Carta del sacerdote asesinado en Turquía
Rumores de Angeles
Os escribo desde Roma, donde he pasado tres semanas antes de volver a Turquía. Han sido días muy intensos, dedicados a testimonios, encuentros, catequesis, conferencias, momentos de oración. Todo ha estado orientado a promover información y conocimientos entre Oriente Medio, visto a través de mi experiencia personal, y nuestro Occidente, según la finalidad de la «Ventana para Oriente Medio».
He encontrado por doquier interés y participación, y un sincero deseo por comprender y establecer lazos de comunión. He experimentado la importancia y la posibilidad de realizar un intercambio de dones espirituales entre estos dos mundos. Oriente Medio, gran «tierra santa», donde Dios decidió comunicarse de manera especial con el hombre, tiene sus riquezas y la capacidad, gracias a la luz que Dios ha infundido desde siempre, de iluminar nuestro mundo occidental.
Pero Oriente Medio tiene sus oscuridades, sus problemas, con frecuencia trágicos, y sus «vacíos». Necesita, por tanto, a su vez, que ese Evangelio que de allí partió vuelva a ser sembrado y que la presencia de Cristo vuelva a ser propuesta allí. Es una recíproca «reevangelización» y un enriquecimiento que los dos mundos pueden intercambiarse.
Mientras tanto [en ausencia del sacerdote, ndt.] en Trabzon, la minúscula comunidad cristiana se ha reunido cada domingo por la mañana para celebrar la liturgia de la Palabra y la iglesia se ha abierto a los visitantes musulmanes dos veces a la semana bajo la responsabilidad de una persona de confianza. Os informaré sobre cómo ha ido.
Os saludo, confiándoos estas reflexiones, y exhortándoos a poner siempre en contacto la fe con el momento presente. Que no sea una fe abstracta y genérica, sino una fe como la de aquellos primeros «inicios», que se nos ha trasmitido en el seno de generación en generación. La levadura, como dice el Evangelio, tiene una capacidad misteriosa de fermentar la masa, si se entra en contacto con ella. La masa, de todo tiempo, de todo lugar, de toda generación.
Además, Jesús decía: «Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no camina en tinieblas». Si su luz nos ilumina, no sólo iluminará toda situación, aunque sea la más trágica, sino que además nosotros, como decía Él siempre, seremos luz. La luz tenue de una vela ilumina una casa, una lámpara apagada deja todo en la oscuridad. Que Él brille en nosotros con su palabra, con su Espíritu, con la savia de sus santos. Que nuestra vida sea la cera que se consuma con total disponibilidad. Con cariño:
Padre Andrea
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Ahora es cera consumida para que la luz de Cristo brille en Turquía, país musulmán que debe ser evangelizado por mártires como él.
Le mató un joven de 16 años al grito de Alá es grande. Pero Cristo es más que Alá. Más que Mahoma. Toda rodilla se arrodillará ante Él. Aleluya
Rumores de Angeles
Os escribo desde Roma, donde he pasado tres semanas antes de volver a Turquía. Han sido días muy intensos, dedicados a testimonios, encuentros, catequesis, conferencias, momentos de oración. Todo ha estado orientado a promover información y conocimientos entre Oriente Medio, visto a través de mi experiencia personal, y nuestro Occidente, según la finalidad de la «Ventana para Oriente Medio».
He encontrado por doquier interés y participación, y un sincero deseo por comprender y establecer lazos de comunión. He experimentado la importancia y la posibilidad de realizar un intercambio de dones espirituales entre estos dos mundos. Oriente Medio, gran «tierra santa», donde Dios decidió comunicarse de manera especial con el hombre, tiene sus riquezas y la capacidad, gracias a la luz que Dios ha infundido desde siempre, de iluminar nuestro mundo occidental.
Pero Oriente Medio tiene sus oscuridades, sus problemas, con frecuencia trágicos, y sus «vacíos». Necesita, por tanto, a su vez, que ese Evangelio que de allí partió vuelva a ser sembrado y que la presencia de Cristo vuelva a ser propuesta allí. Es una recíproca «reevangelización» y un enriquecimiento que los dos mundos pueden intercambiarse.
Mientras tanto [en ausencia del sacerdote, ndt.] en Trabzon, la minúscula comunidad cristiana se ha reunido cada domingo por la mañana para celebrar la liturgia de la Palabra y la iglesia se ha abierto a los visitantes musulmanes dos veces a la semana bajo la responsabilidad de una persona de confianza. Os informaré sobre cómo ha ido.
Os saludo, confiándoos estas reflexiones, y exhortándoos a poner siempre en contacto la fe con el momento presente. Que no sea una fe abstracta y genérica, sino una fe como la de aquellos primeros «inicios», que se nos ha trasmitido en el seno de generación en generación. La levadura, como dice el Evangelio, tiene una capacidad misteriosa de fermentar la masa, si se entra en contacto con ella. La masa, de todo tiempo, de todo lugar, de toda generación.
Además, Jesús decía: «Yo soy la luz del mundo, quien me sigue no camina en tinieblas». Si su luz nos ilumina, no sólo iluminará toda situación, aunque sea la más trágica, sino que además nosotros, como decía Él siempre, seremos luz. La luz tenue de una vela ilumina una casa, una lámpara apagada deja todo en la oscuridad. Que Él brille en nosotros con su palabra, con su Espíritu, con la savia de sus santos. Que nuestra vida sea la cera que se consuma con total disponibilidad. Con cariño:
Padre Andrea
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Ahora es cera consumida para que la luz de Cristo brille en Turquía, país musulmán que debe ser evangelizado por mártires como él.
Le mató un joven de 16 años al grito de Alá es grande. Pero Cristo es más que Alá. Más que Mahoma. Toda rodilla se arrodillará ante Él. Aleluya