“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono.” — Apocalipsis 3:21
IMAGINA ESTO:La vida cristiana es como una maratón espiritual. Antes de una gran competencia, los corredores se reúnen con su entrenador para repasar la estrategia y recordar la meta. Así también, cada vez que participamos de la Cena del Señor, Jesús —nuestro Entrenador y Salvador— nos reúne para recordarnos la victoria que ya obtuvo en la cruz y la meta gloriosa que nos espera.
LA CENA: UNA PROCLAMACIÓN VIVA DEL EVANGELIO
La Cena no es solo un rito, es una predicación silenciosa que atraviesa generaciones
.Allí recordamos:
La sangre de Cristo derramada “para remisión de los pecados” (Mateo 26:28).
El cuerpo entregado por amor: “Por sus heridas hemos sido sanados” (Isaías 53:5).
UNIDAD Y HUMILDAD
En la mesa del Señor nadie llega por méritos, sino por gracia.
El pan nos recuerda que “somos muchos, pero un solo cuerpo” (1 Cor. 10:17),
y la copa nos une en el mismo pacto eterno.
CORRE MIRANDO A CRISTO
La Cena del Señor es como ese momento en la carrera donde el corredor se detiene, respira y recuerda por qué empezó a correr.
No corras solo
. Corre con tu iglesia, con la mirada fija en Jesús,el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2).
Que esta Cena sea un punto de renovación:
Renueva tu pasión por Jesús. Fortalece tu unidad con la iglesia. Y proclama con valentía el mensaje de la cruz.
ORACIÓN FINAL:
Señor Jesús, gracias por invitarme a tu mesa.
Renueva mi fe, limpia mi corazón y enséñame a correr esta carrera con tus fuerzas.
Que cada vez que tome el pan y la copa, recuerde tu amor y viva para tu gloria.
Amén.
Ahora te toca a ti:¿Qué te recordó el Espíritu Santo mientras leías este mensaje?
Escribe abajo tu reflexión o decisión personal.Y si te bendijo, ¡compártelo para inspirar a otros corredores de la fe!
¿Qué significa para ti anhelar la venida de Cristo?¿Es un deseo vivo o una costumbre dominical?
“El Espíritu y la esposa dicen: Ven” (Apoc. 22:17). Cuéntalo en los comentarios: ¿cómo te preparas para su regreso? ¿Has experimentado el poder de la sangre de Jesús limpiando tus heridas más profundas?
“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Comparte una breve experiencia de cómo Dios te ha perdonado o restaurado. ¿Vives en reconciliación con los demás?
“Ve y reconcíliate primero” (Mateo 5:23-24). ¿Hay alguien con quien necesites hacer las paces hoy? Escríbelo como propósito personal. ¿Proclamas el mensaje de la cruz con valentía cada día?
“Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). ¿Dónde puedes ser luz esta semana? Compártelo y anima a otros.