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agape11
Guest
Hay básicamente dos tipos de judaísmos reconocidos por los estudiosos, el llamado judaísmo biblico (L. Dennefeld, 1925) (el anterior al destierro babilonico) y el judaísmo rabínico (posterior al mismo hasta el siglo I). El siguiente es un esbozo que describe a Jesus de Nazaret frente al judaísmo de su tiempo, tema vigente hasta el día de hoy.
El carácter sin igual de Jesús y el contraste revolucionario de sus enseñanzas con las tradiciones de su pueblo, fueron las fuentes de mucho del conflicto que llevo a Jesús a la muerte.
La manera en que Jesús rechazo algunas de las costumbres y tradiciones más queridas por los fariseos, les pareció a estos autoritarios guardianes del judaísmo una amenaza a todo aquello por lo cual ellos y sus antepasados habían luchado contra el mundo del paganismo en torno de ellos.
Lo que les parecía a ellos el descuido de Jesús por el sábado, su desprecio por los lavamientos prescritos, y su buena disposición, más bien entusiasmo, en tratar socialmente con aquellos a quienes estos “santones” consideraban pecadores, eran a los ojos de ellos imperdonables violaciones a la religión y a la moralidad.
A su vez Jesús creía que la “actitud” de los fariseos era equivocada y aun blasfema, y que desviaba a la gente de los propósitos de Dios y que buscaban en ellos dirección moral y espiritual.
En un lenguaje enérgico, caustico e irónico, Jesús los pinta como guías ciegos de ciegos, con un hoyo por destino. El error de los fariseos fue su creencia de que comprarían el favor de Dios por medio de sus “pinches” obras o dicho de otra manera, que podrían acumular meritos para con Dios por la obediencia a su ley.
Jesús veía que esta actitud engendraba en ellos un conformismo a una serie de “principio éticos y de actos ritualisticos”, con una satisfacción de haberse apegado a ellos, lo que alimentaba el más mortal de todos los pecados, el orgullo.
También contribuía a ese orgullo, “la satisfacción de ser reconocidos SUPERIORES por otros hombres”, así como el esfuerzo por “obtener la aprobación” de los que los observaban, y por obtener lugares y posiciones de importancia, esfuerzo que aun los podía llevar a “rezar”, a emprender practicas ascéticas, y hacer obras de misericordia para recibir el aplauso de los hombres, (cualquier semejanza con cualquier judío que se conozca es pura coincidencia).
Pero había en el judaísmo de su tiempo (y aun hoy) un “algo” que en la práctica era una negación de lo que Jesús estaba convencido y el cual era el único “concepto correcto” de la relación del hombre con Dios: “nadie podía tener meritos con Dios amontonando buenas obras, y aunque se hiciera todo lo que fue mandado por Dios en la ley, solo estaríamos haciendo nuestro deber y no merecedores de ninguna recompensa, por ello”.
Asimismo, Jesús, se las vio con los saduceos (otro de los partidos del judaísmo que manejaban el templo en contubernio con los romanos)), a estos los desafió abiertamente en el templo mismo, al ver como “los tales”, habían prostituido el culto de Dios en este santuario céntrico en la fe de su pueblo, en la venta de los animales para el sacrifico y en el cambio del dinero a la moneda del templo.
Por esto Jesús mismo con sus discípulos, hicieron “una limpieza” del sitio sagrado, de tal manera que hay indicaciones escriturales que dicen que “Jesús no consentía que alguien llevara vaso por el templo”.
Esto enfureció y alarmo a la “pandilla saducea”, porque amenazaba sus rentas que provenían de su parte en las ganancias de los cambistas de moneda, de los comerciantes, y además porque podía atraer la atención de las autoridades romanas quienes eran muy susceptibles a un levantamiento popular.
Jesús enfureció “hartamente” a los fariseos y saduceos, no solo por lo descrito anteriormente, sino también porque tranquilamente mostraba una actitud de autoridad y que El no se sometía a la autoridad de ellos como rabinos y más bien los desafiaba.
Por ello fue acusado de hacerse igual a Dios y de confesar que era el Mesías. Si le hubiera sido permitido continuar, -así pensarían los susodichos-, pondría en peligro la ley y el orden mantenidos por los que mandaban en las sinagogas y en el templo.
Entonces ellos sabían poner en forma racional la “ofensa” que Jesús había hecho a su amor propio, diciendo que en la situación tan tensa que se vivía en Palestina, donde ellos eran como hombres sentados encima de un volcán, (que podría hacer erupción en cualquier momento), seria medida “muy pero muy sabia” (así con la sabiduría de los “sabios de Israel”), eliminar a nuestro muy amado Jesús, antes que correr el riesgo de que El produjera la erupción.
Y el resto del relato ya lo sabemos.....
Nos queda una última pregunta: Cual hubiera sido la “actitud” del judaísmo actual para con Jesús, si este hubiera venido en estos tiempos?
Por inferencia ya lo sabemos!!!.
El carácter sin igual de Jesús y el contraste revolucionario de sus enseñanzas con las tradiciones de su pueblo, fueron las fuentes de mucho del conflicto que llevo a Jesús a la muerte.
La manera en que Jesús rechazo algunas de las costumbres y tradiciones más queridas por los fariseos, les pareció a estos autoritarios guardianes del judaísmo una amenaza a todo aquello por lo cual ellos y sus antepasados habían luchado contra el mundo del paganismo en torno de ellos.
Lo que les parecía a ellos el descuido de Jesús por el sábado, su desprecio por los lavamientos prescritos, y su buena disposición, más bien entusiasmo, en tratar socialmente con aquellos a quienes estos “santones” consideraban pecadores, eran a los ojos de ellos imperdonables violaciones a la religión y a la moralidad.
A su vez Jesús creía que la “actitud” de los fariseos era equivocada y aun blasfema, y que desviaba a la gente de los propósitos de Dios y que buscaban en ellos dirección moral y espiritual.
En un lenguaje enérgico, caustico e irónico, Jesús los pinta como guías ciegos de ciegos, con un hoyo por destino. El error de los fariseos fue su creencia de que comprarían el favor de Dios por medio de sus “pinches” obras o dicho de otra manera, que podrían acumular meritos para con Dios por la obediencia a su ley.
Jesús veía que esta actitud engendraba en ellos un conformismo a una serie de “principio éticos y de actos ritualisticos”, con una satisfacción de haberse apegado a ellos, lo que alimentaba el más mortal de todos los pecados, el orgullo.
También contribuía a ese orgullo, “la satisfacción de ser reconocidos SUPERIORES por otros hombres”, así como el esfuerzo por “obtener la aprobación” de los que los observaban, y por obtener lugares y posiciones de importancia, esfuerzo que aun los podía llevar a “rezar”, a emprender practicas ascéticas, y hacer obras de misericordia para recibir el aplauso de los hombres, (cualquier semejanza con cualquier judío que se conozca es pura coincidencia).
Pero había en el judaísmo de su tiempo (y aun hoy) un “algo” que en la práctica era una negación de lo que Jesús estaba convencido y el cual era el único “concepto correcto” de la relación del hombre con Dios: “nadie podía tener meritos con Dios amontonando buenas obras, y aunque se hiciera todo lo que fue mandado por Dios en la ley, solo estaríamos haciendo nuestro deber y no merecedores de ninguna recompensa, por ello”.
Asimismo, Jesús, se las vio con los saduceos (otro de los partidos del judaísmo que manejaban el templo en contubernio con los romanos)), a estos los desafió abiertamente en el templo mismo, al ver como “los tales”, habían prostituido el culto de Dios en este santuario céntrico en la fe de su pueblo, en la venta de los animales para el sacrifico y en el cambio del dinero a la moneda del templo.
Por esto Jesús mismo con sus discípulos, hicieron “una limpieza” del sitio sagrado, de tal manera que hay indicaciones escriturales que dicen que “Jesús no consentía que alguien llevara vaso por el templo”.
Esto enfureció y alarmo a la “pandilla saducea”, porque amenazaba sus rentas que provenían de su parte en las ganancias de los cambistas de moneda, de los comerciantes, y además porque podía atraer la atención de las autoridades romanas quienes eran muy susceptibles a un levantamiento popular.
Jesús enfureció “hartamente” a los fariseos y saduceos, no solo por lo descrito anteriormente, sino también porque tranquilamente mostraba una actitud de autoridad y que El no se sometía a la autoridad de ellos como rabinos y más bien los desafiaba.
Por ello fue acusado de hacerse igual a Dios y de confesar que era el Mesías. Si le hubiera sido permitido continuar, -así pensarían los susodichos-, pondría en peligro la ley y el orden mantenidos por los que mandaban en las sinagogas y en el templo.
Entonces ellos sabían poner en forma racional la “ofensa” que Jesús había hecho a su amor propio, diciendo que en la situación tan tensa que se vivía en Palestina, donde ellos eran como hombres sentados encima de un volcán, (que podría hacer erupción en cualquier momento), seria medida “muy pero muy sabia” (así con la sabiduría de los “sabios de Israel”), eliminar a nuestro muy amado Jesús, antes que correr el riesgo de que El produjera la erupción.
Y el resto del relato ya lo sabemos.....
Nos queda una última pregunta: Cual hubiera sido la “actitud” del judaísmo actual para con Jesús, si este hubiera venido en estos tiempos?
Por inferencia ya lo sabemos!!!.