http://www.icp-e.org/claves.htm
<CENTER>La ciudad de Dios
Wenceslao Calvo
‘Por la fe (Abraham) habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.’ (Hebreos 11:9-10) </CENTER>
El próximo 20 de junio se celebrará una cumbre europea en Atenas en la que se presentará el texto del Preámbulo del Tratado por el que se instituye la Constitución de la Unión Europea. Actualmente hay un borrador elaborado que se está debatiendo, aunque la palabra final la tendrán los jefes de Gobierno y de Estado convocados para la mencionada cumbre. El Preámbulo es una declaración de principios en la que se exponen de forma resumida las raíces, valores y propósitos de los pueblos que componen Europa, pero el párrafo que está levantando polémica es el segundo que literalmente dice así: ‘Inspirándose en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que –alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana, marcadas por el impulso espiritual que la ha venido alentando y sigue presente en su patrimonio, y, más tarde, por las corrientes filosóficas de la Ilustración- han implantado en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto al Derecho.’
En este texto hay dos tipos de reconocimientos a las corrientes que han conformado Europa: uno global y otro particular. El reconocimiento global está contenido en la frase ‘las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa’, pero sin especificar nada más. Los reconocimientos particulares se explicitan en tres aportaciones: la griega, la romana y la de la Ilustración. Es evidente que al mencionar por nombre estas tres corrientes se las distingue de manera especial como siendo factores más determinantes en la formación de Europa que otros. Ahora bien, la pregunta que se plantea cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de Historia es la siguiente: ¿No ha jugado el cristianismo un papel relevante en la formación de Europa, similar, por lo menos, al que significaron Grecia, Roma y la Ilustración? ¿Cómo se puede dar ese salto mortal de más de 1.500 años escamoteando la aportación cristiana o sumiéndola en una ambigua frase: ‘las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa’? ¿Ha sido la aportación de los cristianos de la misma trascendencia que, pongamos un ejemplo, la de los druidas, para envolverlas a las dos, junto con muchas otras, en la frase anterior? ¿La Cruz no es comparable en influencia a la Enciclopedia? ¿Qué espíritu hay detrás de este Preámbulo donde la evidencia se niega, la verdad se nubla y la equidad sale coja? ¿Es mezquindad, es cobardía o es vergüenza? ¿O son las tres cosas al mismo tiempo? Porque no puede ser olvido ni ignorancia. De nuevo la Historia es manipulada para determinados intereses y beneficios. ¡Pobre Historia! Violada, ultrajada, mutilada y despedazada por unos y por otros. Es la dama usada y abusada por dictaduras y democracias, por militaristas y pacifistas, por religiosos y laicos. El estandarte hecho jirones que cada cual presenta para justificar sus prejuicios (juicios hechos por anticipado).
Es cierto que los cristianos hemos sido responsables de algunas de las barbaries cometidas en o desde Europa: Cristianos fueron los protagonistas de las Cruzadas, cristianos los que establecieron la Inquisición, cristianos los que arrasaron los ghettos judíos, cristianos los que se enzarzaron entre sí en sangrientas guerras de religión. Pero también fueron cristianos los custodios del conocimiento y del saber, cristianos los que tras el derrumbe del Imperio Romano tomaron la antorcha de la civilización, cristianos los que alumbraron (¡mal que le pese a los humanistas!) la primera democracia europea de los tiempos modernos (la inglesa), cristianos los que impulsaron medidas para mejorar las condiciones sociales en la Revolución Industrial. Por otro lado, que nadie piense que la Ilustración es un virgen inmaculada, pues al lado de su tolerancia hacia otras ideas ideó la guillotina para cortar cabezas.
No es un Preámbulo justo el que nos han preparado los padres de la Constitución de la Unión Europea. Como europeos es cierto que tenemos un pasado de paganismo (griego y romano) y de racionalismo (Ilustración), pero también algo más y ese algo más es el cristianismo, el evangelio, aunque a algunos no quieran reconocerlo. Por estas, y otras razones, no creo que lo que se está diseñando en Europa sea un proyecto con el que los cristianos podamos sentirnos identificados. De hecho, no parece que haya proyecto humano capaz de colmar las aspiraciones cristianas, de manera que, usando en otro sentido la frase de Nietzsche, podemos decir: ‘Humano, demasiado humano.’
Solamente hay un proyecto que puede satisfacer el anhelo cristiano y es el que se menciona en el texto bíblico arriba citado. Allí aparece uno provisional al que los patriarcas no consideran como propio; es terrenal y es temporal. Se sienten extraños al mismo ¡Y eso que era algo prometido por Dios!. Pero ellos sabían que aquello no era más que la sombra de la verdadera realidad. Esa realidad tiene dos componentes que la hacen única:
1. Su Autor. Me gustan esas dos palabras: Arquitecto y constructor. El arquitecto es el que tiene la idea, el que dibuja los planos, es decir, el teórico del asunto; el constructor es el que lleva la idea a cabo, el que la ejecuta, es decir, el albañil. Pues bien, Dios es el teórico y el ejecutor del plan. En otras palabras, no queda sitio para que los hombres introduzcan, añadan, modifiquen, suplanten ni hagan enmiendas a la idea original.
2. Su permanencia. Pues tiene fundamentos, es decir, que tiene asegurada su estabilidad.
La Unión Europea es un proyecto de hombres y por consiguiente sus fundamentos son débiles, tanto como lo es el ser humano. Por eso es un proyecto destinado a pasar. ¡Que andemos en los pasos de otros que nos precedieron y no se conformaron con ciudadanías de segunda categoría! ¡Que aspiremos a la ciudadanía superior!.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)
<CENTER>La ciudad de Dios
Wenceslao Calvo
‘Por la fe (Abraham) habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.’ (Hebreos 11:9-10) </CENTER>
El próximo 20 de junio se celebrará una cumbre europea en Atenas en la que se presentará el texto del Preámbulo del Tratado por el que se instituye la Constitución de la Unión Europea. Actualmente hay un borrador elaborado que se está debatiendo, aunque la palabra final la tendrán los jefes de Gobierno y de Estado convocados para la mencionada cumbre. El Preámbulo es una declaración de principios en la que se exponen de forma resumida las raíces, valores y propósitos de los pueblos que componen Europa, pero el párrafo que está levantando polémica es el segundo que literalmente dice así: ‘Inspirándose en las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa, que –alimentadas inicialmente por las civilizaciones griega y romana, marcadas por el impulso espiritual que la ha venido alentando y sigue presente en su patrimonio, y, más tarde, por las corrientes filosóficas de la Ilustración- han implantado en la vida de la sociedad su visión del valor primordial de la persona y de sus derechos inviolables e inalienables, así como del respeto al Derecho.’
En este texto hay dos tipos de reconocimientos a las corrientes que han conformado Europa: uno global y otro particular. El reconocimiento global está contenido en la frase ‘las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa’, pero sin especificar nada más. Los reconocimientos particulares se explicitan en tres aportaciones: la griega, la romana y la de la Ilustración. Es evidente que al mencionar por nombre estas tres corrientes se las distingue de manera especial como siendo factores más determinantes en la formación de Europa que otros. Ahora bien, la pregunta que se plantea cualquiera que tenga un mínimo de conocimiento de Historia es la siguiente: ¿No ha jugado el cristianismo un papel relevante en la formación de Europa, similar, por lo menos, al que significaron Grecia, Roma y la Ilustración? ¿Cómo se puede dar ese salto mortal de más de 1.500 años escamoteando la aportación cristiana o sumiéndola en una ambigua frase: ‘las herencias culturales, religiosas y humanistas de Europa’? ¿Ha sido la aportación de los cristianos de la misma trascendencia que, pongamos un ejemplo, la de los druidas, para envolverlas a las dos, junto con muchas otras, en la frase anterior? ¿La Cruz no es comparable en influencia a la Enciclopedia? ¿Qué espíritu hay detrás de este Preámbulo donde la evidencia se niega, la verdad se nubla y la equidad sale coja? ¿Es mezquindad, es cobardía o es vergüenza? ¿O son las tres cosas al mismo tiempo? Porque no puede ser olvido ni ignorancia. De nuevo la Historia es manipulada para determinados intereses y beneficios. ¡Pobre Historia! Violada, ultrajada, mutilada y despedazada por unos y por otros. Es la dama usada y abusada por dictaduras y democracias, por militaristas y pacifistas, por religiosos y laicos. El estandarte hecho jirones que cada cual presenta para justificar sus prejuicios (juicios hechos por anticipado).
Es cierto que los cristianos hemos sido responsables de algunas de las barbaries cometidas en o desde Europa: Cristianos fueron los protagonistas de las Cruzadas, cristianos los que establecieron la Inquisición, cristianos los que arrasaron los ghettos judíos, cristianos los que se enzarzaron entre sí en sangrientas guerras de religión. Pero también fueron cristianos los custodios del conocimiento y del saber, cristianos los que tras el derrumbe del Imperio Romano tomaron la antorcha de la civilización, cristianos los que alumbraron (¡mal que le pese a los humanistas!) la primera democracia europea de los tiempos modernos (la inglesa), cristianos los que impulsaron medidas para mejorar las condiciones sociales en la Revolución Industrial. Por otro lado, que nadie piense que la Ilustración es un virgen inmaculada, pues al lado de su tolerancia hacia otras ideas ideó la guillotina para cortar cabezas.
No es un Preámbulo justo el que nos han preparado los padres de la Constitución de la Unión Europea. Como europeos es cierto que tenemos un pasado de paganismo (griego y romano) y de racionalismo (Ilustración), pero también algo más y ese algo más es el cristianismo, el evangelio, aunque a algunos no quieran reconocerlo. Por estas, y otras razones, no creo que lo que se está diseñando en Europa sea un proyecto con el que los cristianos podamos sentirnos identificados. De hecho, no parece que haya proyecto humano capaz de colmar las aspiraciones cristianas, de manera que, usando en otro sentido la frase de Nietzsche, podemos decir: ‘Humano, demasiado humano.’
Solamente hay un proyecto que puede satisfacer el anhelo cristiano y es el que se menciona en el texto bíblico arriba citado. Allí aparece uno provisional al que los patriarcas no consideran como propio; es terrenal y es temporal. Se sienten extraños al mismo ¡Y eso que era algo prometido por Dios!. Pero ellos sabían que aquello no era más que la sombra de la verdadera realidad. Esa realidad tiene dos componentes que la hacen única:
1. Su Autor. Me gustan esas dos palabras: Arquitecto y constructor. El arquitecto es el que tiene la idea, el que dibuja los planos, es decir, el teórico del asunto; el constructor es el que lleva la idea a cabo, el que la ejecuta, es decir, el albañil. Pues bien, Dios es el teórico y el ejecutor del plan. En otras palabras, no queda sitio para que los hombres introduzcan, añadan, modifiquen, suplanten ni hagan enmiendas a la idea original.
2. Su permanencia. Pues tiene fundamentos, es decir, que tiene asegurada su estabilidad.
La Unión Europea es un proyecto de hombres y por consiguiente sus fundamentos son débiles, tanto como lo es el ser humano. Por eso es un proyecto destinado a pasar. ¡Que andemos en los pasos de otros que nos precedieron y no se conformaron con ciudadanías de segunda categoría! ¡Que aspiremos a la ciudadanía superior!.
Wenceslao Calvo es conferenciante y pastor en una iglesia de Madrid.
© W. Calvo, I+CP, 2003. I+CP (www.ICP-e.org)