La palabra me esnseña que la sentencia para la carne departe de Dios es muerte. Eclesiastés me dice que el cuerpo debe volver al polvo o a la tierra de donde fue tomado. Sea en carne o en cenizas, es indiferente. La materia de que está compuesta la carne, no se destruye, simplemente cambia de forma, como todo elemento molecular del universo. Por lo que creo que no es antibíblico el cremar, enterrar o embalsamar, al fin y al cabo esa parte de nuestro ser, no logrará la eternidad jamás.
Greivin.