¡Justificados! ¡ Bendito sea el Señor!

5 Octubre 2003
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Hola a todos. Como he manifestado en mensajes anteriores, expongo un texto sobre lo que creemos respecto de la Justificación que creo será de ayuda para los hermanos en la común fe en el Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por siempre jamás.

Al sólo Soberano,
Rey de reyes
Señor de señores
Al único que tiene inmortalidad
Que habita en luz inaccesible
A quien ninguno de los hombres ha visto,
ni puede ver.
Al cual sea la gloria
y el imperio sempiterno. Amén.


Un saludo, hermano Oscar

_________________
LA JUSTIFICACION



En su gracia, Dios nos perdona y, aun más, nos justifica.

Ser justificado es estar liberado de toda acusación que pudiera ser presentada contra nosotros. Es lo contrario de ser condenado, así como ser culpable es lo opuesto de ser perdonado.

La justificación, pues, libera al creyente de toda acusación y de toda sentencia que el tribunal divino debería pronunciar contra él. Pero eso no es todo, ya que la justificación no tiene solamente el carácter negativo de liberar de la condenación. Ella enriquece al creyente con una justicia a la vez positiva y divina.

En el comienzo de la epístola a los Romanos se establece la culpabilidad del hombre. Como conclusión, el versículo 19 del capítulo 3 declara que todo hombre es culpable ante Dios. El versículo siguiente advierte que la ley no proporciona ningún socorro. Al contrario, en lugar de justificar al hombre, ella lo convence de pecado y hace caer sobre él una justa condenación. Ante estas tristes conclusiones, a partir del versículo 21 el apóstol Pablo expone la gloriosa doctrina de la justificación.

La Justicia de Dios.

El apóstol comienza proclamando que la justicia de Dios se ha manifestado. Al declarar que el hombre es pecador, Dios ya había manifestado su justicia y establecido que El no podía hacer ningún compromiso con el pecado. Pero ahora, esta justicia es manifestada con brillo incomparable por la obra de Jesucristo.

Cristo glorificó perfectamente a Dios en la tierra. En particular, puso su vida voluntariamente. Fue una ofrenda agradable a su Dios, quien fue aplacado respecto al pecado e incluso glorificado. Entonces Dios lo resucitó y lo hizo sentar a su derecha. Cristo glorificado es una primera manifestación de la justicia divina (Juan 10:17;17:4-5;16:10).

Por otra parte, Cristo se entregó por nosotros. Soportó la condena que merecía el pecado (Romanos 8:3) y expió todos los pecados de los creyentes. Por lo tango, Dios es perfectamente justo al recibir como justificados a aquellos que se acercan a El por Jesucristo (2 Corintios 5:21)

De modo que estos dos aspectos de la obra de Cristo (la propiciación para satisfacer perfectamente a Dios y la sustitución del creyente en el juicio) manifiestan plenamente la justicia de Dios.

Esta justicia pronto será visible cuando sean enjuiciados y condenados por la eternidad los hombres que hayan rechazado la gracia. Entonces ella será manifestada públicamente, pero de una manera menos profunda que en aquella hora solemne en la cual Dios agobió de dolor a su propio Hijo, víctima perfecta, hecho pecado por nosotros. La cruz de Cristo será durante la eternidad la manifestación más grandiosa de la justicia de Dios y de su amor insondable (Romanos 5:8).

La justificación por medio de la sangre.

La justicia de Dios así manifestada se despliega para "todos" los hombres. La gracia de Dios es ofrecida a todos. Es uno de sus aspectos maravillosos. Ella pone a todos los hombres en el mismo nivel, por cuanto "todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). No obstante, si bien esta justicia está al alcance de todos, sólo es aplicable a los que creen. Es puesta sobre ellos como un vestido que los cubra en presencia de Dios. Es la justificacíon positiva del creyente, quien no sólo es liberado de toda acusación, sino divinamente revestido de justicia.

Por supuesto, el amor de Dios es el origen de todo, pues somos justificados por su gracia (3:24). Pero el medio de hacernos justos es la sangre de Cristo, es decir, su muerte. Somos justificados por su sangre (5:9;3:25).

La muerte de Cristo mostró la justicia de Dios tanto a favor de los creyentes del Antiguo Testamento como para nosotros mismos. Antes de la venida del Señor, Dios podía soportar los pecados porque miraba por adelantado el sacrificio de Cristo, el cual estaba prefigurado por todas las ordenanzas de la ley. De manera que la sangre de Cristo es el único medio de hacer justo a un pecador. Sin embargo, los creyentes de entonces no podían comprenderlo y no tenían una completa seguridad de la salvación.



La seguridad de la justificación.

"Jesús, Señor nuestro… fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación" (Romanos 4:24-25). Hace falta comprender las dos partes de este versículo para gozar de una total seguridad respecto a nuestra justificación. En la cruz, Cristo llevó nuestros pecados y sufrió el castigo que ellos merecían, pero la prueba de que estamos liberados de los pecados fue dada por su resurrección. Si esta segunda verdad no es conocida, no podemos gozar de la paz.

Como Cristo resucitó, yo sé que todos mis pecados están expiados. Soy totalmente libre de ellos ante el Juez supremo, quien mostró su satisfacción al glorificar al Señor. "Dios es el que justifica" (8:33). El nos había sentenciado como pecadores, pero ahora nos declara totalmente libres. Nuestra justificación es completa y definitiva. Nadie puede condenarnos.

La justificación por medio de la fe.

La fe es el eslabón que nos une al Señor Jesús y que nos hace partícipes de las bendiciones que su muerte proporciona. La fe, pues, es necesaria; únicamente los creyentes son justificados. En ese sentido, somos "justificados, pues, por la fe" (Romanos 5:1).

Esta fe consiste en recibir simplemente la salvación que Dios nos ofrece, en recibir a Jesucristo (Juan 1:12). Es la obediencia a la fe (Romanos 16:26; ver también Juan 3:36). Jesucristo es el "autor de eterna salvación" reservado únicamente a "todos los que le obedecen" (Hebreos 5:9).

La justificación de vida.

Hasta ahora hemos visto la justificación en relación con nuestros pecados (los actos cometidos). Otro aspecto de este temas es el que se refiera a "la justificación de vida" (Romanos 5:18) en relación con el pecado, es decir, con la raíz del mal en nosotros.

Por naturaleza, todos los hombres están emparentados con Adán, jefe de una raza pecadora. Por gracia, y en virtud de la obra de la cruz, pertenecemos, como creyentes, a una raza espiritual de la cual Cristo es el jefe. Estamos unidos a El y participamos de su naturaleza y de su vida. Judicialmente estamos liberados de toda condenación relacionada con nuestra raza primitiva y el pecado que se vincula con ella.

Al exponer esta doctrina de la justificación de vida, el apóstol exclama: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (8:1). ¡Bendito sea Dios por tal liberación!.

Pregunta 1: ¿Cómo conciliar la afirmación del apóstol Pablo que "el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Romanos 3:28), con la del apóstol Santiago, según la cual "el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe?" (Santiago 2:24).

Se trata de dos justificaciones diferentes. El apóstol Pablo habla de nuestra justificación ante Dios, mientras que el apóstol Santiago se refiere a nuestra justificación ante los hombres. La primera es obtenida por la fe en la obra de Cristo, la segunda (nuestra justificación ante los hombres) lo es por las obras de fe, es decir, por nuestra conducta, la que es consecuencia de nuestra fe.

Veamos un ejemplo. Un niñito se jacta ante sus compañeros de que sabe leer. ¿Cómo va a justificar su afirmación?: tomando un libro y leyendo en voz alta.

De la misma manera, no es suficiente afirmar que somos justificados, sino que también hace falta que nuestros actos demuestren a nuestros hermanos y al mundo que realmente tenemos la vida de Dios.
 
Dios te bendiga Hno_Oscar.

Entonces tenemos dos justificaciones:

1. Ante Dios. (De nuestros pecados)
2. La de Vida. (De la raíz del pecado)

Luego aparece en escena una tercera justificación:
3. Ante los hombres. (Para demostrar que realmente nos justificaron las otras dos.)

Bien, tengo curiosidad de saber cómo ha distinguido la Justificación de Pablo de la de Santiago.

También había usted señalado que la primera justificación tiene un doble aspecto:
1.Propiciación.
2.Sustitución.

Ya eso está un poco complicado, ¿no cree?. ¿Soporta La Biblia estas divisiones? Me parece un esquema muy particular, pero un poco atrevido, en tanto que, en mi humilde entender, La Biblia no nos da cuenta del mismo.

¿Qué le parece este otro?

Una sola justificación que consiste en un declarar justo al hombre en virtud de la muerte y resurrección de Cristo, y como tal declaración es pronunciada por Dios mismo pues efectivamente convierte al hombre en alguien justo aplicándole los méritos de Cristo a través del Espíritu Santo.

Y mire, nos basta un sólo verso: "Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6, 11)

¿Qué Cree?

En el Amor de Jesús.
Gabaon.
 
PROPICIACIÓN Satisfacción de la Justicia de Dios mediante un Sacrificio. Dios es santo y su reacción vindicadora (Sal 7.11; Ira de Dios) solo se aplaca al quitar el pecado que la causó.
En el Nuevo Testamento, la muerte expiatoria de Cristo es la promesa por excelencia (Ro 3.25). Hizo posible que Dios fuera propicio hacia los creyentes y el mundo entero (1 Jn 2.2; cf. Heb 8.12). La promesa destaca la gravedad del pecado, lo grande de la obra redentora de Cristo y la invitación al pecador de apropiarse esa obra perfecta (Expiación).

PROPICIATORIO (En hebreo, caporet) término con el que se designa la plancha de oro que sostenía los Querubines sobre el arca del pacto (Éx 25.17–22). Los dos querubines, que también eran de oro, estaban frente a frente en los extremos del propiciatorio, lo cubrían con sus alas y formaban con él una sola pieza. Encima del propiciatorio y entre los querubines, Jehová hablaba con Moisés comunicándole sus órdenes (Éx 25.22; Nm 7.89; cf. Lv 16.2 «en la nube sobre el propiciatorio»).
El ritual del gran Día de Expiación prescribía que Aarón pusiera perfume sobre el fuego delante de Jehová; la nube del perfume cubriría el propiciatorio que estaba sobre el testimonio. Esto evitaba que Aarón muriera y probaba la presencia de Dios sobre el propiciatorio. Luego Aarón debía tomar sangre del becerro y rociar siete veces el propiciatorio, para purificar el santuario de las impurezas de Israel (Lv 16.14).
El propiciatorio era prototipo de Cristo. Por eso Pablo declara enfáticamente que Dios ha puesto a Cristo como Propiciación por medio de la fe en su sangre (Ro 3.25).


EXPIACIÓN Acto por el que se quita el pecado o la contaminación mediante un sacrificio o pago establecido por Dios. En la RV, la palabra aparece casi doscientas veces. En setenta casos es traducción del verbo hebreo kipper, que indica expiación propiamente dicha. En casi todas las demás ocasiones se refiere a sacrificios expiatorios. En el Nuevo Testamento o bien significa sacrificio expiatorio (Heb 10.6, 8; en griego, peri hamarté?as), o es la traducción del verbo hilaŒskomai (Heb 2.17; Propiciación). La etimología de kipper es incierta. Algunos sugieren la palabra aramea que equivale a «borrar», pero es más probable que venga de una raíz que significa «cubrir». El concepto básico parece ser el de eliminar el obstáculo que impide la bendición de Dios.
Las impurezas ceremoniales o morales hacen necesaria la expiación en el Antiguo Testamento. Los motivos de expiación ceremonial incluyen el flujo de sangre (Lv 12.6, 7), contaminación por un muerto (Nm 19.9–17) y la lepra (Lv 14.18, 53). También objetos materiales, como el altar y el tabernáculo (Lv 16.33), podían contaminarse, y era necesario hacer expiación por ellos. Sin embargo, básicamente la expiación se hace por el Pecado que contamina tanto al hombre como a las cosas, y del cual la impureza ceremonial es solo una ilustración.
El medio de expiación variaba. Podía muy bien ser una ofrenda en efectivo (Nm 31.50) o incienso, como cuando Aarón expió la murmuración del pueblo (Nm 16.47). Pero principalmente la expiación se hacía mediante la muerte de una víctima, y por la sangre como símbolo de su vida derramada (Lv 17.11). A veces el culpable mismo debía morir (Nm 35.33), pero en la mayoría de los casos se ofrecía un animal como sustituto.
La expiación presenta el pecado como algo que contamina al hombre y que interrumpe su relación con Dios. Indica que es Dios mismo el que brinda el medio para restablecer la relación rota por el pecado ya que el hombre no puede hacerlo. Demuestra la justicia de Dios, porque Él demanda un castigo por el pecado. También su amor, porque Él provee un sustituto para el pecador. Por último, demuestra los beneficios para aquel que acepta la provisión expiatoria de Dios. Hay limpieza de la contaminación, perdón de la culpa y liberación del castigo merecido.
Las ofrendas expiatorias del Antiguo Testamento no podían en sí quitar el pecado (Heb 10.4), sino que prefiguraban a Jesucristo, el sacrificio perfecto provisto por Dios mismo (Jn 1.29). Por su muerte expiatoria (asham, Is 53.10), Él quitó los pecados del mundo y ofreció la base para el Perdón y la Justificación del pecador. (Día de expiación; Sacrificio; Salvación.)


Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.
 
Hola a todos!! El Señor se complazca en derramar ricas y abundantes bendiciones en sus vidas.


He tenido que ausentarme unos días del foro y tenía pendiente desarrollar este tema, de hccho ya lo tenía preparado por lo que haré unas aportaciones al mensaje inicial del Hno. Oscar, sólo he querido abarcar lo concerniente a la justificación como tal. Hice una búsqueda en el foro de este tema y he vistoque se ha tratado anteriormente pero el Hno_Oscar fue el último por lo que mi aportación será a partir de este.

Lo primero que quisiera es definir lo que es la justificación, se entiende por esta el acto soberano de Dios por el cual, por pura gracia, y a base de su pacto , declara aceptos delante de él a quienes creen en su hijo (Rom. 4:2-5). Se dice que una persona es justificada cuando Dios la considera libre de culpa del pecado y su merecido castigo. Por tal motivo la justificación no es una condición sino un estado, por tanto no debe interpretarse la justificación como un cambio experimiental desde la pecaminosidad a la santidad sino como un cambio judicial desde la culpabilidad a la no condenación. En Romanos 4:6 leemos “Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras,” vemos como la “justicia” legal no es una conducta implantada en el corazón sino un regalo cedido a nuestra cuenta.

Ahora bien la pregunta lógica sería: Cómo somos o llegamos a ser justificados ante Dios?, la respuesta a esta pregunta la encontramos en Romanos 5:1 “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Vemos que el “instrumento” para nuestra justifación es la fe, pero fe en que? La justificación se obtiene sola y unicamente por medio de la fe en el Sacrificio de Cristo. Debemos señalar aquí que se debe tener cuidado en la comprensión de esta verdad. Muchos son los que mal interpretan esto y entiende que los evangelicos planteamos que la virtud está en nosotros por tener fe haciendo de esta nuestro medio salvador y no es así, no es la fe la que nos hace justos delante de Dios ya que con relación a la justificación la fe no puede considerarse como una obra virtuosa del corazón. Algunos pasajes nos arrojan luz :
-Rom. 4:5 “su fe le es contada por justicia”
- Rom. 4:9 “ a Abraham fue contada la fe por justica
- Roma 4:9 “le fue atribuida por justicia”
En el original la preposición griega usada es “eis” que significa “para…” y nunca “en lugar de” por la tanto la fe no es el medio, el medio es Cristo Jesús por eso nunca se usa esta preposición para hablar del pago y el sacrificio de Cristo en nuestro lugar siempre en cada uno de los pasajes se usan “anti” o “huper” que significan en lugar de. Por lo tanto puntualizamos que somos justificados por medio de la fe y no por la fe. La fe no tiene eficacia en sí misma, toda la virtud de limpieza procede de Cristo, el objeto de nuestra fe, Por tanto la fe no es el instrumento con el cual Dios nos justifica, sino más bien, el instrumento por medio del cual recibimos a Cristo y como Cristo ha ganado la justicia por nosotros entonces nuestra fe en El es la que nos logra el beneficio de la bendición adquirida.

Por todo lo antes dicho no hay virtud alguna en el hombre para ser aceptos ante Dios, es Cristo la fuente de nuestra justificación, fue El quien cumplió con todos los equerimientos de la ley divina tomando forma de siervo se hizo obediente hasta la muerte para luego transferirnos esta justicia si le reconocemos. Por tanto el unico fundamento sobre el cual Dios perdona todos los pecados del hombre, y lo admite a Su favor judicial, es la obra vicaria de su Fiador, el pago ofrecido por Cristo no sólo nos redimió o libertó de la maldición de la ley (Gal. 3:13) sino que también nos faculta de ser recibidos como hijos (Gal.4:4,5).

Ahora quisiera referirme a la justicia que alude Santiago en su Epístola, lo primero es que Santiago no está elaborando una soteriología de la justificación, sino más bien una ética de la fe puesta en acción. Santiago se refiere al mismo texto citado por Pablo (Gn. 15:6) pero transfiriendolo de su contexto original al momento en que la fe de Abraham fue evidenciada con el sacrificio del hijo prometido (Gen. 22) Pablo en cambio se va al origen en donde se acentúa precisamente la importacia y la pasividad de Abraham (Rom 4:16-22) e insiste en que la promesa vino mucho antes del nacimiento y la circuncisión de Isaac (Rom.4:19-12). El plantemiento de Santiago es muy diferente al de Pablo, Santiago ataca un mal que tiene que ver con la conducta del creyente más que con su posición ante Dios, y lo hace desde tres argumentos: 1) Un argumento práctico basado en la futilidad de una caridad puramente verbal, sin expresión tangible (2:14-17). 2) Un argumento teológico que insinua lo demoniaco de una abstracta ortodoxia monoteísta, aunque sea adherencia teórico-verbal al credo más indispensable, el shema (2:18s). 3) Un argumento histórico, basado en Abraham y Rahab (2:20-26). Por tanto es evidente que Santiago vive una situación distinta a la de Pablo y ataca un error diferente.

Al igual que Santiago Pablo también nos insta a ser hacedores y no sólo oidores de la ley (Rom.2:13), señala que hemos sido llamados a buenas obras (Ef.2:10) y que de ninguna manera la gracia da licencia para pecar (Rom. 6:1-12), por tanto en el mismo espíritu de Santiago rechaza la prefesión vacia sin los hechos correspondientes. Concluimos entonces en este punto en que no hay discrepancia entre los escrito por Pablo y Santiago en cuanto a doctrina soteriológica pero si hay una diferencia en cuanto al próposito y los destinatarios de ambos y por ende a las necesidades que fueron atendidas.

Honestamente esto era sólo mi introducción pero de continuar seria muy extenso y se que muchas veces resulta un tanto pesado leer mensajes muy largos, por lo que cualquier aclaración y puntualización lo hare a partir de esto de acabo de decir.

Bendiciones para todos.