La Devoción en Ayuno y Oración: Más Allá del Ritual

laralonso1985

Miembro senior
20 Julio 2025
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La oración y el ayuno son dos prácticas esenciales para intensificar la relación del cristiano con Dios. El ayuno es la abstención voluntaria de alimento físico con propósitos espirituales, buscando deliberadamente dar prioridad a la comunión con el Señor y alimentar el espíritu.

Búsqueda y enfoque espiritual

El ayuno nace de una profunda necesidad y absoluta dependencia del Señor. En momentos críticos, ayuda a enfocar la oración y darle una determinación especial, convirtiendo el hambre física en un clamor espiritual.
La Biblia presenta el ayuno como un espacio dedicado a la oración, a la búsqueda de la voluntad de Dios y a la confesión de pecados.

  • “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno” Marcos 9:29.
  • “Volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza” Daniel 9:3.
  • La iglesia primitiva ayunaba mientras adoraba y buscaba dirección divina para la obra, como cuando el Espíritu Santo apartó a Saulo y Bernabé.

El ayuno secreto y la actitud correcta

La motivación principal del ayuno debe ser acercarse a Dios, expresarle amor y sumisión, no impresionar a nadie ni usarlo como moneda espiritual de cambio. Jesús denunció el ayuno hipócrita, hecho solo para ser vistos por los hombres.

  • “Cuando ustedes ayunen, no se hagan los tristes, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para mostrar a los hombres que ayunan” Mateo 6:16.
  • La devoción auténtica es un acto secreto entre la persona y Dios; por eso se ordena: “Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lávate la cara, de modo que no muestres a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto” Mateo 6:17-18.
    Para que el ayuno sea recompensado, debe ser un acto de humildad, quebranto y sacrificio sincero ante Dios.

El ayuno que agrada a Dios: justicia y misericordia

El formalismo religioso sin transformación ética es “vana religión”. El ayuno que agrada a Dios integra la abstinencia física con la justicia social y la misericordia práctica.
El ayuno bíblico no se queda en el plato vacío, sino que se extiende a las manos abiertas hacia el prójimo.

  • “¿No es este el ayuno que yo escogí: desatar las ligaduras de impiedad, soltar las coyundas del yugo, dejar ir libres a los oprimidos, y romper todo yugo?” Isaías 58:6.
  • El ayuno auténtico implica “compartir tu pan con el hambriento, y recibir en casa a los pobres sin hogar; cuando veas al desnudo, cúbrelo” Isaías 58:7.
    Cuando un acto religioso es técnicamente correcto (se ayuna, se ora, se asiste al culto), pero moralmente nulo (no hay justicia, ni misericordia, ni compasión), Dios lo rechaza. La práctica concreta de la justicia se convierte entonces en un camino de encuentro con Dios, fuente de toda rectitud.

Una anécdota que confronta

En una iglesia local, a inicios de año, se convocó a 21 días de ayuno congregacional. El templo se llenó, se publicaron fotos de platos vacíos y versículos en redes sociales, y muchos hablaban emocionados de “buscar más de Dios”.
Sin embargo, a pocas cuadras del templo, una familia de la misma congregación pasaba por necesidad económica severa: la despensa estaba casi vacía, las cuentas atrasadas y la preocupación por los hijos los desvelaba cada noche. Nadie de la iglesia lo sabía, porque ellos no se atrevían a contar su situación, y la comunidad tampoco se preocupaba por preguntar más allá del “Dios te bendiga” de los domingos.
Un hermano, movido en oración durante el ayuno, sintió la inquietud de llamar a esa familia y visitarla. Al llegar, se dio cuenta de la necesidad real que afrontaban, y sin hacer ruido, organizó con algunos líderes una ofrenda de alimentos y una ayuda económica discreta, sin fotos ni publicaciones.
Ese mismo fin de semana, mientras la iglesia terminaba sus 21 días de ayuno, esa familia testificaba en lágrimas que, en el momento justo, Dios había respondido. El ayuno dejó de ser solo un ejercicio espiritual interno para convertirse en una expresión visible de la justicia y la misericordia de Dios. En ese gesto silencioso, la congregación vivió, quizá sin darse cuenta, el Isaías 58: no solo dejaron de comer, sino que compartieron el pan.


Preguntas para la Iglesia

  1. Si la crítica profética rechaza la piedad que ignora al desnudo y al hambriento, Isaías 58:6-8, ¿cómo puede la Iglesia hoy asegurar que su devoción vertical (oración y ayuno) se traduzca en una redistribución real de recursos hacia los vulnerables, en lugar de coexistir cómodamente con la injusticia sistémica?

  2. Jesús nos enseñó a ayudar en secreto para ser recompensados por el Padre, Mateo 6:18, mientras que Isaías afirma que, cuando el ayuno es auténtico, “tu luz despuntará como la aurora” Isaías 58:8. ¿Cómo equilibramos la discreción personal con el llamado bíblico a que la justicia brille públicamente para que la gloria del Señor sea nuestra retaguardia?