FORISTA MAYA TULIA
¿A qué se refiere el término “Hijo del Hombre”?
Este título está asociado a Jesús, "el hijo del carpintero" desde antes de su encarnación.
En el contexto judío del Segundo Templo, este título tenía una carga profética y escatológica muy profunda, asociada al Mesías Rey de Israel, por lo que ser pronunciada por Jesús, fue un escándalo, considerado blasfemia.
El origen de este título tiene raíces en la profecía de Daniel 7:13-14, donde se describe a “uno como hijo de hombre” que viene sobre las nubes del cielo, acercándose al “Anciano de Días” para recibir dominio, gloria y un reino eterno. En la cultura judía de los tiempos de Jesús, esta figura era entendida como el Mesías celestial, el enviado de Dios que establecería su reino definitivo.
¿Por qué Jesús volverá con la identidad de “Hijo del Hombre”?
Jesús asumió el título de “Hijo del Hombre” en su primera venida para revelar su misión redentora, no como libertador político de Israel, sino como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), cumpliendo la profecía de Isaías 53:6-7. Su enfoque fue liberar a la humanidad del yugo del pecado (Juan 8:36), ofreciendo salvación por medio de su sacrificio.
Pero en su segunda venida, Jesús volverá con la misma identidad de “Hijo del Hombre” —esta vez no en humillación, sino en gloria.
Hebreos 9:28 afirma que “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. Esta venida será el cumplimiento escatológico de Daniel 7:13, donde el “Hijo del Hombre” viene sobre las nubes del cielo con poder y autoridad.
¿Y cómo debemos prepararnos para recibir Su regreso?
La preparación para el regreso de Cristo depende de la identidad del grupo al que se dirige la promesa.
La Iglesia —la Esposa del Cordero— no espera la manifestación del “Hijo del Hombre” en juicio sobre la tierra, sino el encuentro glorioso con su Amado en las nubes (1 Tesalonicenses 4:17).
Nuestra esperanza no está en sobrevivir la tribulación, sino en ser transformados y reunidos con Él.
1 Juan 3:2-3 nos revela el corazón de esta preparación:
“Amados, ahora somos hijos de Dios… cuando él se manifieste, seremos semejantes a él… Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”
Selah.