8.
Hijo de cierto Jacob; padre adoptivo de Cristo Jesús, esposo de María y, más tarde, progenitor de por lo menos cuatro hijos varones: Santiago, José, Simón y Judas, además de varias hijas. (Mt 1:16; 13:55, 56; Lu 4:22; Jn 1:45; 6:42.) También se le llamó hijo de Helí (Lu 3:23), su suegro. El justo José, siempre obediente a la dirección divina, se apegó a la ley mosaica y acató los decretos de César.
Como carpintero y residente en Nazaret, José no era un hombre de muchos recursos financieros. (Mt 13:55; Lu 2:4; compárese Lu 2:24 con Le 12:8.) Estaba prometido con la muchacha virgen María (Lu 1:26, 27), pero antes de que se desposaran, ella se quedó encinta por medio del espíritu santo. Puesto que no quería hacer de ella un espectáculo público, José tenía la intención de divorciarse en secreto. Sin embargo, tras recibir una explicación del ángel de Jehová en un sueño, llevó a María a su hogar como su esposa legal. No obstante, se abstuvo de tener relaciones con ella hasta después del nacimiento de aquel hijo engendrado milagrosamente. (Mt 1:18-21, 24, 25.)
Aunque a los israelitas les estaba permitido divorciarse por varias razones como una concesión, Jehová Dios reglamentó el divorcio en su Ley dada a Israel por medio de Moisés. Deuteronomio 24:1 dice: "En caso de que un hombre tome a una mujer y de veras la haga su posesión como esposa, entonces tiene que suceder que si ella no hallara favor a sus ojos por haber hallado él algo indecente de parte de ella, entonces él tendrá que escribirle un certificado de divorcio y ponérselo en la mano y despedirla de su casa". No se especifica la naturaleza de la ‘indecencia’ (literalmente, "la desnudez de una cosa"), pero no podía ser adulterio porque, según la ley de Dios dada a Israel, la muerte, no el divorcio, era la sanción prescrita para aquellos que fuesen culpables de adulterio. (Dt 22:22-24.) Parece que en un principio la ‘indecencia’ que le daba al esposo hebreo base para el divorcio tenía que ver con acciones graves, como el que la esposa le demostrara gran falta de respeto o le acarrease vergüenza a la familia. Y ya que la Ley decía: "Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo", no es razonable suponer que pudieran usarse impunemente faltas insignificantes como excusas para divorciarse de la esposa. (Le 19:18.)

