Hasta ahora hemos tratado con un espectro de imperios, comenzando con Babilonia y terminando con el reino de Dios. Notamos que, de los cinco reinos revelados, sólo tres fueron consignados por sus nombres. (Daniel 5:28;30-31; Daniel 8:20-21.) El único que no fue nombrado fue Roma, tanto en sus etapas pagana como papal, aun cuando en la mayoría de las profecías se dedicaba más tiempo para describir a Roma que a cualquier otro reino. Aunque Roma misma no ha sido identificada por nombre en el Antiguo Testamento, su existencia y poder dominaron el Nuevo Testamento. Los evangelios, el libro de los Hechos, las epístolas, todos ellos se desenvolvieron en un ambiente romano. Daniel menciona por nombre a Babilonia, Medo-Persia, Grecia y el Reino final de Dios, mientras que a Roma no se le nombra. Esto es, porque la cuarta bestia no sería solamente la Roma pagana, sino también el poder papal que absorvió todas sus doctrinas y existiría hasta el fin del tiempo, mucho después de la división y la caída del imperio romano. Por eso el mismo Pablo en 2 Tesalonicenses 2, no identifica al cuerno pequeño como la Roma pagana de su época, sino, como el hombre de pecado que vendría después, o sea, el cuerno con ojos como de hombre de Daniel y más bien le llama, el hijo de perdición (sabía que saldría del ministerio de la iglesia como lo hizo Judas a quien Jesús le dió ese título en Juan 17:12.) El mismo Juan apoya esta interpretación señalando al anticristo hacia el futuro igual que lo hizo Pablo y no como la Roma de su época. [ 1 Juan 2:18-19 ]) El Nuevo Testamento abiertamente nombra a Roma, el poder que surge después de Grecia y domina el mundo durante el tiempo de Cristo y después de él. (Mateo 22:17; Lucas 2:1; 3:1; Juan 11:48; Hechos 25:21. ¿Qué imperio está descrito como el poder dominante? En el contexto de la destrucción de Jerusalén por parte de los romanos, Jesús vinculó al Imperio Romano con el libro de Daniel. Por lo tanto, Jesús no solo señaló a Roma sino también situó en el contexto mismo la profecía de Daniel. Una frase ligada a "la abominación desoladora" mencionada por Cristo hacia un tiempo futuro a su ministerio mesiánico (Mateo 24:15) aparece también tres veces en el libro de Daniel. Esta referencia de Cristo hacia el cuerno pequeño de Daniel es la correcta. (Daniel 9:27; 11:31; 12:11.) De este modo, Jesús vinculó el Imperio Romano con Daniel, haciendo aún más obvio que Roma es el gran poder que surge en Daniel capítulos 2, 7 y 8 después de Grecia, y permanece hasta "el fin". Daniel no detalla el nombre del cuarto imperio porque este no sería solo la Roma pagana, sino también la papal que persiguió al pueblo de Dios y pensó en cambiar los tiempos y la ley. (Daniel 7:25.) La semana de la creación y su orden divino ha sido alterada por este poder religioso, el mundo se mueve por la obra de los 6 días de la creación, desterrando al Creador del Séptimo día. Por eso el cómputo fue dado por el ángel con la expresión: "tardes y mañanas" del Génesis. (Daniel 8:14; Génesis 1.) Lo hizo así para recordarnos que este Dios Creador es el mismo Autor de la profecía y de todas las cosas. (Apocalipsis 14:6-7; Génesis 2:1-3; Exodo 20:8-11; Juan 1:1-3.) Así mismo es dado el cómputo del capítulo 9 de Daniel con la expresión "semanas" para volver a referir al Dios de la semana de la creación, el Dios del Sábado. Por eso Apocalipsis 13:17-18 dice que la marca de la bestia es "número de hombre" porque el reino de Satanás se basa solo hasta la obra del sexto día, quitando al Dios del Séptimo día. Toda la obra del reino del diablo se apoya en un triple poder satánico y humanista terrenal, por eso es 6 6 6 (Apocalipsis 16:13-14; Mateo 16:23; Mateo 12:25-26; Apocalipsis 16:19.) Aunque no nombra a Roma, el Nuevo Testamento sí lo hace. Por esa razón, siguiendo la concepción protestante fundamental de que la Biblia es su propio intérprete, encotramos identificados en la Biblia los cuatro imperios descritos en Daniel y al final, el surgimiento y poder del cuerno papal, mencionado hacia el futuro por Jesús y los apóstoles.