LA ALEGRIA DE SER ABUELOS

11 Diciembre 2007
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Siempre que en estos foros escribo algo, suelo recibir mensajes de hermanos de diferentes países, comentándome su visión sobre los temas que trato en mis trabajos, que por supuesto me producen una gran satisfacción.
Así las cosas, quiero citar con verdadera alegría, el mensaje recibido hoy que me parece un pequeño tesoro y que viene a responder en cierto modo al articulo que publiqué recientemente titulado: “Y Dios creó... a los abuelos”.
Y esto, me trae a la memoria el recuerdo de aquel viejo profesor que en una de sus magistrales lecciones de teología, nos señalaba el gran amor y la gran sinceridad con la que debíamos de ofrecer nuestros mensajes escritos para que pudieran servir de espejo a los posibles receptores, procurando que nuestro lenguaje fuese útil o al menos comprensible para todos aquellos que lo leyesen.
Así ocurre, que cuando cuento bonitas o tristes historias de buenas gentes, a veces recibo cartas de amigos que me dicen que eso que cuento, o son fábulas que yo me invento, o cosas extrañísimas que suceden tristemente muy de tarde en tarde. Porque lo normal entre los hombres suele ser el egoísmo mondo y lirondo.
Sin embargo, yo pienso que lo que quizás pueda ocurrir, es que yo como uso gafas desde hace muchos años, tal vez vea con más claridad esos gestos de bondad que desgraciadamente suelen ser poco noticiables en la prensa y por contra los asesinos, maltratadores y delincuentes son los más destacados en la prensa y en la televisión, mientras que el amor y las buenas personas en cambio son invisibles.
Que una madre maltrate a su hijo, nos enteramos todos y si cinco millones de madres se sacrifican por los suyos, nadie habla de ellas. Y así, acabamos pensando que solo existe lo que nos cuentan. Pero la realidad es que si pones en un platillo de la balanza todos los actos de egoísmo y en el otro los gestos de amor y solidaridad, el fiel con total seguridad, se inclinará hacia los segundos.
Y este es el caso de Daniel y Esperanza, dos psicólogos argentinos especializados en psicología infantil y gerontología, que llevan varios años de jubilados, y que me envían un mensaje con el que desean compartir la felicidad que han experimentado por el hecho de ser abuelos primerizos desde hace tres meses.
Y agradeciéndoselo continuamente a Dios, a pesar de su avanzada edad, se encargan a diario de cuidar a su nieto Aitor. No les importa sacrificar su tiempo libre, ni esperar a que sus hijos queden libres para disfrutar de los viajes que tanto les agradan, así como aceptar con agrado el cansancio físico que les provoca el cuidado del bebé.
Para ellos, el nieto además de ser una bendición del cielo, es un nuevo punto de apoyo para su vida, a una edad en la van perdiendo afecto además de familia y amigos a los que Dios se va llevando para su Reino, aún cuando les quede la capacidad de amar, que Dios les regala para depositarla en sus descendientes, además de rejuvenecerles sus cansados espíritus para llenarlos de nuevo de sueños e ilusiones.
Como profesionales, Daniel y Esperanza, son conscientes de la gran ventaja que para los niños supone la figura de los abuelos, pues es esencial para transmitirles sus raíces familiares desde los primeros años de vida, cuidándolos y siendo sus compañeros de juegos. Incluso ante un caso de separación o fallecimiento de alguno de sus padres, ayudando a la estabilidad emocional del niño.
No obstante entienden que ellos, nunca deben desarrollar el papel de padres sustitutos y de este modo evitar los pequeños conflictos familiares que se pueden derivar entre padres y abuelos, por las evidentes diferencias entre estilos de crianza y educación del niño.
Así mismo, también son conscientes de que el exceso de dedicación que adquieren los abuelos, es una tarea que en ocasiones puede pasarles factura su organismo, por la responsabilidad a que son sometidos y que les puede derivar a situaciones de estrés y de ansiedad con empeoramiento de su salud física y mental.
Por lo tanto entienden que es fundamental que los mayores no abandonen sus tareas esenciales para su vida, como bien pudiera ser disponer de tiempo libre para dedicarlo a sus pequeños ratos de ocio que para un matrimonio son esenciales. Todo ello naturalmente sin menosprecio al cariño casi devocional que deben hacía sus hijos y nietos y por supuesto a ese Dios que les ha bendecido enviándoles el nieto.
Por todo ello, he sentido una alegría profunda al compartir con Daniel y Esperanza, abuelos primerizos, su mensaje y la felicidad que han experimentado por la llegada de su primer nieto.
Y debo decirles que a fin de cuentas, Dios siempre es Vida y por tanto nuestra vida es hermosa para seguir viviéndola con amor y con esperanza, contemplando al mismo tiempo con entusiasmo, el gran regalo que el Cielo les envía, con la llegada del nieto.
No sé, pero me parece a mí, que cuando algunos amigos me escriben diciéndome que mis historias les llevan una ración de esperanza, yo me pregunto si estos amigos estarán tan sordos o miopes como para no percibir que tienen con total seguridad en el mundo, infinitas más razones para sentir la fe, que las que yo pudiera expresarles en estas sencillas líneas, aunque vengan envueltas en hechos reales o en reflexiones profundas.