia nos muestra que necesitamos ser liberados del pecado (Ro. 6:18, 22). Una vez me encontré con un misionero que hablaba acerca del “perdón del pecado”. Inmediatamente me levanté para tomar su mano y le pregunté: “¿En qué parte de la Biblia dice ‘el perdón del pecado’?” El respondió que había muchas partes. Cuando le pregunté que si me podía encontrar una, él dijo: “¿Qué quiere usted decir? ¿No puede encontrar ni una parte que diga esto?” Yo le dije que en ninguna parte de la Biblia están mencionadas las palabras el perdón del pecado; sino que más bien, la Biblia siempre habla “del perdón de los pecados”. Los pecados son perdonados, no el pecado. El no creyó mis palabras, así que buscó en su Biblia. Finalmente me dijo: “Sr. Nee, es muy extraño. Cada vez que se usa esta frase, hay una ‘s’ agregada”. Creo que ustedes pueden ver que los pecados son perdonados, no el pecado.
Los pecados son exteriores. Por eso deben ser perdonados. Pero hay algo más en nosotros, algo fuerte y poderoso que nos obliga a cometer pecados. De esto no necesitamos perdón; de esto necesitamos ser liberados. Al instante en que ya no estemos bajo su poder y no tengamos nada que ver con esto, estaremos en paz. La solución para los pecados viene por medio del perdón. Sin embargo, la solución al pecado viene cuando ya no estamos bajo su poder y no tenemos nada que ver con él. Los pecados tienen que ver con nuestras acciones y se cometen uno por uno. Esa es la razón por la cual necesitan ser perdonados. Pero el pecado está dentro de nosotros, y nosotros necesitamos ser liberados de él.
Por lo tanto, la Biblia nunca dice “perdón de pecado” sino “perdón de pecados”. La Biblia tampoco habla de ser “liberado de los pecados”. Yo le puedo asegurar que la Biblia no dice eso. Más bien la Biblia dice que somos “liberados del pecado”, no de los pecados. De lo único que necesitamos escapar y ser liberados es aquello que nos tienta y nos obliga a cometer pecados. Esta distinción está clara en la Biblia.

Yo puedo comparar los dos de la siguiente manera:

Según las Escrituras, se dice que el pecado está en la carne; mientras que los pecados están en nuestra conducta.
El pecado es un principio en nosotros; es un principio de la vida que tenemos. Los pecados son actos cometidos por nosotros; son actos en nuestro vivir.
El pecado es una ley en nuestros miembros. Los pecados son transgresiones que cometemos; son actividades y hechos reales.
El pecado es lo que somos; los pecados son lo que hacemos.
El pecado está en la esfera de nuestra vida; los pecados están en la esfera de la conciencia.
El pecado está relacionado con el poder de la vida que poseemos; los pecados están relacionados con el poder de la conciencia. Una persona es gobernada por el pecado en su vida natural, pero está condenada en su conciencia por los pecados cometidos exteriormente.
El pecado es considerado como una sola entidad; los pecados son considerados caso por caso.
El pecado está dentro del hombre; los pecados están ante Dios.
Del pecado debemos ser liberados; de los pecados debemos ser perdonados.
El pecado está relacionado a la santificación; los pecados están relacionados a la justificación.
En cuanto al pecado uno tiene que vencer; en cuanto a los pecados uno debe tener paz en el corazón.
El pecado está en la naturaleza del hombre; los pecados están en la conducta del hombre.
Figurativamente hablando, el pecado es como un árbol y los pecados son como el fruto del árbol.

Podemos dejar claro este asunto con una simple ilustración. Al predicar el evangelio, a menudo comparamos al pecador con un deudor. Todos nos damos cuenta de que ser un deudor no es algo placentero. Pero debemos recordar que hay una gran diferencia entre el hombre que tenga deudas y el que tenga la disposición de incurrir en deudas. Una persona que pide prestado una y otra vez no le importa mucho usar el dinero de otro. La Biblia dice que los cristianos no deberían ser deudores (Ro. 13:8); no deberían pedir prestado de otros. Una persona predispuesta a pedir prestado puede llegar a pedir doscientos o trecientos dólares a alguien hoy, luego otros dos mil o tres mil dólares de algún otro mañana. Aun si él es incapaz de pagar sus deudas, y sus parientes o amigos tienen que pagar por él, después de unos días va a empezar a pensar en pedir prestado otra vez. Esto muestra que pedir prestado es una cosa, pero tener una disposición a pedir prestado es otra. Los pecados que la Biblia describe son como las deudas exteriores, mientras que el pecado es como el hábito y la disposición interiores; es como la mente inclinada a pedir prestado fácilmente. Una persona con tal mentalidad no se detendrá de pedir prestado sólo porque alguien haya pagado su deuda. Por el contrario, puede llegar a pedir más porque hay otros que pagan sus deudas.
Por esta razón Dios trata no sólo con el registro de pecados, sino también con la inclinación al pecado. Podemos ver que es importante tratar con los pecados, e igualmente importante es tratar con el pecado. Sólo cuando vemos ambos aspectos nuestro entendimiento acerca de la salvación está completo.
Watchman Nee
¡Jesús es el Señor!
Continua…