Jesús y su creación.

21 Julio 2001
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JESUS Y SU CREACION

Un día, el Maestro sale a dar un paseo por su mundo y su creación. Sale montado en su Espíritu y recorre extensos mundos, donde contempla su hermosa creación y comparte con sus criaturas.
Cada ser se siente privilegiado en que el Gran Rey del universo se digne en venir a compartir con él, con una simple criatura, entre tantos millones de millones que hay en los cielos y los infinitos universos.
Vuela el Señor por los cielos en un carro de fuego. Desde las alturas ve un niño en el patio de su casa. Desciende y llega donde el chico. A su sola presencia, se ve hermoseada la inocencia de aquel infante, que ahora ríe con mas ganas y disfruta hasta los más insignificantes detalles de sus juegos, acciones y pensamientos.
Un critico observador no podría decir cual de los dos da mas saltos o inventa mas ingenuidades para alegrar a su compañero. ¿Cómo puede un ser eterno y omnisapiente poder adaptarse a los pensamientos de un chiquillo de solo 5 ó 7 años?
Después de tanto jugar y jugar y aprender jugando, el niño queda rendido de cansancio. El Maestro lo deja dormido en la hamaca del patio de su casa. De inmediato aparece su madre que al verlo dormido, lo toma para llevarlo a su habitación, donde esta más protegido de los insectos y del ruido.
-Maestro, dice la mujer, no sabía que estabas aquí?
La señora invita a Jesús a entrar a la casa. Allí le brinda unos panecillos y una bebida refrescante. Después de todo, El también se cansó y sudó jugando con el niño.
Conversan y conversan. Llega la hora de empezar a preparar la comida y el Maestro se ofrece como ayudante. Ordenan la cocina, inventan recetas, combinaciones de nutrición, etc. Al terminar la faena, la mujer ya ha agregado a sus conocimientos culinarios un par de recetas más y muchos conocimientos sobre las propiedades alimenticias de sus víveres y frutas.
El marido llega a la casa. –Que gusto verte Maestro! Tienes que quedarte a comer con nosotros. Casualmente hoy iba a subir a tu trono, porque tenía algunas cosas que consultar contigo, pero ahora que estas aquí, las hablaremos mientras comemos.
-Vaya mujer, dice el marido, hoy sí que te quedo la comida más deliciosa que nunca. Estoy seguro que te inspiraste para darle a nuestro Maestro un manjar digno de su grandeza. La mujer mira de reojo a Jesús y sonríe para sus adentros, porque el marido no sabia que quien más se puso el delantal en la cocina fue el Maestro.
La conversación se torna tan interesante como la comida. Ahí mismo le resuelve el Señor al hombre sus inquietudes laborales, y le da los conocimientos y técnicas que le faltaban en su proyecto de trabajo, motivo por el cual iba a subir al Padre.
Al terminar la comida reposan en el patio. Ya el niño ha despertado y se recuesta junto con el Maestro en la hamaca que habían hecho especialmente para sus visitas. Llegan varios vecinos, saludan a su Señor, y se unen a aquella amena conversación. Sonia, la niña del lado, llega con una manzana bien grande que le sirve de postre al Maestro. El toma un cuchillo y le da la mitad al hermanito de Sonia.
-Maestro, dice Sonia, encontré las dos manzanas más grandes que haya visto. Estaban al lado de la casita del árbol que me ayudaste a construir. Mi hermanito las quería, pero cuando le dije que eran para ti, se quedo conforme. Te tengo la otra en casa para que te la lleves. También le voy a mandar un par a mi amigo Gabriel. Puedes hacerme el favor de llevárselas cuando te vayas? El Maestro sonríe y le asiente con su cabeza.
Lindo tiempo compartieron los habitantes de aquella zona de la Santa Ciudad Jerusalén. Como allí no había noches, disponían de todo el día de la eternidad para compartir con el Maestro. Aquella generación de hombres justos y amorosos compartían las ilimitadas y hermosas maravillas de la nueva creación que el Señor había hecho para los millones que habían rebasado el anterior mundo de pecado e injusticias.
Después de saludar, saludar y conversar con toda aquella comunidad, el Maestro continuó su ruta por su extensa creación. Compartiendo con todos, enseñando, durmiendo en las habitaciones de los niños, haciendo casitas en los árboles, diseñando edificios y acueductos, subiendo y bajando de su esplendoroso trono en lo mas alto del cielo.

La hermosa creación de Jesús, no será solo un pueblo que toque arpas y vista de blanco. Este será un pueblo que compartirá en justicia, que cocina, juega, construye, duerme, escribe bellas alabanzas, conoce mundos, que deja que su espíritu sea diariamente movido y enseñado, aquí y por toda la eternidad, por el fiel Espíritu de Cristo, que quiere todo lo mejor para sus hijos, porque de El solo proceden cosas buenas; Él es Amor.

F. L. P.