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La caja de las mentiras
"Porque del corazón salen los malos pensamientos.
Estas cosas son las que contaminan al hombre".
Mateo 15:19-20
Remí era un joven maestro de escuela,
apasionado por su profesión.
Era fácil comprobarlo al entrar en su clase.
En las paredes se exponían hermosos dibujos de los niños
y también ingenuos poemas escritos por ellos;
en el fondo del aula, semillas de fríjoles
brotaban sobre el musgo húmedo.
Sobre el escritorio del maestro había una caja
con la inscripción: «Buenas acciones».
Una abertura en la tapa permitía a los alumnos introducir
los relatos de lo bueno que habían hecho en la semana.
El último día se abría la caja y se leían los textos.
Al principio eran pocos.
El maestro se tranquilizaba
pensando que los niños hacían buenas acciones,
pero que no les gustaba redactarlas.
Los animó tanto que al final de una semana la caja se llenó.
Era para regocijarse: tenía una clase de niños modelos.
Sin embargo, esto era exagerado.
Mediante una pequeña encuesta el maestro comprendió
que la caja de las buenas acciones debía cambiar de nombre
y llamarse «la caja de las mentiras».
Había que quemarla.
El corazón humano es engañoso y perverso desde la niñez.
Pero, "Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros"
(Ro. 5:8).
Agreguemos que si el Señor nos da el privilegio de prestar un servicio,
lo mejor es hacerlo discretamente.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
Aguas Vivas · Chile
www.aguasvivas.cl
La caja de las mentiras
"Porque del corazón salen los malos pensamientos.
Estas cosas son las que contaminan al hombre".
Mateo 15:19-20
Remí era un joven maestro de escuela,
apasionado por su profesión.
Era fácil comprobarlo al entrar en su clase.
En las paredes se exponían hermosos dibujos de los niños
y también ingenuos poemas escritos por ellos;
en el fondo del aula, semillas de fríjoles
brotaban sobre el musgo húmedo.
Sobre el escritorio del maestro había una caja
con la inscripción: «Buenas acciones».
Una abertura en la tapa permitía a los alumnos introducir
los relatos de lo bueno que habían hecho en la semana.
El último día se abría la caja y se leían los textos.
Al principio eran pocos.
El maestro se tranquilizaba
pensando que los niños hacían buenas acciones,
pero que no les gustaba redactarlas.
Los animó tanto que al final de una semana la caja se llenó.
Era para regocijarse: tenía una clase de niños modelos.
Sin embargo, esto era exagerado.
Mediante una pequeña encuesta el maestro comprendió
que la caja de las buenas acciones debía cambiar de nombre
y llamarse «la caja de las mentiras».
Había que quemarla.
El corazón humano es engañoso y perverso desde la niñez.
Pero, "Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros"
(Ro. 5:8).
Agreguemos que si el Señor nos da el privilegio de prestar un servicio,
lo mejor es hacerlo discretamente.
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
Fraternalmente en Cristo
Mario Contreras T.
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