La Destrucción Repentina Ha Llegado...

Sterling

Miembro senior
20 Septiembre 2023
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1 Tes. 5:1 al 3 Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.
Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche;

que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.

Y es que gracias (o desafortunadamente) al eclipse de sol, esta palabra cobró vida, y se fue en contra de nuestros malos elementos, malos siervos que se dijeron ser cristianos como nosotros pero que no tenían obras, ni tan siquiera una. Estaban más esteriles que el vientre de Daniela Romo.

Las palabras "paz" y "seguridad" no es una fórmula ni un conjuro para que estos hombres se auto-destruyan, pues Dios no es un mago ni un hechicero para pedir palabras mágicas que logren éste su justo propósito.

No, todo lo que estos siervos del mal necesitan hacer, es lo que yo mismo dejé de estar diciendo por algún tiempo.

Yo abandoné a sabiendas la iglesia, y en esos días que no estuve yendo me ahorré la molestia de repetir lo que de común acuerdo en las iglesias se dice, ejemplo:

• Dios lo bendiga
• El Señor te reprenda
• Dios es amor y fuego consumidor
• Paz de Cristo
• Basura del diablo
• Luchas y pruebas
• Carta de Pablo
• Bendiciones.

Hoy sigo en la iglesia, porque ya la semana setenta transcurre en la mitad, esperando por el reposo para el domingo que es nuestro Sabbath y no fui y volví a la iglesia para agradar al Padre porque la iglesia, lo quiera o no, está en el mundo (y algunas otras con el mundo) y todo lo del mundo es contrario a mi.

Juan 2:15 al 17 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.

Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos,
y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.


Todo lo que necesita hoy en día un mal cristiano para que pase y se quede loco es recordar palabras de nuestro argot eclesiástico,
y si es que las dice pero sigue igual de contumaz e intemperante, pues se habrá "echado la soga al cuello... él solito y por sus mismos reprobables actos.