JESUSUN HOMBRE EXTRAORDINARIO

11 Diciembre 2007
618
0
Todo el mundo cristiano afirma con un convencimiento total y absoluto, que Jesús de Nazaret en su vida pública fue un hombre… extraordinario.

Era un hombre libre de prejuicios, abierto a lo esencial y volcado en el servicio a los demás especialmente a los pobres y desamparados, alcanzando un grado de profundidad humana entre judíos, esclavos y libres. De ahí que no fundara una escuela más ni elaborara un rito nuevo, sino que abrió un horizonte sin límites, dando prioridad a la persona humana en el entorno de una vida cotidiana.

Jesús cambió el concepto de Dios y el mejor modo de encontrarlo. No inventó un Dios nuevo ni distinto al de los judíos tradicionales. Lo dió a conocer con más profundidad y con más humanidad, trazando el camino, método y manera de acercarnos para encontrarlos con Él tal y como lo narra Mateo: “Al final encontrarás a Dios”.

En Jesús aparece lo auténticamente humano con vigor, con espontaneidad, con naturalidad. Siente hambre, cansancio, sed, falta de cobijo, tristeza, miedo… tentaciones de todo tipo.
Vivió el pavor y la angustia de la muerte violenta y pudo compadecerse de nuestra flaqueza porque fue probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado.

Durante su vida pública no desea decir cosas nuevas, sin embargo lo que predica intenta que sea comprendido entregándoles las reglas de oro del amor: “tratad a los demás como queráis que ellos os traten a vosotros…” (Mt. 7, 12); “Reconcíliate con tu hermano… (Mt.5, 24-25); “No resistáis al mal: antes bien al que te pegue en la mejilla derecha…” (Mt.5, 39); “Amad a vuestros enemigos…” (Mt.5, 44).

Jesús, no presenta al mundo ni mejor ni peor de lo que es, sino que nos enseña a mirar la realidad sin deformarla ni maquillarla. Va directamente al núcleo del problema del ser humano. Por eso en las parábolas nos describe esta realidad como la ve, tomándola sin censuras ni juicios y dando las suficientes claves para comprenderlas.

Cuando Jesús habla, sabe hacerse escuchar porque habla con cercanía y vivacidad, empleando el lenguaje de las cosas sencillas y recurriendo a imágenes transparentes partiendo de un mundo familiar: el campo, una red, un banquete de boda, una viña, un cuadro…

Con respecto a la Creación, nos habla del sol y de la lluvia, del relámpago que brilla, de los pájaros que no siembran y sin embargo recogen. Destaca la belleza de los lirios y de las hierbas, de la higuera que anuncia el verano, de los perros que lamen las llagas; de los buitres que comen carroña, de las espinas y abrojos y del proceder del sembrador…

No obstante no argumenta nada. Solo se dedica a decir a quienes le escuchan “Ir, ver y después sacar vuestras propias conclusiones: Los ciegos ven, los cojos andan, los paralíticos se mueven…”

Hombre de profundos sentimientos, no oculta lo que acontece en su interior: llora, ríe, se enfada y hace uso de la violencia física contra los profanadores del Templo. Discute con Marta en la muerte de Lázaro y disfruta cuando a El acuden los niños, expresándoles un afecto natural abrazándoles e imponiéndoles las manos y bendiciéndoles.

Siente compasión por la gente hambrienta y desorientada y por la ingratitud de los nueve leprosos a los que ha curado.
Le impresiona la fidelidad o la ley del joven rico, nos dice Marcos: “fijando en él su mirada, le amó”.
Se admira ante la fe de un pagano y ante la sabiduría de un escriba porque ante todo le encanta la fe de la gente sencilla.
Y ante el entierro del hijo único de la viuda, se siente conmovido y compadecido de ella y acercándose la consuela… “no llores”.

Nunca leyó a Tales ni a otros grandes filósofos griegos, pero con su formulación supera a los mayores filósofos de la historia, abriendo un horizonte sin límites para el ser humano.
Toda su doctrina tiene como fondo la sana razón, fundamental para la cristología, porque nos presenta a un Jesús que argumenta desde nuestras posibilidades.

Para El, lo importante es sanar la causa del mal, no los hechos. Amar no es fácil, pero es sano, por eso manda amar siempre, a los pobres, a los que nos necesitan y a cualquier enemigo, desechando los razonamientos equivocados.
Todos tenemos que amar y ser amados; tenemos un mismo Padre (nos dice) que hace salir el sol sobre malos y buenos, sobre justos e injustos (Mt. 5, 45) y ordena hacer el bien a todos señalando “si amáis a los que os aman o hacéis el bien a los que os lo hacen, ¿qué mérito tenéis? (Lc.6, 33).

Así las cosas sus evangelistas, estudian con agudeza el sentido fundamental de sus parábolas e intentan reconstruir su historia, insertando en su contesto todo su sabor y calor originarios, pero así mismo también su carga provocadora.

De este modo, distinguiendo a los destinatarios inmediatos y no olvidándose de los más lejanos, es decir de cada uno de nosotros, la parábola predicada cala en la realidad de hoy y en las situaciones concretas del hombre de nuestro tiempo.

Y por ello es útil para todos aquellos que dentro del pueblo de Dios, sentimos la necesidad de volver a escuchar estos relatos bíblicos que nos obligan intentar comenzar lo más rápidamente posible, a ser… cristianos auténticos.

Por todo esto, se desprende que Jesús fue un ser extraordinario, aunque no hemos de olvidar que no murió de muerte natural, si no asesinado como un malhechor aún teniendo en cuenta que si acabó de esta manera no fue por casualidad, si no porque fue el final de un proceso que vino gestándose en su vida pública.

Dios lo puso en el mundo para que liberara a la humanidad y le diera Vida a costa de la suya propia.
 
Re: JESUSUN HOMBRE EXTRAORDINARIO

No he leído todo el tema, por ahora; porqué es muy largo, y tengo otras cosas que hacer.

Solo quiero empezar diciendo que Jesús era un hombre extraordinario; porqué tenía cualidades y virtudes que no eran propias de la gran mayoría de las personas humanas. Estas cualidades no son presentes en casi ninguna persona humana, porqué según lo que se sabe de los relatos bíblicos; Jesús tenía un origen extraordinario, que no es de este mundo.

Se dice que todos los fundadores de las grandes religiones tenían cualidades y virtudes extraordinarias. El caso de Jesús podrían ser un caso aún más grande, si te tiene en cuenta que la Biblia lo describe como el Mesías; encarnación del Hijo de Dios o Dios Hijo, una de las manifestaciones personales del Dios Único Trinitario.