¿Jesús nació en una cueva?

ricardo perales

Lo importante es la salvación de las almas.
23 Abril 2020
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JESÚS

¿Nació Jesús en una cueva?​

Lucas y Mateo 2:1. Pero los estudiosos de la Biblia no están tan seguros de los detalles específicos del entorno. De nuevo, sabemos por el evangelio de Lucas dónde nació Jesús no – una posada, porque no había espacio para sus padres (Lucas 2:7). ¿Nació Jesús en una cueva? Aunque esta pregunta no se discute mucho en los tiempos modernos, la tradición que conecta una cueva con el nacimiento de Cristo es muy antigua.
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Lo que pensaban los primeros líderes cristianos

  • Justin Mártir (150 d.C.) lo menciona, al igual que Orígenes unos cien años después.
  • La Reina Helena erigió una iglesia sobre ella (325 D.C.).
  • Aquí vino Jerónimo (368 D. C.) y vivió durante muchos años.
  • Alfred Edersheim, erudito bíblico del siglo XIX, dice que es «la más autentificada de todas las tradiciones locales».
Por lo tanto, en la medida en que la tradición temprana puede autentificar un lugar, esto parece bien autentificado. Sin embargo, hay objeciones que han llevado a muchos a negar la verdad de la tradición. El punto entonces exige un examen más profundo.

Objeciones a la Teoría de la Cueva

1. El relato del evangelio de Lucas sobre el nacimiento de Jesús no lo menciona.
La objeción de que Lucas no dice nada de una cueva no es importante. Su propósito es simplemente mostrar el estado humilde y sin amigos del niño, y esto se hace mencionando las circunstancias de que no había espacio para sus padres, y que cuando nació fue puesto en un pesebre. Cualquier otro detalle que fuera, para su propósito, es innecesario. (Lea el relato completo del nacimiento de Jesús en Lucas 2:1-21.)
2. La tradición hace que las cuevas sean el escenario de muchos otros eventos notables.
Una objeción más importante es la que se deriva del hecho de que la tradición hace que las cuevas o grutas sean el lugar de tantos eventos notables. Eso naturalmente despierta nuestra incredulidad. Sin embargo, por otra parte, no podrían haber sido seleccionadas para tales sitios a menos que hubiera algún motivo de idoneidad en la selección.

Usos comunes de las cuevas en tiempos de Jesús

Las Escrituras, Josefo y todos los viajeros hablan de las numerosas cuevas que se encuentran en toda Palestina. Se usaban como viviendas, para fortalezas y lugares de refugio, para cisternas, para prisiones y para sepulturas, que según el Diccionario Bíblico de Easton es una especie de lugar de enterramiento. Los viajeros los usaban como posadas, los ladrones como madrigueras, los pastores como puestos, los maridos como graneros. Muchas de estas cuevas eran muy grandes. Se menciona una (Jueces 20:47) que es lo suficientemente grande para seiscientos hombres.

¿Nació Jesús en una cueva? Es posible.

Así, mirando esta tradición, no encontramos ninguna razón suficiente por la que deba ser totalmente rechazada. Probablemente hay algo de verdad en ella. Es difícil creer que la cueva artificial actual, tan profunda e inaccesible, haya podido ser usada como establo para el ganado. Tal vez el hecho sea que la cueva, en su forma original, estaba conectada con una casa, formando su apartamento trasero, y se usaba como establo.
 
La gruta donde nació Jesús
La Estrella de plata indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad


Por: Juan Pablo Montes | Fuente: www.dialogoreligioso.org



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La Basílica de la Natividad recuerda este acontecimiento importante:

“La Estrella de plata (...) indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad, (...) Si bien el altar pertenece al rito griego ortodoxo, la inscripción de la estrella es latina y reza: ‘Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo’”[5].

La gruta de la Natividad tiene las dimensiones de una pequeña capilla casi rectangular (12,30 metros por 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental[6].

“El pesebre es venerado en la capillita, igualmente rupestre, de al lado. El altar que está en frente al pesebre está dedicado a los Reyes Magos. En él pueden celebrar la misa los sacerdotes católicos”[7].


Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc 2,6-7).

“... el lugar tradicional del nacimiento de Cristo. Es una gruta que se encuentra bajo el presbiterio. A ambos lados de este hay una escalera que comunican con la gruta” (...) La gruta es una capilla de reducidas dimensiones, de forma casi rectangular (12,30 metros x 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental. En él hay un altar y, debajo de éste, una estrella de plata señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María”.

“El pesebre es venerado en la capillita igualmente rupestre de al lado. El altar que está al frente está dedicado a los Reyes Magos”[8].​
 

El nacimiento de Jesús y los relatos apócrifos​

Nacimiento

«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace» (Lucas 2:14 LBLA)​

El 25 de diciembre los cristianos celebramos navidad, recordando el nacimiento de nuestro Señor Jesús. En las calles y en los hogares notamos la llegada de esta fecha por medio de la decoración, aunque la mayoría de los adornos no tienen relación con el cristianismo, en muchos lugares se ve el cuadro del nacimiento. Vemos a María, José, Jesús, los pastores, tres reyes magos, animales y una estrella sobre esta escena. Si bien esta representación posee elementos de los evangelios canónicos, muchos de los detalles son parte del imaginario popular, alimentado por el arte, textos apócrifos y relatos alternativos a los entregados por los evangelistas Mateo y Lucas.
Los evangelios nunca mencionan el número de los sabios de oriente ni mucho menos los nombres de estos. Es poco probable que llegaran el día mismo del nacimiento y que fueran parte de la supuesta escena en el establo, ya que Mateo nos dice que estos Magos llegaron a la casa donde estaba el niño (cf. Mt 2:11). El que se le llame “magos” deriva de la palabra griega μάγοι, la cual se utilizaba para designar a una tribu medo persa que se dedicaba a labores sacerdotales y al estudio de los astros. Por eso, en el mundo antiguo, se les llamaba magos a los intérpretes de sueños, astrólogos y adivinos que venían de Oriente.
Es el Evangelio árabe de la infancia (Anterior al siglo V) el que nos dice que eran «tres reyes, hijos de los reyes de Persia»1, los que llevaron oro, incienso y mirra. También nos cuenta que al momento de volver a sus tierras, María les regaló un pañal de Jesús, el cual “recibieron de sus manos de muy buen grado, aceptándolo, con fe, como un presente valiosísimo”2. Al llegar a Persia, en el momento de la celebración, los magos arrojaron el pañal a un gran fuego que adoraban, pero el pañal no fue consumido por el fuego sino que quedó intacto.
Icono Bizantino de la Natividad
A su vez, la historia de la posada donde se le niega alojamiento a María y José por estar esta llena, es una ampliación de un corto verso lucano que dice: «Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.» (Lc 2:7 RV60). Asimismo, es de este texto que se crea todo el imaginario del establo, debido a que al mencionar que Jesús fue acostado en un pesebre —que es un recipiente donde comen los animales— se asume que habían animales alrededor del parto e inclusive algunos añaden el mal olor y suciedad en el relato, para así resaltar el carácter humilde del nacimiento.
Para quienes están acostumbrados a imaginar el nacimiento de Jesús en un establo, rodeado de animales, se sorprenderán de la ausencia de esto en los relatos canónicos. Es más, en los Evangelios apócrifos de la natividad e infancia de Jesús, la escena ocurre en una cueva en las cercanías de Belén.
El apócrifo conocido como el Protoevangelio de Santiago (hacia 150 d.C) nos describe que después de bajar a María de la burra, José “encontró allí una cueva y la introdujo en ella. Dejó junto a María a sus hijos, y él salió a buscar una comadrona hebrea por la región de Belén” 3 Orígenes y Justino también replican la tradición de una cueva como lugar del nacimiento.
En Contra Celso (circa 250 d.C), Orígenes nos cuenta que «en Belén se muestra la cueva en que nació y, dentro de la cueva, el pesebre en que fue reclinado envuelto en pañales» 4. A su vez, Justino en su Diálogo con Trifón (circa 155 d.C) nos cuenta que «fue en esta cueva donde María dio a luz a Cristo y lo puso en un pesebre, y fue allí donde los sabios de Arabia lo encontraron»5, añadiendo a los sabios de oriente a este cuadro.
El viaje a Egipto, por Gustave Doré
Los evangelios canónicos tampoco mencionan a María sobre un asno camino a Egipto, pero muchas obras de arte representan de esa manera el viaje, quedando grabado de esa manera en nuestra mente.
Curioso es el relato del Pseudo Mateo, donde se narra que cuando la familia viajó a Egipto “los leones caminaban juntamente con ellos, y con los bueyes, los asnos y las bestias que portaban el equipaje. Aunque permanecían junto a ellos, a ninguno dañaban sino que estaban tan mansos entre las ovejas y los carneros que habían traído y los llevaban consigo desde Judea” 6.
También el protoevangelio de Santiago nos cuenta que mientras José iba en busca de una comadrona para el parto, el tiempo dejó de avanzar, la bóveda del cielo se detuvo, los pájaros se habían quedado quietos, las ovejas se paralizaron, “todas las cosas momentáneamente cesaban de moverse”7. Aunque más insólita es la historia de la comadrona y Salomé, quien al enterarse de que una virgen había dado a luz replicó: “Vive el Señor mi Dios, que si no meto mi dedo y examino su naturaleza, no creeré que una virgen haya dado a luz”8.
En definitiva, mucho de lo que hoy consideramos como parte de la escena del nacimiento, en realidad son reconstrucciones que han querido rellenar huecos en el relato canónico. Gran parte del imaginario colectivo sobre la natividad y que vemos en pinturas, películas e incluso en obras teatrales en las Iglesias, carecen de fundamento bíblico.
Como creyentes debemos distinguir entre la verdad que nos ha sido revelada y los elementos que provienen del imaginario popular. Tenemos que ser capaces de defender nuestra fe, la cual no se basa en relatos populares sino que descanza sobre hechos históricos: el Hijo eterno de Dios intervino en la historia, fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, fue hecho semejante a los hombres y caminó entre nosotros.

«Y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.» (Isaías 9:6 LBLA)​