LA BIBLIA (PARTE 4)

Amyot

Recién registrado
21 Febrero 2024
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Acabamos de “salir” de una pandemia a duras penas y hemos observado en pleno siglo XXI sus efectos devastadores con varios millones de muertos por todo el planeta. Los primeros meses de la pandemia fueron letales ya que esta se extendió por toda la tierra a velocidad de vértigo y no hay más que recordar que en nuestro país las primeras semanas morían centenares de personas diariamente. Las autoridades estaban desbordadas y como resultado del avance imparable de la pandemia los organismos sanitarios tanto locales como internacionales trabajaron a destajo para encontrar un remedio eficaz que frenara el inexorable contagio de la población. En los centros sanitarios, hospitales y laboratorios se empezaron a experimentar diferentes vacunas en aras de reducir los efectos nocivos del famoso COVID19, claro cuando una terrible pandemia sorprende al mundo entero y siega la vida en los primeros momentos de miles de vidas es lógico y razonable que las autoridades apremien a los científicos en busca de soluciones eficaces. Por ello las primeras vacunas puestas en circulación no solo “tranquilizaron” a la población sino que en alguna medida contuvieron el avance de la enfermedad en las personas.

Es cierto que hubo rechazos por parte de varias personas a esas vacunas que produjeron efectos adversos letales en no pocos casos, pero en general con el paso del tiempo y la mejoría en la experimentación de diferentes vacunas, los resultados en general fueron positivos y a día de hoy podemos decir que la pandemia está contenida y “anestesiada”. Sin embargo no hay que lanzar las campanas al vuelo porque pudiera aparecer en cualquier momento otra pandemia, otro virus u otra enfermedad contagiosa que pusiera en peligro la vida de la gente. Bien, como hemos visto ni todos los avances científicos ni toda la tecnología actual nos salvaguardan de los peligros que nos acechan en este mundo. Somos tan vulnerables que aún en la época en que vivimos no nos es posible erradicar las peores enfermedades. La mal llamada gripe española (1918-1920) causó entre 20 y 40 millones de muertes aunque otras fuentes hablan de más de 50 millones de muertos. ¿Nos puede ayudar la Biblia en estas situaciones?. Si la Biblia proviene realmente de Dios entonces cuando habla de temas de salud debe de ser exacta y eficaz, ¿lo es? ¡SÍ! y te ruego que prestes atención a lo que viene a continuación. Según la Biblia, Dios le dio a Moisés más de 600 leyes para que su pueblo tuviera una guía segura en diferentes campos de la vida.

Pero nos vamos a centrar en esta parte 4 en el tema sanitario. En la época de Moisés si se sospechaba que alguien tenía una enfermedad contagiosa, se le ponía en cuarentena, es decir, se le aislaba durante un tiempo. Cuando se recuperaba de una enfermedad, tenía que lavar su ropa y bañarse en agua para que se le considerara “limpio” y pudiera regresar al campamento. (Levítico 14:8,9). También se ponía en cuarentena a cualquiera que tocara un cadáver. (Levítico 5:2,3; Números 19:16). Las leyes de la nación de Israel reflejaban normas de higiene y conceptos médicos que estaban muy adelantados a su tiempo. En otras naciones seguían usando normas de higiene antiguas e inservibles, ejemplo: la gente tiraba los desechos a la calle. El agua sucia, la comida podrida y otros desperdicios creaban condiciones poco higiénicas que contribuían a que hubiera más enfermedades y murieran más niños. Los médicos de la antigüedad sabían muy poco o nada de los microorganismos y gérmenes que causan las enfermedades. Los egipcios usaban “remedios” preparados con sangre de lagarto, excremento de pelícano, ratones muertos, orina y pan con moho. El excremento de humanos y animales se usaba comúnmente en los tratamientos médicos. Los egipcios de la antigüedad se enfermaban debido a los parásitos que había en las aguas contaminadas del río Nilo y de sus canales de riego, (¿os suena hoy costumbres hindúes en el río Ganges?). Además, muchos niños morían de diarrea y enfermedades parecidas causadas por alimentos en mal estado. En cambio el pueblo de Israel cuando seguía las normas de la ley de Dios se protegía de esas cosas. La pregunta lógica que surge es ¿es que acaso los israelitas eran más inteligentes que otros pueblos o más bien fue Dios que les mandó esas leyes sin ellos tener nada que ver en su elaboración?

Usemos la lógica pues. Cuando los científicos actuales descubren un “producto milagroso” sea esta una buena vacuna o un remedio eficaz contra una determinada enfermedad lo publicitan y detallan muchos datos sea en revistas científicas o publicaciones de interés general hasta dando en muchas ocasiones el nombre del científico que descubrió ese remedio. En el pasado no hace falta recordar Fleming con la penicilina o Pasteur con algunas vacunas célebres. Hoy en día pasa igual, los científicos que están en muchas ocasiones subvencionados por los propios estados, a través de los medios de comunicación, informan a la población de los últimos avances en algunos campos. En otras palabras no hay duda de la autoría de los propios científicos sobre los descubrimientos en materia de salud. Pero eso no se daba en el caso de los israelitas con relación a la ley de Dios. No hay ningún pasaje bíblico donde diga por ejemplo que la ley de Dios sobre la cuarentena sea la patente de los israelitas, más bien ellos dicen que fue Dios quién les mandaba hacer esto así o asá.

Si las leyes sobre medidas higiénicas y médicas fueran de autoría humana ellos lo habrían señalado como lo hace cualquier médico o científico del pasado o actual. Ellos habrían dicho: “bueno hemos comprobado que cuando hacemos esto u aquello da buenos resultados y si nos ponemos esto u aquello nos va bien y si no hacemos esto u aquello nos evitamos esto o lo otro”. Los israelitas no eran más listos que otros pueblos ni sabían por qué de la eficacia de poner en práctica esas medidas porque no las habían experimentado nunca, sencillamente porque esas medidas hasta incluso el día de hoy son excepcionales y la prueba es que la cuarentena sigue vigente en casos como el que hemos vivido con la pandemia. Es algo que se escapa a la inteligencia humana y que solo un Dios todopoderoso pudiera transmitir a los humanos y si no lean si lo desean pasajes como Levítico 15:4-27, Deuteronomio 23:12,13, Levítico 14:8,9, Levítico 5:2,3, Números 19:16 por solo citar unos pocos. Veréis como el relato muestra claramente que es alguien externo (Dios) y no ellos mismos los que elaboran esas normas porque eso estaría fuera del alcance de cualquier entendimiento humano. Eso es una prueba más de que la Biblia es inspirada por Dios. Pero una pregunta que va a generar mucha controversia es la siguiente: ¿Cómo se interpreta la Biblia? ¿Hay alguien que la interpreta correctamente? ¿Se puede interpretar de modo individual o no? ¿Usa Dios algún conducto para su interpretación correcta o no? ¿Se interpreta sola la Biblia o no?, etc...

Bien, eso será analizado en una próxima parte, la parte 5.... Saludos.