La crucifixión

9 Abril 2004
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www.yosoy.us
La crucifixión

Pbro. Roberto Visier
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Decíamos la semana pasada que la crucifixión era el mayor suplicio inventado por la antigüedad para atormentar a un condenado. Detenernos a describir cuáles eran los sufrimientos de un crucificado no es un ejercicio de masoquismo. Al igual que la película de Mel Gibson sobre la Pasión, lo que pretendemos es comprender más profundamente lo que Jesús abrazó por nuestra salvación. El sentido de la muerte redentora de Cristo es pagar el precio de toda la maldad de todos los hombres de todos los tiempos. “El castigo que nos debía traer <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:eek:ffice:smarttags" /><st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">la paz</st1:place></st1:City> cayó sobre él, y por sus heridas hemos sido curados” (Is. 53,5). “No hemos sido comprados con oro o plata, sino al precio de la Sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha” (I Pe. 1,18-19). Éste es <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">el centro</st1:place></st1:City> de la fe cristiana. Pasear la mirada por la Pasión de Cristo de un modo superficial y conformándonos con un sentimiento de compasión, sería olvidar la esencia más íntima de la fe cristiana. No hay mayor estímulo para tomar una opción clara y decidida por Jesús que la que movió a <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">San Pablo</st1:place></st1:City> a escribir: “Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí” (Gál. 2,20).

Los romanos aplicaron durante siglos este castigo, también usado por los egipcios y los persas. El Imperio Romano sólo lo aplicaba a los esclavos y criminales y nunca podía ser padecido por un ciudadano romano, fuese cual fuese el delito cometido. Consistía en clavar al reo a dos maderos en forma de cruz. Está fuera de toda veracidad histórica y totalmente alejado de la tradición cristiana el pretender, no se sabe con qué fundamento, que Jesús fue clavado en un solo palo vertical. No deja de ser un detalle de no demasiada importancia que parece fruto de una especie de espíritu de contradicción que pretende contradecir en todo a la Iglesia Católica, hasta en eso. La palabra cruz y el verbo crucificar aparece multitud de veces en la escritura; si no son dos palos cruzados ya no sería una cruz.

Parece ser que era costumbre azotar al reo antes, e incluso que fuera él mismo el que cargase con la cruz, o al menos con el palo transversal. El hecho de que la tradición represente a Jesús llevando la cruz con los dos palos puede ser porque no estaba prevista su crucifixión y en el lugar de la ejecución sólo había dos palos preparados, para los criminales que fueron ejecutados con él. También puede ser que los romanos quisieran cargar con mayor peso al que se proclamaba rey de los judíos.

Se han hecho estudios clínicos sobre el sufrimiento <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> crucificado. Las causas <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> sufrimiento eran múltiples y se hacían más insoportables por el hecho de que podían prolongarse durante muchas horas e incluso varios días. El primer tormento era el ser atravesado por los clavos. Estudios recientes y la observación científica de la Sábana Santa de Turín, de la que hablaremos próximamente, han determinado que los clavos no atravesarían la palma de la mano, pues el peso del cuerpo haría que se desgarrara, sino que penetraba, con un dolor espantoso, abriéndose paso entre los huecos de la muñeca y así quedaba sujetando firmemente el cuerpo. Una vez que la cruz era levantada, la tensión sobre los brazos y las piernas producía intensísimos calambres que agarrotaban los músculos, produciendo dolores insoportables. Otro defecto era la asfixia, pues el cuerpo suspendido en el aire produce una opresión en los pulmones que dificulta la respiración. El reo tenía que hacer grandes esfuerzos para, apoyándose en el clavo de los pies, incorporarse levemente para respirar mejor, pues el agobio de la asfixia es desesperante. La abundante pérdida de sangre, agravada por la flagelación, produce una sed enorme que puede ser también aumentada por el hecho de que el condenado sea atacado por una fiebre muy alta. Debido a que no eran afectados los órganos vitales, el tormento podía, <st1:City w:st="on">como</st1:City> hemos dicho, prolongarse hasta tres días, por lo que la tortura era aumentada por el Sol, si era tiempo de calor, o por el frío, dada la total desnudez <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> condenado.

Se puede afirmar que el crucificado moría literalmente de dolor. Los músculos tetanizados eran un tormento tan terrible que podían producir un paro cardiaco. Es posible también que el reo, extenuado por el continuo esfuerzo de incorporarse para tomar aire, abandonase finalmente la lucha y se fuera asfixiando muy lentamente, produciéndose una insuficiencia respiratoria severa y mortal. El hecho de que Jesús sólo tardase tres horas en morir indica hasta qué punto fueron crueles la flagelación y todo el maltrato sufrido antes de ser crucificado. <st1:place w:st="on">Para</st1:place> no prolongar tanto la ejecución se solía quebrar las piernas de los ajusticiados, pues eso les producía una asfixia inmediata.

Finalmente, al hablar de la crucifixión de Jesucristo no se puede en ninguna manera olvidar el sufrimiento interior de su corazón. Recordemos que ya en el Huerto de los Olivos en la madrugada <st1:State w:st="on"><st1:place w:st="on">del</st1:place></st1:State> viernes manifestó a sus discípulos que se moría de tristeza (Mc. 14,34). También en ese momento sudó sangre, según el relato de Lucas, lo que los médicos explican hoy <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">como</st1:place></st1:City> fruto de una tensión nerviosa desmesurada. El grito de “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” no expresa, según la teología católica, un estado de desesperación que contradeciría la entereza demostrada en otras palabras de Jesús en la Cruz, <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">como</st1:place></st1:City>: “Padre, perdónalos”, o las últimas: “A tus manos encomiendo mi espíritu”. Se trata de un tormento interior sumamente misterioso, por el cual Jesús, sumido en una oscuridad interior infernal, experimenta todas las consecuencias <st1:State w:st="on">del</st1:State> pecado: amargura, remordimiento, alejamiento de Dios, <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">soledad</st1:place></st1:City>, etc. Es todo el peso <st1:State w:st="on">del</st1:State> dolor y <st1:State w:st="on">del</st1:State> pecado de la humanidad en su cuerpo y en su <st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">alma</st1:place></st1:City>

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<st1:City w:st="on"><st1:place w:st="on">http://www.el-carabobeno.com/p_pag_opn.asp?id=o100404-01</st1:place></st1:City>
 
Re: La crucifixión

La Resurreción


La Resurrección de Jesús es el hecho fundamental de nuestra Fe cristiana.

Jesús fue categórico cuando repetidas veces, según nos consta en los Evangelios, anunció que El tenía que morir crucificado para cumplir así su misión de redimirnos del pecado. Pero que al tercer día El resucitaría, para nunca más morir.

San Pablo nos dice, en la forma más categórica, lo siguiente:

“Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra predicación ya no tiene sentido y ya no queda nada de lo que creen ustedes. Y, como consecuencia, nosotros somos falsos testigos de Dios, puesto que hemos afirmado de parte de Dios que El resucitó a Cristo, siendo que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, ustedes no pueden esperar nada de la Fe que practican y siguen con sus pecados.

Y también los que entraron en el descanso junto con Cristo, están perdidos.

Y si esperamos en Cristo sólo para vivir esta vida, somos los más infelices de todos los hombres. Pero, ¡no! Cristo resucitó de entre los muertos y resucitó como primer fruto ofrecido a Dios, el primero de los que mueren.

Aquellos de mis lectores que deseen informarse mejor de los argumentos que esgrime San Pablo para demostrar la veracidad de la Resurrección de Jesús, me permito recomendarles que lean, con calma y atención, el capítulo 15 de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios.

Durante todo este Tiempo Pascual que durará seis semanas y concluirá con la Fiesta de la Ascensión de Jesús a los Cielos, todos los Domingos nos enteraremos en la lectura del Evangelio de la Santa Misa, sobre todo lo que hizo Jesús una vez Resucitado para reagrupar de nuevo a sus Apóstoles y devolverles la Fe en El, Fe que había sufrido un fuerte descalabro cuando los enemigos de Jesús, guiados por Judas, el Traidor, lo fueron a buscar al Huerto de los Olivos para crucificarlo, San Pablo, en su carta a los Colosenses, nos hace esta acertadísima exhortación:

-”Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios Padre; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra”.

Cuando Jesús se aparecía a sus Apóstoles y a sus Discípulos, los saludaba así:

-”La Paz esté con ustedes”

Concluyamos esta Semana Santa, haciendo nuestro el saludo pascual de Jesús:

“Que la Paz del Señor esté con nosotros, con nuestras Familias, con Venezuela!

¡Que Jesús Resucitado nos conceda el don de comprender que esa Paz que nos ofrece El, solo será nuestra, cuando la busquemos -todos, sin excepción- por el único camino posible: el camino de la “auténtica” Justicia Social!




Una Luz en el Sendero
Domingo De Resurreción


La Resurrección de Jesús es el hecho fundamental de nuestra Fe cristiana.

Jesús fue categórico cuando repetidas veces, según nos consta en los Evangelios, anunció que El tenía que morir crucificado para cumplir así su misión de redimirnos del pecado. Pero que al tercer día El resucitaría, para nunca más morir.

San Pablo nos dice, en la forma más categórica, lo siguiente:

“Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra predicación ya no tiene sentido y ya no queda nada de lo que creen ustedes. Y, como consecuencia, nosotros somos falsos testigos de Dios, puesto que hemos afirmado de parte de Dios que El resucitó a Cristo, siendo que no lo resucitó, si es cierto que los muertos no resucitan.

Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, ustedes no pueden esperar nada de la Fe que practican y siguen con sus pecados.

Y también los que entraron en el descanso junto con Cristo, están perdidos.

Y si esperamos en Cristo sólo para vivir esta vida, somos los más infelices de todos los hombres. Pero, ¡no! Cristo resucitó de entre los muertos y resucitó como primer fruto ofrecido a Dios, el primero de los que mueren.

Aquellos de mis lectores que deseen informarse mejor de los argumentos que esgrime San Pablo para demostrar la veracidad de la Resurrección de Jesús, me permito recomendarles que lean, con calma y atención, el capítulo 15 de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios.

Durante todo este Tiempo Pascual que durará seis semanas y concluirá con la Fiesta de la Ascensión de Jesús a los Cielos, todos los Domingos nos enteraremos en la lectura del Evangelio de la Santa Misa, sobre todo lo que hizo Jesús una vez Resucitado para reagrupar de nuevo a sus Apóstoles y devolverles la Fe en El, Fe que había sufrido un fuerte descalabro cuando los enemigos de Jesús, guiados por Judas, el Traidor, lo fueron a buscar al Huerto de los Olivos para crucificarlo, San Pablo, en su carta a los Colosenses, nos hace esta acertadísima exhortación:

-”Hermanos: Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios Padre; aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra”.

Cuando Jesús se aparecía a sus Apóstoles y a sus Discípulos, los saludaba así:

-”La Paz esté con ustedes”

Concluyamos esta Semana Santa, haciendo nuestro el saludo pascual de Jesús:

“Que la Paz del Señor esté con nosotros, con nuestras Familias, con Venezuela!

¡Que Jesús Resucitado nos conceda el don de comprender que esa Paz que nos ofrece El, solo será nuestra, cuando la busquemos -todos, sin excepción- por el único camino posible: el camino de la “auténtica” Justicia Social!






Padre Rivolta
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